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El Guiniguada, el legado de Bramwell

El libro póstumo del exdirector del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo presenta una propuesta de reconversión del barranco a un espacio más verde y natural

Vista del barranco Guiniguada con la carretera. LP/DLP

Los 22 kilómetros del barranco de Guiniguada albergan la historia de la ciudad desde los inicios hasta la actualidad. El exdirector del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, David Bramwell, así lo describe en su libro póstumo El Nuevo Guiniguada que sale a la luz por primera vez con ilustraciones realizadas por su mujer, Irene Zöe, y con un formato didáctico y visual, acompañado por una gran variedad de fotos de la flora y fauna. Bramwell expone una propuesta para recuperar la fauna y flora del lugar a través de corredores verdes debido a su merma en los últimos tiempos a causa de la expansión urbana. El libro, cuyos patrocinadores son el Gabinete Literario, el Centro Unesco de Gran Canaria, Prensa Ibérica y el Gobierno de Canarias, será presentado durante este mes.

Los corredores verdes son proporciones de tierra utilizadas con fines ecológicos, recreacionales, culturales y estéticos, de esta forma, estos espacios son utilizados para el ocio, la circulación peatonal y el tránsito del transporte.

El objetivo de crear los corredores verdes es favorecer la reintroducción de la naturaleza a los espacios urbanos. El aumento de vegetación en la ciudad contribuye a la salud de su población, al control de plagas y enfermedades, la reducción de ruidos y a la disminución de gases nocivos. Además de disminuir el alza de temperaturas que la mayoría de ciudades sufren a causa del calentamiento global, lo que produce las temperaturas extremas en los meses de verano. Este fenómeno, denominado ‘isla urbana de calor’, tiene lugar cuando existe una mayor temperatura en un centro urbano que en los alrededores, lo que puede afectar a la salud de la fauna, flora del lugar y al propio ser humano.

Por otra parte, el aumento de la vegetación, según plantea Bramwell en su libro, ayuda a la filtración y drenaje de aguas pluviales, es decir, que podrían disminuir las incidencias ocasionadas por las fuertes lluvias.

Los árboles frondosos pueden producir en un año suficiente oxígeno para la respiración de más de diez personas

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Bramwell expone los tres corredores verdes propuestos por el Ayuntamiento capitalino como son el de Tamaraceite, el ubicado en la Gran Vía Peatonal y el que se centra en el Guiniguada.

Es en este último proyecto donde se centra el botánico para exponer su visión de lo que debería ser la recuperación de un espacio verde en el barranco entre los barrios de Triana y Vegueta.

Los promotores del proyecto proponen la "reconversión de una infraestructura viaria obsoleta, contaminante y gravosa para la comunicación peatonal", además de otras propuestas como devolver a la ciudadanía un espacio ocupado por el tráfico, potenciar el ámbito cultural con el que ya cuenta la zona debido a las diversas entidades que están situadas en la zona. Y por último, "crear una oportunidad para acometer una ordenación del tráfico en las áreas históricas de Las Palmas y ser eje impulsora de un pulmón verde, que arrancaría en su desembocadura para conectar en su último tramo con Barranco Seco y con el Pambaso, para acabar finalmente en el Jardín Canario, una apuesta paisajística con un proyecto de repoblación forestal, un modelo de riego sostenible, uso de energías alternativas, tratamiento de la tierra y utilización de materiales con el objeto de remodelar el área de la carretera actual".

Bramwell hace un recorrido histórica por la memoria de lo que fue el barranco Guiniguada en el pasado. Un lugar, descrito por los visitantes y botánicos de la época como un espacio lleno de vegetación y fauna donde corría el agua y cohabitada por los agricultores y ganaderos. "El Guiniguada mantenía una riqueza agrícola en sus riberas por la presencia de agua permanente desde los primeros momentos de la conquista y ocasional desde que se produjo la canalización de las aguas del barranco y la apertura de numerosos pozos cercanos a la desembocadura", indica en el libro.

El barranco en el pasado durante las plantaciones de plátano. LP/DLP

La presencia del recurso hídrico favoreció la presencia de agricultores en lo que el botánico denomina como "la huerta de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria". Como en toda Canarias, en el barranco se construyeron bancales y terrazas para la contención y canalización de las avenidas del barranco. A principios del siglo XX predominan los bancales ingleses destinados al cultivo de la platanera distribuidos principalmente por la empresa Elder Depster. El aspecto ornamental de la platanera junto al sistema de bancales configuró un paisaje agrícola "de gran belleza".

La desaparición paulatina de la exuberante vegetación tuvo su cauce en las sequías que experimentó la Isla desde el progresivo avance del desarrollo urbano. Sin embargo, Bramwell indica a través de la visita del naturalista Sabino Berthelot y el botánico Philip Barker-Webb, que todavía durante el siglo XIX presentaba ese predominio de vegetación con una especial presencia de palmeras.

En una historia más reciente, el Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad realizado por los urbanistas Juan Arturo Guerrero y Vicente Sánchez de León fue la semilla que comenzó a elaborar la transformación del barranco con el aspecto que se le conoce en la actualidad. En este sentido, el texto ya planteaba la construcción de la carretera que techaría parte del barranco.

El papel de la flora y fauna

El botánico indica que el principal actor del cambio para la transformación verde de la zona son los árboles. Bramwell indica que los árboles tienen muchos más beneficios que dar sombra y embellecer los espacios. "Producen oxígeno, almacenan carbón y dióxido de carbono, reduciendo la cantidad de gases de invernadero en la atmósfera. Limpian el aire de otros elementos tóxicos producto de la vida moderna como el transporte", expone. El libro ofrece varios datos reveladores sobre la importancia de este tipo de vegetación. En el caso de los árboles frondosos en un solo año pueden producir suficiente oxígeno para la respiración de más de diez personas, "un hecho muy importante en ciudades con una densidad de población donde el nivel promedio de oxígeno es un 6% por debajo de las áreas no urbanizadas". Los beneficios que produce la naturaleza en los seres humanos también son relevantes, estar en este tipo de ambientes reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en el cerebro.

El proyecto que plantea Bramwell entre sus páginas también tiene un fin educativo. Con motivo de la plantación de nueva fauna, el botánico proponía etiquetarlas con el nombre, país de origen y usos de cada especie bajo el concepto de ‘Ciudad Jardín Botánica’ para favorecer el acercamiento de la población a la naturaleza. La importancia de la educación en este ámbito la suscribe el presidente del Gabinete Literario, -una de las entidades patrocinadoras-, Juan José Benítez de Lugo y Massieu: "Es un libro tan importante que debería ser enseñado en los colegios porque además es muy didáctico y está explicado de una forma comprensible".

El libro El Nuevo Guiniguada fue el último legado del botánico británico que dedicó gran parte de su carrera al estudio de la flora y fauna canaria. Un trabajo supervisado por su hijo, Alex Bramwell, que asegura que su padre defendía que "la naturaleza no se protegía detrás de una valla sino que tenía que existir una unión entre la sociedad y la naturaleza" y de ese pensamiento nace el libro. 

El sabio de la botánica isleña

David Bramwell en una foto de archivo. josé carlos guerra

David Bramwell fue un referente para la botánica de Macaronesia. De origen británico, se consolidó en las Islas en primer lugar gracias a su tesis doctoral sobre la taxonomía y biogeografía de los tajinastes. Su fallecimiento, el pasado 20 de enero de 2022 recibió las condolencias de colegas como representantes políticos como fueron el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres o el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales. Sus logros fueron muchos fue galardonado con el Premio Canarias, tuteló la Cátedra de la Unesco de Conservación de la Biodiversidad Vegetal en la Macaronesia y el oeste de África y dirigió las tesis doctorales de muchos estudiantes. Sus obras escritas contando los artículos científicos, periodísticos y de libros se pueden contar en centenares. Los diez libros que publicó en vida analizan la flora de Gran Canaria, La Gomera, así como del Archipiélago en general desde diferentes puntos de visa como los usos medicinales o la historia de la naturaleza.

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