Rafael Brito pensó que jamás volvería a poder andar cuando hace cinco años veía pasar las horas en las urgencias del doctor Negrín sin que ningún médico acertara a enviarlo a una cámara hiperbárica. "Si no es por un amigo médico que me acompañaba y les avisó de lo que realmente tenía ahora estaría postrado en una silla de ruedas", asegura este submarinista aficionado que después del incidente no ha vuelto a hacer inmersiones. "No es por miedo, es que no quiero castigar a mi familia a que me cuiden toda la vida si me pasa algo".

Brito aún tiene fresco aquel incidente que sufrió tras salir de una inmersión junto al dique Reina Sofía. "Empecé a sentirme mal del estómago y cuando llegué al muelle ya no podía levantarme", cuenta, "como sospechaba que era un accidente hiperbárico les dije a los de la ambulancia que me pusieran oxígeno que es lo que se hace en estos casos, pero se negaron; ya en el Negrín también me pusieron pegas y me preguntaron si yo era médico, todo porque no había ningún especialista que supiera cómo tratarme".

Asegura Brito que en Urgencias no supieron dar con lo que tenía y lo mandaron para su casa, en Arucas. "Al subir a Arucas las burbujas que se me habían alojado en la médula presionan más y me dejan paralizado de cintura para abajo y vuelvo al Negrín con un amigo médico, allí me ponen una sonda y me dejan esperando mientras el doctor de guardia buscaba en una guía qué hacer en caso de accidente hiperbárico".

Finalmente, el acompañante de Brito logró contactar con un especialista en la materia en Barcelona y este, por teléfono, convenció a sus colegas canarios para que lo mandasen a una cámara hiperbárica antes de quedarse paralítico para toda la vida. De esa forma fue evacuado Brito hasta Lanzarote donde estuvo en tratamiento con la cámara durante 15 días.