Esos dos atuneros que arribaron en 1996 al Puerto de La Luz y que hicieron de él su base de operaciones iniciaron una relación fraternal que aún hoy perdura.

La Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento capitalino rendirán hoy homenaje a aquellos cientos de marineros, armadores y trabajadores todos, que fueron la semilla de la que en estos tiempos sigue siendo una de las comunidades extranjeras más estimadas y consolidadas en Canarias.

Los responsables de ambas instituciones junto al jefe de la Agencia Consular de Corea en Canarias, Duck-Bo Sim, presidirán esta mañana un acto de homenaje por, entre otras cosas, haberse integrado "de forma ejemplar en la comunidad social y portuaria", según los responsables de La Luz.

La cita es hoy lunes, a las 9.30 horas, frente a la Administración de Aduanas del puerto grancanario, en donde habrá discursos conmemorativos, agasajos y el descubrimiento de un monolito de recuerdo.

Un recinto al que llegaron en verano de 1966 dos atuneros, a los que siguieron pocos meses después, en noviembre del mismo año, dos arrastreros que iniciaron la aventura coreana en aguas canarias.

Según recuerda Duck Park, un armador que lleva 33 años en la Isla, fue la compañía estatal (hoy ya desaparecida) Kmidc, la que trajo a estos últimos buques y con la que comenzó la conversión del Puerto de La Luz en base de una flota que llegó a aglutinar a unos 70 barcos en su mejor época.

El convenio pesquero establecido entre España y Corea en los años sesenta fue el aldabonazo, y la soberanía sobre el Sáhara occidental, contexto para la actividad pesquera de la flota asiática en aguas del banco canario-africano, según recuerda el armador.

Ahora formada por unos 30 barcos, que tienen a La Luz como base para sus operaciones de negocio y avituallamiento, la escuadra coreana acude con sus arrastreros a las aguas de Senegal, Guinea Conakry, Gabón y Angola, entre otros países, para realizar su trabajo.

Pero llegó a disponer de unos 70 buques hasta que hace unos cinco años el agotamiento de caladeros, la extinción de acuerdos de pesca y otras circunstancias, comenzaron a imponer un descenso paulatino en el conjunto de la flota; y, por extensión, también en el número de ciudadanos coreanos que venían a trabajar aquí, alrededor de los negocios que proporcionaba la actividad pesquera en las aguas canarias y del vecino continente.

De los aproximadamente 3.000 que formaron la colonia coreana en Canarias en tiempos de plenitud de la flota, ahora viven aquí unos 1.200, según Park; una cifra que se puede colocar en torno a los 1.500 si se habla del conjunto del Archipiélago, según la Agencia Consular.

El caso del armador puede ilustrar por qué fueron los primeros asentamientos coreanos en las Islas. "Llegué en enero de 1975, como empleado en una empresa pesquera. Ahora soy armador y viajo unas tres o cuatro veces al año a Corea. Llevo más tiempo en Canarias que en mi país, estoy plenamente integrado. Pero ahora estudio si dividir el año en épocas que pase aquí, y en épocas que viva con mis hijos y mis nietos, que residen en Estados Unidos".

En las Islas hay coreanos de dos o más generaciones. Y muchos piensan que esta es su tierra, en donde han echado raíces para no volver a su país, al menos para radicarse.

Los Chang son el prototipo de esas familias, mayoritarias al parecer en la comunidad coreana. El arraigo es mayor para los ciudadanos que llegaron a Canarias siendo niños.

Es el caso de Woo Sung Chang Kim, que ejerce de abogado en la capital grancanaria y que vive junto a su mujer y sus tres hijos (los dos mayores nacidos en Tokio y Seúl, respectivamente, y el tercero, en las Islas).

Con apenas cinco años llegó a la ciudad, después de haberse marchado de su país a Argentina con sus padres dos años antes.

Después de pasar aquí buena parte de su vida volvió a Corea, en donde empleó cuatro años, para trasladarse más tarde a Japón y Madrid. Pero, definitivamente, decidió regresar a la Isla para afincarse.

Woo Sung reconoce que él lo tiene más fácil porque sus padres viven aquí, y aquí piensan quedarse después de varias décadas en Canarias.

Pero muchos otros compatriotas, pese a tener dividida o dispersa a la familia, también han elegido este destino aunque la flota continúe reduciendo su número, y por consiguiente el de personas que vienen desde Asia a trabajar a la Isla.

"Un día, trabajando en Seúl, llegué a casa y me fijé en que todo eran bloques de apartamentos, mucho cemento.

Mucha gente, unos 15 millones de personas. Y recordé cuando llegaba aquí del colegio, cogía la toalla y me iba a la playa. Es calidad de vida, más tranquilidad en un entorno que siempre ha sido el mío, desde niño", razona el abogado para explicar su decisión.