El estruendo de los fuegos artificiales silencia cualquier otro sonido de personas, animales o cosas. Todos, en sintonía, miraban al espectáculo de colores que convertía el cielo en un cuadro, una obra de arte. San Lorenzo brillaba desde el espacio en su noche más especial tras dos años sin celebrar sus fuegos por el parón de la Covid-19. 

Los fuegos de San Lorenzo han sido nombrados este año como Fiesta de Interés Turístico Regional por el Gobierno de Canarias, una decisión que afianza el reconocimiento de esta fiesta además de convertirla en un reclamo turístico. 

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Fuegos de San Lorenzo 2022. J.C. GUERRA

Hace años cuando en China crearon los primeros modelos de fuegos artificiales de la época, poco imaginaban sus creadores que se convertirían, cientos de años después en una parte esencial de las celebraciones de la localidad grancanaria. Y es que todos recalcaron el aspecto mágico de esta noche: «Es una noche única en el año que estamos deseando», asegura la vecina Juana Teresa Rodríguez. «Veo los fuegos en mi casa con mi nieto, es un momento muy especial», añade Rodríguez que comenta que al ver los fuegos siente «mucha ilusión porque antes habían menos voladores y ahora el adelanto pirotécnico que ha habido le ha dado mucha vida al pueblo». 

Esta edición contó con más pólvora que nunca, 600 kilos. El aumento se notó y el cielo se pintó de colores por doquier en un estruendo que hizo temblar el pueblo. Para el presidente de la Comisión de Fiestas, José Manuel García, los volcanes son la mejor parte de la noche. «Es nuestra identidad, lo que nos diferencia». Cuenta que es un trabajo vecinal, para la preparación de los volcanes trabajaron 25 vecinos colocando 1.500 voladores en cada punto de los seis volcanes. Un trabajo que ha sido heredado por parte de diferentes generaciones. «Muchos de los que colaboran sus padres y abuelos lo hacían en su época, es una tradición», añade García.

El espectáculo pirotécnico sorprendió a los asistentes que llegaron desde todas partes de Gran Canaria. Dispersos por todo el valle, la gente buscaba el mejor lugar para estar preparados para la suelta de voladores. Desde una cuesta, la plaza o el aparcamiento, cualquier lugar estaba ocupado por familias, parejas y mayores esperando impacientes. Los más pequeños, a pesar de las caras de sueño, disfrutaron los que más de este especial reencuentro con la festividad. 

La llegada de gente al pueblo fue un goteo incesante hasta la hora de los fuegos. La verbena comenzó a las 21.30 con los conciertos de Family Soul Band y Última Llave. Las conocidas canciones hicieron mover el cuerpo al ritmo de la melodía incluso a los más tímidos, que copa en mano se adentraban en la pista de baile. El grupo musical Family Soul Band se estrenó en San Lorenzo. Su director, Gonzalo Marrero, considera que es «un honor tocar por primera vez en un evento de esta índole». «Tras la actuación nos sentimos eufóricos, contamos con un repertorio de soul para alegrar las almas y creemos haberlo conseguido», enfatiza.

«Es una noche única que todo el año estamos deseando», afirma Juana Teresa Rodríguez

Los puestos de comida venden hamburguesas, papas fritas, pinchitos, buñelos, copas... Toda una carta de comida y bebidas perfectas para recargar las fuerzas de los fiesteros. En el puesto Mr. Dog, David Suárez prepara perritos y salchipapas como churros. «Llevo 20 años en los fuegos de San Lorenzo y este se agradece especialmente al poder volver a la actividad, con la pandemia nos habíamos quedado en cero», comenta. Al igual que Suárez, el resto de encargados de los chiringuitos agradecen la vuelta de las fiestas que han revitalizado sus negocios tras el cese de la pandemia. 

Para muchos los fuegos de San Lorenzo son una fecha crucial en el calendario. El verano no es lo mismo sin este evento que guarda grandes recuerdos para sus asiduos. José Manuel García reconoce que es una noche de nostalgia porque muchos recuerdan a sus familiares. «Es un vínculo muy especial que hay en los fuegos», asegura.

Y para aquellos que fue su primera vez, no dudan en que regresarán en las próximas ediciones. Este es el caso de Noelia Ramos. «Vivo en San Lorenzo pero siempre me había coincidido que estaba fuera», aclara. No es solo una noche especial por la festividad sino que anunció a sus amigos durante la Víspera de San Lorenzo que estaba embarazada. «El próximo años estamos aquí con el bebé», comenta ilusionada.

La celebración ha sido un lugar de reencuentro para muchas familias y amigos que estaban esperando regresar a las calles de San Lorenzo para ponerse al día y disfrutar de una noche diferente. Ni aquellos que madrugan parecen tener prisa por volver a casa y se quedan disfrutando de la cálida noche tras el final de los fuegos mientras conversan.

Y es que desde antaño las hogueras eran un lugar de encuentro para charlar, contar historias y cuentos. Al calor de los fuegos lumínicos del pueblo se produce la misma sensación de confort en la que los reencuentros premeditados como espontáneos se vuelven charlas para ponerse al día, así como, historias para recordar los tiempos pasados.

«Es un honor tocar por primera vez en un evento de esta índole», considera Gonzalo Marrero

Los equipos de seguridad velaron por una noche tranquila. La Policía Local diseñó un dispositivo de seguridad en coordinación con la Policía Nacional y la Dirección General de Tráfico en coordinación con Guardia Civil para garantizar una velada sin altercados. 

Este año al volar más kilos de pólvora que en otras ocasiones el límite de seguridad ha tenido que ser ampliado. El presidente de la Comisión de Fiestas, José Manuel García, explica que al ampliarse la franja de seguridad hizo falta a su vez un mayor tiempo de organización. 

Gran parte de los asistentes llegaron en guagua gracias al servicio especial de Guaguas Municipales. La conexión entre Santa Catalina y San Lorenzo funcionó desde las 19:30 del martes hasta las 02:30 horas de la madrugada del miércoles y contó con 3.000 plazas. Lo que no evitó que muchos dieran vueltas interminables intentando encontrar un lugar de aparcamiento en las dos zonas habilitadas para ello. Para todo el personal que trabaja para que los fuegos se celebren con normalidad la Comisión de Fiestas preparó 500 bocadillos, unos de embutido y otros de chorizo de Teror, que ofreció acompañados de una bebida para agradecer su labor. 

Mientras, en las casas de la zona se hacen su propio festín como es tradicional. Las familias se reúnen en torno a las brasas y pasan la noche juntos. En la casa más antigua del pueblo, con 136 años, se reúne la familia y amigos de Domingo Hernández y Sarito Espino. El olor del asadero llega desde el principio de la calle, chuletas, pinchitos, papas arrugadas. Todo un banquete para pasar la noche. Sarito Espino asegura que este momento de reunión con sus hijos y amigos es el momento más especial de la noche. «Cuando explotan los fuegos me escondo en mi habitación porque me dan mucho miedo, así que el convite es lo que más disfruto», desvela. «Estamos todos en familia con los compañeros y amigos y eso es lo importante, que estamos reunidos», asegura Eugenio López en el patio de la casa mientras se toma una cerveza.

Desde la casa más antigua del pueblo se aprecia la importancia de esta tradición centenaria. Cada año, San Lorenzo es sinónimo de la alegría y la ilusión que los fuegos despiertan tanto en los vecinos como en los grancanarios.