Honores y distinciones del Cabildo (XVI) | Hijo predilecto de Gran Canaria

Alfredo Kraus, un hijo para la eternidad

El Cabildo de Gran Canaria distingue como Hijo Predilecto, 24 años después de su muerte, al tenor más universal nacido en Vegueta y que inmortaliza el Auditorio de Las Canteras 

Gran Canaria acogerá la próxima semana la conferencia 'Alfredo Kraus en Norteamérica'

Gran Canaria acogerá la próxima semana la conferencia 'Alfredo Kraus en Norteamérica'

El Cabildo de Gran Canaria recuerda a uno de sus tenores más relevantes, Alfredo Kraus Trujillo (Las Palmas de Gran Canaria, 1927-Madrid, 1999), concediéndole el título de hijo predilecto 24 años después de su fallecimiento. Pocos son los que no conocen a Kraus Trujillo, inmortalizado en bronce al comienzo de la Avenida de Las Canteras y dando nombre al único auditorio edificado en la isla para dar lumbre a la cultura.

Sus orígenes enraízan en el barrio de Vegueta, produciéndose su nacimiento en el número cinco de la calle Colón, dentro de una de las habitaciones del inmueble que hoy se conoce como la Casa de Colón y que en su día fueron también el centro de operaciones de este periódico: la redacción de LA PROVINCIA/DLP. Hombre fusión entre una madre grancanaria, Josefina Trujillo Mújica, y un padre de origen austriaco, Otto Kraus Polansky, que recaló en Gran Canaria en su huía de África, después de la Primera Guerra Mundial. Don Otto Kraus llegó a ser gerente-administrador e impulsó la modernización de las rotativas de esta cabecera.

Así fue como Kraus se crio en una etapa de efervescencia de la prensa en las Islas, siempre acostumbrado al bullicio de una redacción. De hecho, el periodista Antonio Cruz Domínguez llegó a espetarle con sarcasmo, «alguna influencia ejercieron en tu garganta los humos y gases de plomo del taller de LA PROVINCIA/DLP para dotarte de la voz maravillosa que tienes?».

Los tres hijos de la familia Kraus Trujillo deciden lanzarse a la carrera artística, actividad que Otto Kraus supo incentivar, al ser asiduo del Teatro Pérez Galdós y al mundo cultural en sí mismo. Sin embargo, su padre insistía en que la carrera artística debían darse en paralelo a otros estudios profesionales. Es por esto que Alfredo Kraus estudia en Las Palmas de Gran Canaria la carrera de Ingeniero Técnico Industrial.

Una de las organizadoras de la Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria, María Suárez Fiol, fue la primera profesora encargada de instruir en el solfeo a los tres hermanos. Francisco, barítono, se significó en la ópera para luego abocarse a la zarzuela y más tarde transitar a la enseñanza; Carmen, una mezzosoprano que dejará su carrera para convertirse en mánager artístico de su hermano Alfredo.

Por su parte, Alfredo Kraus fue cultivándose mediante lecciones de piano a la corta edad de cuatro años. Más tarde pasó a cantar en el coro de la parroquia Corazón de María, de los Misioneros Claretianos.

Auditorio Alfredo Kraus.

Auditorio Alfredo Kraus. / LP/DLP

En 1943 ingresa acompañado por su hermano Francisco en el Coro de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas. Tan solo un año más tarde, Alfredo Kraus proyecta su voz en diferentes conciertos benéficos de la capital, exhibiendo un registro lleno de color personalísimo y un vibrato particular.

Después de haberse graduado como Ingeniero Técnico Industrial, el tenor decide dedicarse a la música y marchó a Barcelona a aprender de la maestra rusa Galli Markoff, a los 24 años. De allí pasó a Valencia, donde trabajó con el maestro Francisco Andrés. En 1955 emigra a Milán donde estudia con la soprano Mercedes Llopart, un hecho que empujó a la proyección internacional del intérprete.

Se presentó al Concurso Internacional de Canto de Ginebra, quedando finalista, y allí mismo firmó su primer contrato para debutar internacionalmente en el Teatro Real de El Cairo en 1956 con el papel del Duque de Mantua en la ópera Rigoletto, de Verdi, y con el papel de Mario Cavaradossi en la ópera Tosca, de Puccini.

Dos años después, el 27 de marzo de 1958, en el Teatro Nacional de São Carlos de Lisboa se presenta junto a María Callas en una legendaria producción de la ópera La traviata. A partir de aquí inició una carrera fulgurante que le llevó a actuar en los más importantes teatros del mundo y con las divas más famosas. Su repertorio alcanza los 25 títulos y es uno de los cantantes de ópera que más larga salva de aplausos ha logrado (48 minutos cronometrados). Siguieron debuts en Londres en 1959 (Lucía de Lammermoor), Milán 1960 (La sonámbula), Chicago en 1962 y Nueva York en 1966 (Rigoletto).

Con su hermano Francisco, Alfredo compartió escenario en varias ocasiones, sin que existiera rivalidad entre ellos. «Jamás hubo competencia entre nosotros, quizás porque tenemos un registro de voz diferente».

Es en 1991 cuando le es otorgado el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, galardón que compartió con otros seis cantantes líricos españoles: Pilar Lorengar, Victoria de los Ángeles, Montserrat Caballé, José Carreras, Plácido Domingo y Teresa Berganza.

Quizás la polémica más agria de Alfredo Kraus fue su exclusión de la lista de cantantes invitados a participar en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992). Kraus acusó al director musical del evento, José Carreras, de ser el responsable directo de esa marginación. Su justificó se fundamentó en la actitud crítica de Kraus contra los actos masivos de ópera.

En enero de 1996, con motivo de la celebración de sus 40 años de profesional, Alfredo Kraus inició una gira de dos años por los escenarios líricos del mundo.

El que fue uno de los mejores intérpretes en el registro de lírico ligero comparte categoría junto a la historiadora y antigua directora de la Casa de Colón, Elena Acosta, ambos reconocidos por el consistorio en su labor de difusión de los valores de la Isla.

Su último concierto

El cuatro de septiembre de 1997 quedó marcado por el fallecimiento de su esposa, la grancanaria Rosa Blanca Ley Bird. Su partida se produjo un año después del comienzo de la gira y alejó a Kraus de los escenarios.

El intérprete de ópera, hasta el momento reconocido por su temple tanto fuera como dentro del escenario, quedó sumido en una profunda depresión y un estado de letargo artístico. «Yo siempre pensé que me iría antes de este mundo que Rosa, pero ahora me doy cuenta de que estoy solo, desalentado. Sé que tengo que salir del bache como sea y participar de la vida, porque es mi obligación. Y aun así, me asaltaron las dudas de no querer seguir en la vida. No quería estudiar, ni cantar, ni ver a mis amigos», relataba dolido.

En este momento, Alfredo Kraus asiste a la inauguración del auditorio que lleva su nombre. Diseñado por el arquitecto catalán Óscar Tusquets, el Auditorio Alfredo Kraus emergió como un faro cultural que mira al Atlántico. A la ceremonia acudió el rey de España, Felipe VI -entonces Príncipe de Asturias-, y personalidades políticas como Esperanza Aguirre o Manuel Hermoso.

Alfredo Kraus entonces rehusó cantar al estar muy afectado por el fallecimiento de su esposa, acabó estrenando el auditorio dos años más tarde. Durante su actuación de noviembre de 1998 interpretó diversas piezas acompañadas por el pianista Edelmiro Arnaltes y el violonchelista Asier Polo. Esta será la primera que Kraus canta en el auditorio, después hizo un concierto con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria en marzo de 1999. Nada más en su templo.

El diez de septiembre de 1999 la voz de Alfredo Kraus termina apagándose definitivamente a causa de un cáncer de páncreas. La esposa del presidente del Gobierno, Ana Botella, explicaba en el funeral que el gran tenor «había muerto de amor». Fue así como se reunía con su amada en la intimidad, no sin antes haber performado en el auditorio que lleva su nombre.