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Semana Santa Domingo de Ramos

El Señor de la Burrita marca el camino de la semana

Una multitudinaria feligresía se concentra en San Telmo para ver la primera procesión de la Semana Santa

"¡Mira mami, ahí llega la burrita!". El pequeño Diego Cabrera, de casi cuatro años, no puede contener el grito de alegría cuando, entre la multitud que se agolpa a las puertas de la ermita de San Bernardo y San Telmo, consigue vislumbrar sobre los hombros de su padre la figura que avanza hacia Triana. Es la primera vez que que participa en una procesión y sus enormes ojos marrones están expectantes a todo lo que ocurre a su alrededor. "Mira, mira!", repite en varias ocasiones mientras golpea emocionado la cabeza de su progenitor, que también se llama Diego, cada vez que algo le llama la atención. "A él le encantan los animales y pensaba que hoy [por ayer] iba a ver un burro de verdad, así que le hemos tenido que explicar que no es así", comenta divertida su madre, Dácil Hernández. Lejos de mostrarse decepcionado, el niño menea las ramitas de olivo que lleva también para la ocasión. "Hacía tiempo que no podíamos venir y este año que sí nos cuadró nos pareció una buena idea traer al peque para que vaya conociendo la tradición religiosa", comenta Hernández poco antes de adentrarse en la calle Mayor para acompañar a "Jesús", como bien aclara el chiquillo.

Las puertas del templo ubicado en el parque de San Telmo, abiertas de par en par, concentran a la multitudinaria feligresía. El primer repique de tambores y el olor a incienso que empieza a impregnar el ambiente son las señales que todos esperan: el Señor en la Burrita está a punto de salir. Es el momento. Como si de un efecto imán se tratase, los presentes, por inercia, comienzan a juntarse más entre ellos en un afán de encontrar el mejor hueco, la mejor panorámica, que les evite perder detalle y, de paso, les permita grabar vídeos, sacar fotos y hacerse algún que otro selfie con el santo detrás.

La comitiva la abre la cruz de guía decorada con cintas de colores que sujetan niños de primera comunión. Muy de cerca les sigue otro grupo de infantes que, también vestidos de blanco, portan ramas de olivo tal y como recuerda la tradición. Y es que con esta procesión rememora cómo recibieron los judíos a Jesús durante su entrada a Jerusalén, el domingo anterior a su muerte.

Al igual que debió ser en aquellos tiempos, según relata la Biblia, los fieles siguen al Cristo durante un recorrido por los alrededores de Triana que tiene como destino final el que fue también el punto de partida. En cuestión de pocos minutos, por la zona más céntrica de la ciudad caminan en una misma dirección cientos de personas de todas las edades. El ambiente que se percibe, en general, es bastante familiar.

Entre los que van detrás de la imagen que data de 1897 y cuyo autor se desconoce, se encuentra la pequeña Paula Martín. Tiene cinco años y va acompañada de sus abuelas y de su madre Eli Henríquez. "Nosotras vivimos en Arucas, pero mis padres residen en Las Palmas y solemos venir aquí, aunque algunas veces vamos a la de Cardones", explica la progenitora. Pero esta es la primera vez que la niña acude a la procesión "de la burrita" en la capital. "¿Te está gustando Paula?". Décimas de segundos son las que tarda en esbozar una enorme sonrisa para contestar con un solemne "sí", mientras muestra el palmito que lleva en la mano. "Es lo que está estrenando hoy", apunta Henríquez divertida.

La imagen de los más pequeños de la casa sobre los hombros o de la mano de sus padres, en carritos o en brazos, es una de las más repetidas. Por eso ver a Bruno, un golden retriever de cuatro años junto a su dueña, llama la atención. "Él viene siempre conmigo a todos los lugares a los que puedo llevármelo", asegura María del Carmen de la Cueva. Ella, que vive en los alrededores de la calle Mayor, cuenta que la del Domingo de Ramos es una procesión que no se pierde "nunca". A pesar de no ser especialmente practicante, según confiesa, es "creyente", por lo que considera "muy bonita" la tradición de Semana Santa. ¿Y Bruno? Él tampoco se las pierde, en caso de que esté con su dueña en la ciudad.

Unos 50 minutos después de que se iniciase la comitiva, el recorrido llegaba a su fin. De nuevo, la entrada a la ermita se convierte en el punto de encuentro y espera para recibir al Señor en la Burrita al son de notas cofrades de la Agrupación musical de cornetas y tambores de la Unión y repique de campanas. No obstante, este no fue el final. Aunque empezó a chispear durante varios minutos, la imagen, transportada por tres personas bajo un trono sobre ruedas, fue llevada al centro del parque San Telmo, donde ya numerosas personas aguardaban para celebrar una misa en la que no faltaron los cánticos y el movimiento de las ramas de olivo.

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