Podría parecer tedioso, o incluso extraño, pero el 2018 empezó para mucha gente haciendo cola. Fila india para entrar a la fiesta de turno, otra para ir a la barra y pedirse una gin tonic o un ron. Después, cuando las ganas de ir al baño aprietan a mitad de la noche por las copas de más, otra cola para ir al baño. Luego toca esperar para pedir un taxi o coger la guagua. Y, al final, una cola interminable para desayunar unos churros con chocolate. Las churrerías y cafeterías que abrieron por la mañana en Las Palmas de Gran Canaria hicieron su agosto particular, pues, un año más la tradición no pudo faltar en el día de Año Nuevo.

La noche de fin de año terminó sin sobresaltos e incidentes. El servicio nocturno de la Policía Local en la capital terminó con cuatro conductores investigados por delitos contra la seguridad vial por alcohol. No obstante, la noche festiva transcurrió con relativa tranquilidad, salvó algunas llamadas por molestias de ruidos y petardos, además de pequeñas alteraciones del orden público sin detenciones. A lo largo de la noche se desplegó un dispositivo de 52 agentes por toda la ciudad.

El Ayuntamiento capitalino autorizó un total de 68 celebraciones en el municipio, aunque la mayoría eran simples ampliaciones de horario con respecto al habitual. Las del Club Náutico y Las Brujas fueron las fiestas de mayor aforo, 3.500 y 3.000 personas respectivamente. Jorge González y sus amigos pasaron la noche en esta última. "Fue un fiestote", afirmó el joven, poco antes de pedir su desayuno en la churrería del mercado de Vegueta.

Más de 25 minutos tuvieron que esperar estos chicos de Ciudad Alta para poder tener entre sus manos un par de churros y un buen vaso de chocolate caliente. Al final de esa misma cola estaban Carlos Pérez, Javier Rodríguez, Judith Martínez y Eduardo Santana; un grupo de cuatro amigos que venían hambrientos de la fiesta que se celebró en el campo de golf de El Cortijo, en Telde.

"Nos dejó la guagua en el Tao y hemos tenido que venir caminando hasta aquí", señaló indignado Santana. No obstante, fueron tajantes a la hora de reconocer que se les quedó corta la noche. Aún así, eran muchas horas de pie y el cuerpo ya empezaba a flaquear. A su paso por Triana Javier tuvo que llevar en sus hombros a su amiga Judith por el cansancio. "Oh, si te parece sigo caminando con estos zapatos", indicó la chica molesta por la ruta mañanera.

Tanto en los aledaños del Guiniguada como en la zona de Triana se amontonaron decenas de jóvenes derrotados tras una noche de juerga. Las cubas del servicio de limpieza de Las Palmas de Gran Canaria se afanaron en desalojar bancos y muros para facilitar su trabajo y dejar sin basura hasta el más mínimo rincón.Más basura que en 2017

El dispositivo especial de limpieza recogió aproximadamente 8.500 kilos de basuras en las calles de la capital grancanaria entre las cinco y las 12 de la mañana. Se emplearon 170.000 litros de agua para lavar calles, plazas y espacios públicos en los que se podía percibir el paso de la Nochevieja. Con todo, se recogieron 1.500 kilos de basura más que en la Nochevieja del año pasado.

En general, su actuación tuvo especial incidencia en el entorno de Vegueta, Triana y Santa Catalina. Una plantilla de 75 operarios y 28 vehículos trabajaron a destajo para devolver a la normalidad las principales arterias de la ciudad.

La zona del Puerto y Las Canteras concentró gran parte de las fiestas que se organizaron a lo largo de la noche para dar la bienvenida al nuevo año. La plaza de Saulo Torón acogió varios conciertos que organizó el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Además, tras las campanadas el público disfrutó de un castillo de fuegos artificiales desde La Puntilla, donde se quemaron hasta 192 kilos de pólvora. Después volvió el turno de la música hasta las cuatro de la mañana, con Dj Ras S.O.S., la cumbia cubana de Totó Noriega; además de los ritmos funk, jazz y soul de Local Groove.

Después de varias horas en las que repasaron los clásicos del 2017, había que reponer las fuerzas y buscar una cafetería o churrería para desayunar. Aunque existen otras tantas repartidas por la capital, la churrería Montesol, esquina Perojo con Colmenares, es todo un referente. "Es un clásico", apuntaron varios clientes.

Unos se los llevaron hasta el parque San Telmo para comer con tranquilidad. Mientras, otros hicieron lo propio sentándose en las aceras aledañas al local. Es el caso de Carla Segovia, Elena Peña, Cristina Morales y Marina Reyes. Cuatro amigas de la capital que no dudaron en comerse hasta cuatro churros por cabeza para saciar el hambre.Tradiciones

"Cumplimos con la tradición", reconoció Elena Peña mientras engullía su tercer churro. Eso sí, no todas siguieron también tradicional ritual de las 12 uvas para dar la bienvenida al nuevo año. "Preferí comer 12 cereales de chocolate, no me gustan las uvas", apuntó Carla Segovia. Lo cierto es que en los últimos años han proliferado una serie de alternativas de lo más variadas. Arándanos, fresas, gajos de mandarina, lacasitos o gominolas son algunas de las preferidas por el público.

Eran poco más de las 7 de la mañana y el sol empezaba a deslumbrar por primera vez en este 2018 recién estrenado. Muchos tacones en la mano, corbatas sin anudar y chaquetas que se perdieron en el furor de la madrugada. Mientras tanto, Carlos Vega y su novia, la modelo María García, esperaban en las puertas de Montesol a la espera de su turno. El vestido de ella, diseñado por la modista grancanaria Aurelia Gil, sobresalió por su intenso color rojo en mitad de ese mar de esmóquines negros.

Quien también sobresalió entre la muchedumbre fue Ana Ortega. Del cotillón se trajo un collar amarillo y un gorro azul modelo Happy New Year! Su vestido verde la terminó de convertir en el centro de atención. "Me traje a juego las gafas del 24 [de diciembre] y así voy por la vida, de árbol de Navidad", señaló entre las risas cómplices de sus amigas.

Ortega formó parte de un grupo de unas 15 amigas que salieron a pasarlo bien en La Azotea de Benito. "La mayoría se han ido de after, pero nosotras hemos venido aquí a desayunar", señaló la farmacéutica. A su lado estaban acompañándola Elena Borges, Alexia Cruz y Marina Bonny. "La noche estuvo mejor que otros años", apuntó Borges, aunque Cruz intentaba refutarle tal afirmación.

En este caso, este grupo de amigas no estaban por la labor de tomarse un par de churros con chocolate. "Soy más de sandwich mixto", señaló Ortega. "En verdad aquí la gente viene después de la fiesta para pasar el rato, para hablar y ligar", reconoció entre risas Borges.

Los que si querían desayunar eran Carlos Niño, Saulo Vega y Cristian Montes. Venían de la fiesta de Las Brujas y no sabían bien a dónde ir. "Estamos mirando, pero hay colas en todos los sitios abiertos", apuntó Vega. "Casi que ya nos iremos a casa", reconoció su amigo.

Los tres pasaron una noche de "desfase", culpa de la barra libre por lo visto. "Cinco o seis copas", se le escapó a Montes. Pero entonces llegaron su hermana y una amiga para desmentirlo. "Seguro, y hasta ocho si te descuidas", a Saulo y Cristian no les quedó otra que callar con la risa entrecortada.

La esperanza del grupo quedaba en Carlos. "Dos botellas de agua me bebí, no miento", reconoció. "No me hace mucha gracia el alcohol", añadió. "Qué va, dice que está a dieta", apuntó Beatriz Montes. El chico intentó desmentirlo, pero tuvo que "medio" reconocerlo.

Para ese entonces ya despuntaba el sol. Eran casi las ocho de la mañana y la ciudad empezaba a despertar en 2018. Poco a poco las calles volvieron a quedar desiertas. Tocaba irse a casa para dormir, descansar y recordar una noche "memorable" para muchos.