Parque Europa, el efecto de municipio fallido en el epicentro del sur turístico

El Parque Europa, los restos de seis negocios establecidos sobre suelo público entre los años 80 y 90 del siglo pasado mediante concesión administrativa, es uno de los más relevantes ejemplos de una suerte de municipio fallido en todo el epicentro del sur turístico.

Colindante con el Centro Comercial Águila Roja, situado en una de la principales arterias de la localidad, en la avenida Italia, la que hace de pasillo hacia el gigantesco arenal, Parque Europa se ha convertido en un abonado a las páginas de sucesos, todo ello rodeado de remodelados hoteles con vistas al desastre.

Un declive que se inicia cuando el Gobierno de Canarias, a través de la Dirección General de Infraestructuras Turísticas acomete un proyecto de peatonalización en el entorno, obligando a los locales a cerrar para ejecutar unos trabajos que no cumplieron los plazos previstos. Ese contratiempo derivó en un conflicto entre Ayuntamiento y concesionaria, que exigía del primero una indemnización.

Así es como echa el cierre, hace trece años, el que era uno de los principales establecimientos, el Asador Criollo para, en mayo de 2012, protagonizar un impactante incendio con llamas de gran altura, mientras que en el vecino Águila Roja, una suerte de ‘consulado’ irlandés donde esa comunidad celebra su día nacional, también sufre su deterioro, con okupaciones incluidas, y una infraestructura obsoleta.

Según el informe elaborado para el Cabildo y la Cámara de Comercio de Gran Canaria por Antonio Garzón, es en 2016 cuando el la empresa hotelera Labranda, que es justo la que gestiona tres hoteles en el perímetro del Europa adquiere la concesión con el fin de realizar un proyecto gastronómico en lo que quedaba de aquellos maltrechos seis locales, que posteriormente fueron demolidos por el Ayuntamiento, en 2020, tras los continuos desalojos y okupaciones de indigentes.

Mientras, en el Águila Roja, ya se pensaba también en un obligado reacondicionamiento desde hace una década, pero fue suspendido cuando un supermercado arrienda uno de sus locales, lo que «hizo desistir de ello y posponerlo». Garzón explica, en cuanto al posible futuro de Parque Europa, que al contrario que en otros centros comerciales de la localidad sureña, conlleva una actuación en suelo público, y por tanto, «habría que revisar el tiempo de concesión en caso de que el capital privado esté dispuesto a hacer una gran inversión en la remodelación o contemplar algún tipo de financiación conjunta público-privada, o exclusivamente pública si el objeto resultante correspondiese claramente al interés general».

Dentro de ese concepto de interés general, Garzón ofrece unas alternativas orientadas a cubrir las necesidades de la zona. Y la primera de ellas tienen que ver con solventar la falta de plazas de aparcamientos.

Así, expone que, «aunque parezca repetitivo el enfocar zonas comerciales como proveedores de parking, es necesario hacerlo pues no quedan otros enclaves para solucionar la progresiva saturación de las vías».

Y es que en esa área en concreto resulta «complicado encontrar un parking, en los meses de verano incluso imposible, llegándose a estacionar los vehículos en los arcenes de la autovía GC-500. Por tanto, cualquier remodelación o transformación del Parque Europa pasa por construir una o dos plantas subterráneas de aparcamientos, las que se puedan lograr, que considerando las dimensiones del Parque Europeo podrían ser cientos de plazas».

El autor sostiene que esa es la única medida que haría posible la peatonalización de la avenida Italia, que ya en su momento se proyectó como una de las propuestas en un contexto mayor de unir todas las áreas comerciales, desde el Tropical hasta el área del Metro, Kasbah y Plaza, y de hecho ya fue incluido en el Plan de Modernización de San Bartolomé de Tirajana de 2012.

Paralelamente a esa nueva función como aparcamiento, y sin perder de vista la zona como objeto de interés general, se deberían añadir unos aseos, servicios de los que carece la zona, y que serían de gestión pública.

Como conceptos adicionales, Garzón detalla que, a pesar de ser una zona con una alta densidad de oferta de restauración, como cafeterías y restaurantes, «podría precisar de alguna oferta más pegada o dentro de la zona ajardinada, en caso de que se opte por darle el carácter de parque que el nombre conlleva.

A lo que se añade la oportunidad que ofrece para un uso de oficinas, con los pequeños locales que podrían cubrir necesidades más administrativas, como oficinas de información turística o oficinas para los guías de los turoperadores.

También ofrece ese espacio del Europa, y ante la posible construcción en un futuro del Siam Park, la posibilidad de recibir «un deseable ajardinamiento y conversión a parque, de forma que la zona podría ser especializada con un espacio de juegos infantil con la restauración al lado, de manera que los padres puedan consumir sentados mientras vigilan a sus niños jugando de forma segura, un concepto que actualmente sólo ofrecen pocos restaurantes en la zona sur, como el Gran Capitán en San Agustín».

Por último propone una intervención que califica de disruptiva, que sería la que pasa por añadir todas estos equipamientos citados a la que se suma la reforma conjunta con el Centro Comercial Águila Playa, «coordinando entre ambos cuestiones como la imagen externa y los tiempos de ejecución, e incluso contemplando la posibilidad de aglomerar las zonas edificables del Parque Europa y construirlas cerca del Águila Playa o de forma central en el Parque, de manera que resulte un producto donde el cliente perciba que se encuentra en un área única, y no en un parque nuevo con un centro colindante de otra época».

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