Tabay, una perrita terapeuta en la Residencia Genoveva Pérez de Gáldar

Los profesionales de la Asociación UNCANNY ayudan a mejorar la psicomotricidad o la conducta de las personas de esta residencia galdense realizando actividades que promueven el contacto con los canes educados específicamente para ello

Tabay, una perrita terapeuta en la Residencia Genoveva Pérez de Gáldar

S. B. R. T.

María Ángeles Moreno Molina

Todo el mundo ha oído hablar de las capacidades de los perros cuando se adiestran para determinadas acciones: detección de drogas, de explosivos o, incluso, de seres humanos ante algunas catástrofes, sean naturales o no. Sin embargo, poco se conoce de sus habilidades para ayudar a personas con problemas, físicos o conductuales, que vayan más allá de la enorme cooperación que prestan los perros lazarillo a las personas invidentes.

La Asociación UNCANNY está formada por profesionales de psicología, educación y técnicos en intervenciones asistidas que busca una mejor calidad de vida entre perros adiestrados a través su interacción con personas con algún tipo de problemas. Estos profesionales llevan años ayudando a mejorar la psicomotricidad o la conducta de dichas personas realizando actividades que promueven el contacto con los canes educados específicamente para ello. Niños con autismo o adultos con dificultades auditivas (perros señal) son algunos de los que han conseguido aumentar su comunicación y su calidad de vida gracias a la cooperación de estos animales.

Llama la atención una actividad menos conocida aún, aunque igualmente digna de la mayor de las admiraciones. La Residencia de mayores Genoveva Pérez, ubicada en el barrio galdense de Barrial, se ve enriquecida los martes y los jueves por la mañana con una actividad, financiada por el Ayuntamiento de Gáldar desde hace un año, que tiene como protagonistas a los residentes y a la perrita Tabay, de tres años de edad desarrollada por Aarón Alemón, en coordinación con la terapeuta del Centro, Moneyba Vega Domínguez. Tabay es hija de Kenna, también adiestrada para este fin, y que igualmente acude con frecuencia a este centro para mejorar y alegrar la vida de sus residentes. Madre e hija son como dos clones, unos animales preciosos, que solo se diferencian en los pelos blancos que rodean la cara de la mayor.

Rosa acariciando a Kenna junto con la terapeuta Moneyba

Rosa acariciando a Kenna junto con la terapeuta Moneyba / LP / DLP

Aarón es ingeniero químico industrial pero, amante desde su adolescencia de la instrucción de animales, decidió cambiar su trabajo y hacer de su hobby su profesión. Ya ha instruido a canes de varias generaciones, aportando de esta manera su granito de arena (aunque lo de “granito” se queda corto) para mejorar la vida de los demás. “Este trabajo me hace sentir satisfecho y emocionado cuando veo los logros y avances que se consiguen con él”, explica haciéndonos llegar su gran sensibilidad y su profunda fe en los logros que se pueden conseguir con su labor.

Tabay es una preciosa perra, con un pelo claro y suave, que salta con alegría cuando los residentes le tiran una pelota y ella la devuelve siguiendo las órdenes de su instructor, quien adapta la forma de realizar este ejercicio a cada uno porque conoce sus características personales. Trabaja la motricidad de las extremidades superiores e inferiores. Cuando, en algún ejercicio, Tabay no participa se echa, cariñosa, a los pies de sus veteranos amigos. Moneyba aprovecha estos momentos para realizar terapia ocupacional con los residentes con mayores dificultades, realizando prácticas que se adapten a sus características o situación personal. Y se nota la satisfacción tanto de la terapeuta como del residente.

Ramón cepillando a la perra terapeuta

Ramón cepillando a la perra terapeuta / LP / DLP

Hoy participan en esta actividad Carmen D., Ramón, Amada, Ana, Carmen R., Pilar y Rosa. Carmen D. padece Alzheimer, pero su cara se ilumina al ver a Tabay y a Aarón, como si los reconociera, incluso en alguna ocasión ha recordado sus nombres, una clara evidencia de que la interacción con estos animales funciona. Lanza la pelota con fuerza, tanto con las manos como con los pies, y se ríe divertida con los saltos de la juguetona perra. A Ramón se le nota concentrado con su actividad. Pone empeño en todos sus ejercicios, especialmente cuando chuta la pelota, quizá recordando una juventud futbolera. Aunque Amada posee problemas de movilidad en sus extremidades superiores se esfuerza, y consigue elevar los brazos para lanzarle la pelota a Tabay y se ríe a carcajadas cuando el animal la devuelve. Ana tiene dificultad para mover el lado izquierdo de su cuerpo, pero posee una fuerza increíble con el derecho. Rosa, a sus 100 años cumplidos en marzo, se siente feliz acariciando a la perrita, que colabora dejándose querer y sin dejar de mover nunca el rabo. Incluso se atreve con la pelota y es asombroso cómo supera sus problemas de motricidad al interactuar con Tabay. Con ayuda de Moneyba, incluso le regala de su mano alguna golosina. Parece como si Tabay supiera que está ayudando y eso la hiciera sentirse satisfecha. Antes de terminar la terapia del día, Aarón ofrece cepillos a los residentes para que peinen al animal, que, coqueta y mimosa, se deja hacer. Carmen D. incluso va más allá y limpia el cepillo para devolverlo impoluto.

Carmen limpiando el cepillo

Carmen limpiando el cepillo / LP / DLP

Hace muy buen día y las actividades se realizan en el patio trasero. Finalizada la actividad, Moneyba va retirando a los residentes, preparados para acudir al comedor después de una jornada intensa, divertida y, sobre todo, productiva. Pero la satisfacción no se queda solo en ellos, también se extiende a los familiares presentes y, por encima de todo, a Aarón y Moneyba, dos profesionales que, se nota, disfrutan con su trabajo.