Cuando llega el Carnaval a esta ciudad no hay crisis que valga. Desde hace dos semanas comenzó el peregrinaje de los carnavaleros por los comercios en busca de la tela, el complemento o el disfraz imaginado para recorrer las fiestas. "Se nota que este año la gente tiene ganas de carnaval", comenta una empleada de Carolan, que ya comienza a sentir el trasiego de los marchosos. El relajo apenas acaba de empezar, pero muchas tiendas de máscaras ya han agotado sus reservas de trajes alusivos a la marinería. Las ventas en los comercios registran un incremento de un 20 % respecto al resto del año.

Este año la cosa va del mar y las culturas y los mogollones se llenarán de chicos vestidos de marineras con faldas diminutas y chicas uniformadas de grumetes o almirantes, a juzgar por lo que ya se ha vendido en las tiendas, que esperan como agua de mayo los carnavales, porque les aportan un respiro al maltrecho negocio. La crisis se nota, aseguran los comercios consultados, pero el que más y el que menos se gasta entre 20 y 50 euros y ese gasto es oxígeno para los negocios, que les ayuda a sobrellevar los meses malos del resto del año. Las ventas no se han recuperado aún del bajón en un 50 % que sufrió el negocio hace tres años, coincidiendo con la llegada de las dificultades económicas, pero se mantienen en relación con el pasado año. Incluso, en algunas tiendas se nota una ligera recuperación.

El primer termómetro de las tendencias de la fiesta y también de cómo está el bolsillo del personal es El Kilo, tradicional comercio de venta de telas y complementos, al que quien más quien menos acude cuando se acercan las fiestas.

La zafra del comercio

"Los Carnavales son la zafra del comercio. Estas fechas son buenas para sacar a la venta todo tipo de tejidos y para nosotros es la mejor época de ventas. Este año las ventas van bien. No es lo que uno quisiera, pero la gente está animada", comenta Pepe Juan Pérez, encargado de El Kilo de San Bernardo, que este año ha notado mayor afluencia de grupos. "Claro que se nota la crisis", reconoce Pérez, "pero la gente recicla mucho más y mira más los precios, pero al final termina comprándose algo". "La gente mira precios y aprovecha lo que puede", señalan en Carolan, cuya empleada Merci sostiene que, "para las fiestas, siempre hay dinero". Menos del que había en los carnavales de 2008, cuando la gente solía gastarse una media de 100 euros, pero el disfraz no puede faltar y se buscan entre 20 y 50 euros de donde sea, aunque luego la dieta alimenticia se restrinja a papas y espaguetis.

En las tiendas de Nikki, se nota un mayor gasto este año y una afluencia más temprana. "El año pasado, como los carnavales llegaron tan pronto, a la gente no le dio tiempo a recuperarse de las fiestas navideñas, pero este año han podido respirar un poquito", explica José Romo, administrador de Nikki, donde ya se han agotado los trajes de marineros.

"Hace cinco años, la gente se gastaba 100 euros de media. Se compraban unos trajes de mejor calidad y más pomposos. Eso ya pasó a la historia. Ahora se gastan una medida de 50 euros, entre el complemento y el disfraz, y los más jóvenes no pasan de los 20 euros". En la tienda Party Fiesta llevan varias semanas a tope. Han rebajado los precios porque "hay que adaptarse a los tiempos", dice Ana Cabezón.