El taxista del ‘polo’ sur de Gran Canaria

Quiere reiniciar su cuentakilómetros para dedicarse al kilómetro cero. Poco después de concluir sus estudios, un ciclo superior de turismo y otro deportivo, el moganero Óscar Marrero se subió al mercado laboral a bordo de un taxi propiedad de su familia. Apenas tenía 22 años cuando puso las manos al volante para recorrer las calles de Mogán trasladando a vecinos y turistas, una labor a la que ha dedicado los últimos seis años de su vida y que ha compaginado con echar una mano en el complejo de apartamentos de su familia. Pero ahora este joven taxista de 28 años quiere un futuro de colores y sabores y se ha lanzado a la elaboración de polos con fruta cosechada en Gran Canaria, principalmente en su municipio, Mogán, y en Valsequillo. «Aún estoy un poco dubitativo, pero creo que va a salir bien y algún día podré dedicarme por completo a esto», señala el empresario.

La idea de comenzar a producir estos polos de fruta partió de su cuñado Antonio Moreno, quien durante una etapa en Suiza trabajó para una empresa que comercializaba este tipo de productos. «¿Si funcionaba en Suiza, con el frío que hace, cómo no va a funcionar aquí?», reflexiona el joven empresario. De hecho, al volver de Suiza su cuñado había comprado y guardado la maquinaria necesaria. Por si las moscas. Pero estuvo guardada ocho años.

Óscar elabora polos de mango, fresa, melón, frutos rojos y una fusión de kiwi, manzana y uva

Fue después de la pandemia, a mediados de 2022, cuando aquella idea que estaba aparcada rondó de nuevo la cabeza de Óscar. Y ahora sí: tenía la maquinaria y la fruta, pues su familia también tiene una finca en la que produce mango, uno de los productos estrella de la huerta de Mogán. Empezó a documentarse y a mover todo el papeleo para crear Pauleta Canarias, una firma que homenajea a su hermana y su sobrina Paula, y con la que hace apenas seis meses empezó a comercializar estos polos. «Estoy intentando producir con fruta de aquí, de la isla», cuenta. Ya produce cinco sabores: mango de Mogán y fresa de Valsequillo, además de melón, frutos rojos y uno combinado de manzana, uva y kiwi. Y además ha hecho pruebas con tuno indio, piña, papaya y plátano.

La elaboración de cada uno de los polos, destaca el empresario, es artesanal. Están hechos a mano uno a uno, de principio a fin, y con sólo tres ingredientes: más de un 98% de fruta, limón y stevia natural. «Así es como me sale un polo saludable, ahora que está muy de moda cuidarse y las dietas ‘fit’», manifiesta.

Elaboración

Y el proceso de elaboración, que realiza en su fábrica de Playa del Inglés, es muy sencillo: triturar la fruta, verterla en los moldes, congelarla a 30 grados bajo cero durante 20 minutos, sacarlo del congelador y sumergir los moldes en agua a 40 grados durante cinco segundos para facilitar que el producto se despegue. Y de ahí a empaquetar y etiquetar a mano cada polo. «Es un trabajo, pero logro un producto muy sano que una persona se puede tomar incluso como merienda», relata.

Reconoce que pese a ser un producto sencillo, es costoso y el margen de beneficio es bajo. «Tengo claro que al tener más de un 98% de fruta no le gano tanto como si tuviera un 60% y lo demás agua y azúcar, pero ese no es el producto que yo quiero hacer», apunta. La venta directa es a dos euros.

Para sortear la carencia de frutas de temporada en según qué épocas del año, el empresario hace acopio, por ejemplo, de muchos kilos de fresa y mango cuando es su tiempo y la congela.

Es consciente de que acaba de emprender el que puede ser el negocio de su vida, aunque todavía le reporta más gastos que beneficios. Y le da vértigo, pero no ceja en el empeño por dejarse conocer y hacerse un hueco en el mercado insular, empezando primero por la venta en su municipio. Es por ello que desde el pasado mes de julio participa en las ferias agroalimentarias que organiza el Ayuntamiento de Mogán: la feria del mango y el aguacate y la del atún. Pero quiere acercarse más al gran público y por eso está a la espera de lograr un puesto en los mercadillos municipales. Una vez lo consiga quiere dar el salto a los mercadillos de otros municipios. Mientras ese momento llega, Óscar ya ha logrado comercializar su producto en varios minimercados del pueblo de Mogán y un restaurante de Playa de Mogán, aunque donde más venta tiene ahora es en el conocido Bar Playa El Boya en El Pajar.

El sueño de Óscar ya ha despegado y en los meses buenos logra vender hasta 700 polos, pero quiere hacerlo crecer aún más con el objetivo de poder vivir exclusivamente de esta nueva empresa e incluso incorporar a más trabajadores a ella. «A corto plazo quiero entrar con un puesto fijo en el mercadillo de Mogán, pero por ahora tienen buena acogida y quien sabe si acabo abriendo un local, porque yo todo lo que gano lo vuelvo a reinvertir», concluye.

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