ANÁLISIS

La devoción popular convirtió a San Roque en Copatrono de Guía

La ermita del santo, que data de 1525, fue la segunda que se construyó en la localidad

La edificación actual se levantó en 1867 con mayor capacidad que la originaria

La devoción popular convirtió a  San Roque en Copatrono de Guía

La devoción popular convirtió a San Roque en Copatrono de Guía / Pedro González-Sosa

Pedro González-Sosa

La devoción por San Roque,–protector contra las plagas del cuerpo– y el arraigo popular lo convirtió en Guía en Copatrono desde la construcción de su ermita. acaso por ser aquella la segunda que se construye en la localidad en 1525, cuya fiesta se celebra precisamente un día después de la de la Virgen Patrona principal el 15 de Agosto. Desde tiempo inmemorial al día siguiente, su festividad santoral, se lleva el santo hasta a iglesia parroquial donde se celebra función y a su término regresa, igualmente en procesión, a su ermita.

La ermita primera del Señor San Roque de la villa se construyó –como la de San Sebastián– muy al principio del siglo XVI. Sin que se pueda constatar documentalmente la fecha exacta, un testimonio de la época lo da ya por levantada en diciembre de 1525.

Lo que sí está comprobado documentalmente es que fue fundada en esa fecha por Juan Díaz, el Viejo, de presumible origen portugués, que debió casar en la iglesia de Gáldar recién acabada la Conquista, aunque no se encuentra en aquel templo la matrícula de su matrimonio, caso nada extraño porque no figuran todas las ceremonias nupciales allí celebradas en aquel tiempo.

¿Y qué razones existen para afirmar que Juan Díaz fue el fundador de San Roque en la época señalada? Las que proporciona el índice del número 13 de los llamados Protocolos Viejos de Guía y que, según estudios realizados con el conjunto de la documentación reunida, contiene, principalmente, gran parte de los primeros años de la Escribanía a partir de 1500.

En el folio 480 de dicho Protocolo hay una referencia a un documento con la siguiente llamada: «Juan Díaz, el viejo, casó con Bárbola de la Torre y tuvo a Marina Díaz, que casó con Diego Gil, de quien fue hijo Juan de Santa Ana a quien su abuelo [Juan Díaz] dejó por patrono de la ermita de San Roque y su Capellanía».

En otro testimonio, en papel muy deteriorado de difícil lectura, ante Juan de Quintana se ratifica la paternidad de Juan Díaz respecto a esta ermita. En él, Ana Piñero, mujer del propio Escribano ante quien se realiza, dice ser hermana menor de María de Troya, y nieta de Marina Díaz y ésta hija de Juan Díaz, el fundador de la pequeña iglesia que dio nombre a aquel pago, entonces algo alejado del núcleo central de la villa y hoy plenamente integrado hasta el punto que forman una sola unidad urbana. Del documento se puede extraer el siguiente texto revelador: «Marina Díaz reconoció por escritura ante el dicho Juan de Quintana que a Juan Díaz, padre de la dicha Marina Díaz, se le dio licencia para hacer la ermita del Señor San Roque de esta villa, señalado sobre las casas que el dicho Juan Rodríguez de Orihuela posee...».

La imagen de San Roque, en procesión. | | LP/DLP

La imagen de San Roque, en procesión. | | LP/DLP / Pedro González-Sosa

Juan Rodríguez de Orihuela tenía extensas propiedades en aquella zona que alcanzaban desde donde hoy está situada la ermita hasta Las Barreras y Cuesta Caraba1lo, según se comprueba en numerosos testimonios de la época. En uno de ellos, fechado el 4 de noviembre de 1590, Adán Acedo y Ursula de Vetancor (hija esta de Marina Rodríguez y de Juan de Bethencourt, ella, a su vez, vástaga de Juan Rodríguez de Orihuela y de Isabel de Vargas, hija de Sancho de Vargas, el fundador de Guía), manifiestan que su abuelo, «don Juan Rodríguez de Orihuela, difunto, vendió e impuso a la iglesia de Guía 120 doblas de tributo sobre una suerte de tierra donde dicen Las Barreras...». De este dinero, 60 doblas pagaban ellos y las otras 60 don Juan de Betancor Bracamonte, marido de María de Figueroa, su tía.

A falta de otros datos concretos, debemos realizar un estudio para situar la época más o menos exacta en que Juan Díaz funda San Roque. Conocemos fehacientemente que Ana Piñero, la mujer del escribano Juan de Quintana, nació en 1574 y tomando como media de edad en la que se celebran los sucesivos matrimonios, los 25 años, el padre de Ana, Mateo Gil, pudo nacer en 1554. Y la madre de éste, Marina Díaz, en 1534. Así, pues, la fundación de San Roque pudo ocurrir entre 1515 y 1525, época en la que vivía en Guía su constructor.

Pero existe un documento revelador fechado el primero de diciembre de 1525, ante el escribano de Guía Cristóbal de San Clemente que confirma la existencia en este año de la ermita. Extractado su contenido de dos folios dice lo siguiente: «Martín González y Catalina Hernández, su mujer, vecinos de Gran Canaria, venden a Andrés Hinojo, genovés, estante en la isla, una casa que tienen en Santa María de Guía, en un solar que le compraron a Antón de la Calle, y linda con las dos acequias que están cerca de la ermita del Señor San Roque. La vende por veintinueve doblas de oro a quinientos maravedíes cada una».

No hay ninguna duda, pues, de que el topónimo San Roque existe en Guía desde poco tiempo después de la fundación de la villa; al menos desde 1525, y que la de San Roque fue también la segunda ermita que se construyó después de la de la patrona-titular, seguida de San Sebastián que aparece edificándose en 1528.

Nueva construcción

Hemos desistido intencionadamente, para no cansar la paciencia del lector, de relacionar en estas breves notas datar la evolución de la Mayordomía desde la fundación de la ermita hasta principios del siglo XVIII. A partir de 1865 figura como mayordomo José González García, a quien debe corresponder la idea de construir una nueva ermita sobre el solar de la primitiva, con mayor capacidad.

Se constituye una comisión de vecinos que abrió una suscripción popular con la denominación Para la nueva ermita de San Roque, en la que aparecen vecinos de la localidad con mayor o menor capacidad económica. Inicia la nómina el obispo fray Joaquín Lluch y Garriga con una aportación de 500 pesetas, seguido del beneficiado y el alcalde, hasta un total de 340 personas, con una recaudación total fue de 17.481 pesetas. A partir de aquí se iniciaron las obras que tardaron unos dos años. Y, una vez concluidas, la comisión da cuenta de los gastos que ascendieron a 18.156 pesetas. Como solo se habían recaudado 17.481 pesetas, el resto aparece como debito a varios suministradores de materiales y ornatos.

La nueva ermita aparece concluida en 1867, pues el 14 de agosto de dicho año, los miembros de la comisión dejan constancia de que «dan las gracias a todo el público y en particular a las personas que han cooperado al adelanto y fomento de la ermita del Señor San Roque en bien de la Religión y del buen nombre de esta villa, y no dudan que, llevados de ese mismo sentimiento y patriotismo, continuaran prestando el apoyo, con tal loable fin, de modo que pueda quedar completamente satisfecha las cantidades que aun se adeudan y la terminación de las mejoras que son indispensables y absolutamente necesarias en dicha iglesia». Aquel año, la procesión de San Roque, el 16 de agosto, ya salió de la nueva ermita.

Segunda suscripción

Los vecinos respondieron con nuevas aportaciones recogida en una segunda suscripción –abierta desde 1867 hasta 1873– que alcanzo la cantidad de 8.914 pesetas que sirvieron para pagar las deudas y decorar el interior y exterior de la recién terminada ermita, así como para la adquisición de nuevos ornamentos. De estos gastos últimos, que son muchos, entresacamos el pago de la cantería para el campanario; los albayaldes para la pintura utilizada en el altar, cuyo retablo de madera construyó el carpintero José Hernández Rita (conocido popularmente como maestro Pepe Rita); la compra de un cuadro de Santa Rita y un nuevo trono.

Las últimas anotaciones del Libro segundo de la Cofradía de San Roque están fechadas en 1874 y fueron hechas por su titular, José González García, cuyas cuentas tienen el beneplácito del parroco, don Francisco Bernardo Guerra y del obispo, don José María Urquinaona, en una visita pastoral realizada a Guía el 13 de octubre de 1874.

La fachada de la actual y relativamente moderna ermita de San Roque tiene estilo neoclásico con cal y cantería del país, posiblemente de Arucas, que se reserva para la portada, ventana, pilastras adosadas que rematan en pirámide y la espadaña central con doble campana, que es coronada por un frontón también de cantería. La imagen del titular es neoclásica, sin apenas pliegues en el vestido.

Con motivo de la restauración del templo matriz en la década de los ochenta del pasado siglo XX –queremos recordar– época en la que era párroco José Francisco Quintana, se trasladó la celebración de los cultos religiosos en el tiempo que duro la obra a la ermita de San Roque que se convirtió en aquellos años en una circunstancial Parroquia.