FIESTAS FUNDACIONALES: HONORES Y DISTINCIONES DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

Un centenario con medalla de oro

La comunidad salesiana de Las Palmas de Gran Canaria recibe el galardón en un año en el que han festejado un siglo de estancia en la ciudad

Fiesta en el centro de Ciudad Jardín con motivo de la visita del rector mayor de los salesianos, Ángel Fernández Artime, por el centenario de la institución.

Fiesta en el centro de Ciudad Jardín con motivo de la visita del rector mayor de los salesianos, Ángel Fernández Artime, por el centenario de la institución. / L. SÁNCHEZ

La comunidad religiosa y educativa de los salesianos lleva un año de fiesta. En mayo celebró su centenario en la Isla con la visita del décimo sucesor de Don Bosco, Ángel Fernández Artime, y este mes de junio recibe la medalla de oro de la ciudad con motivo de sus fiestas fundacionales. Atrás queda la escuela de artes y oficios que los salesianos ubicaron en la finca de las religiosas del Sagrado Corazón en la carretera del Puerto, hoy Ciudad Jardín, no así su compromiso con la educación, los jóvenes y los más necesitados. 

El director de la obra salesiana de Las Palmas de Gran Canaria José Carmelo Pulido Morales manifestaba hace unos días que han acogido el premio «con mucha alegría», conscientes de que la labor que realizan en diferentes ámbitos educativo, parroquial, juvenil y de cercanía con los barrios en los que han estado trabajando y están como Ciudad Jardín, Don Zoilo, Los Giles y Schaman sigue fiel al carisma del fundador de la institución Don Bosco. «Agradecemos el galardón por lo que significa el Ayuntamiento como representación de todos los ciudadanos», indicó Pulido, que añadió que perciben el cariño que la gente de la ciudad y de la isla tiene hacía la comunidad salesiana y a toda su obra. 

La comunidad religiosa llegó a la isla en 1923, y un siglo después su labor educativa, parroquial y social sigue en pie

La institución llegó a Canarias en agosto de 1923 La petición venía de largo, del mismo Obispo Cueto que en 1898 encomendó al párroco de La Luz que escribiera a la comunidad salesiana de Barcelona, donde se habían instalado la inspectoría de España, para la creación de un centro para niños en la ciudad dada la fama que en materia educativa había adquirido la comunidad religiosa en Europa y América desde que en 1874 los salesianos tuvieran el visto bueno de la Santa Sede. 

Escuela de Artes y Oficios, el comienzo

 La venta de la finca de las religiosas del Sagrado Corazón aceleró el proceso al encontrar un espacio adecuado para una Escuela de Artes y Oficios con la ayuda de filántropos como Alejandro Hidalgo Romero y Santiago Ascanio, que aportaron dinero a la obra salesiana para que se instalarán en la capital. La cantidad,, sin embargo, no fue suficiente, y tras unas campañas en prensa sobre la necesidad de que el Cabildo insular y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se implicaran en la compra para el bien de la ciudad, finalmente fue la institución insular la que aportó las 200.000 pesetas necesarias [1.202,02 euros] para la adquisición del inmueble, que descongestionaría también el hospital de San Martín y el de San Lázaro, que albergaba a enfermos mentales, mujeres y niños de la calle, y el orfanato de San Antonio.

La comunidad religiosa se hizo cargo de los niños varones, mayores de 8 años que tenía la corporación insular, que además añadió 50 pesetas por cada uno de ellos para vestirlos, así como darles material escolar. Los salesianos se comprometían a cambio a cuidar de su manutención, darles educación, asistencia médica e instrucción religiosa y moral.

El director de la obra en Canarias José Carmelo Pulido declara que la congregación siente el cariño de la gente

El 2 de noviembre de 1923 El Diario de Las Palmas, cabecera de Prensa Ibérica, publicaba en primera página El Régimen de las Escuelas Salesianas y las condiciones para ingresar en ellas, abierta también a las familias con recursos. «Este centro benéfico tiene por fin principal la educación cristiana y formación técnica de los jóvenes de la clase obrera que del aprendizaje de un arte u oficio esperan los medios de subsistencia. No hay quien no vea la urgente necesidad de recoger y cuidar a tantos pobres niños como se ven vagando unos por las calles, sin más porvenir que la ociosidad y el crimen, y acudiendo otros a fábricas y talleres donde estragan las costumbres y padecen el contagio de una ideología funesta», decía la noticia.

Aquellos males se remediarían en los talleres de Imprenta, Encuadernación, Carpintería, Sastrería, Zapatería y Hojalatería que abrirían los salesianos el 8 de diciembre de 1923. La comunidad tenía expectativas de ir montando otras especialidades en Talla y escultura, Cerrajería, Mecánica y reparación de automóviles, muestra de las necesidades de aquella sociedad de principios del XX. 

En 1959 se rompen los lazos con el Cabildo insular y la Escuela de Artes y Oficios da paso a un colegio educativo, que hoy cuenta con 1.300 alumnos. La comunidad también tiene a su cargos dos parroquias -Santa Catalina y María Auxiliadora-, un centro juvenil y una fundación, que ha logrado dar trabajo a a más de 200 jóvenes sin formación.

 «Lo más visible es el colegio, pero también hacemos una labor social dando clases de español a inmigrantes, colaborando con Cáritas o facilitando acceso al trabajo a jóvenes sin formación», comenta el director de la obra salesiana sobre la labor que realizan en la actualidad. Su máxima preocupación en el siglo XXI sigue siendo los jóvenes, su educación y su incorporación a la vida social.

Suscríbete para seguir leyendo