Quiero empezar dando las gracias a la comunidad universitaria por su participación en las elecciones a rector; a los que depositaron su confianza en nuestro proyecto, como a los que lo hicieron en las otras opciones. Pasadas las elecciones, el rector electo será el Rector de todos, principio que, durante aquella etapa, repetimos insistentemente los tres candidatos.

Aprovecho este momento para agradecer al profesor Alberto Montoya Alonso y al profesor Eduardo Galván Rodríguez el esfuerzo realizado por ellos y por todos los compañeros y compañeras que formaron parte de sus candidaturas. Sin duda, el debate que hemos mantenido durante el periodo electoral beneficiará a la universidad, y algunas de sus ideas y, previsiblemente, algunos de sus miembros, se incorporarán a nuestro equipo. Porque, insisto: la elección a Rector ya ha pasado y lo único que nos debe importar a partir de ahora es nuestra Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Quiero agradecer al rector D. José Regidor García y a los miembros de sus equipos de gobierno la labor realizada durante los últimos años, de los que he podido compartir cuatro años y medio. Gracias querido Rector por haberme dado la oportunidad de adquirir la experiencia de gestión necesaria para poder afrontar este importante reto.

Isaac Newton decía en una carta dirigida a su amigo Robert Hook: "Si he conseguido ver más allá es porque estuve subido sobre las espaldas de gigantes". Por ello, nunca olvidaremos que nuestra labor se apoya en la realizada por nuestros predecesores, entre los que incluyo al mencionado profesor Regidor, pero también a sus predecesores, los profesores Manuel Lobo Cabrera y Francisco Rubio Royo, a quienes agradezco su dedicación y lo mucho que he podido aprender de ellos. Gracias a los tres.

Reconozco que lo más gratificante de esta etapa que hoy iniciamos es el amparo del conjunto de personas que me acompañarán en esta singladura. El gobierno de la universidad no es solo del rector: requiere de un equipo que ejecute su labor bajo la máxima coordinación y con similares estándares de experiencia, cualificación y cercanía en el trato humano. Creo sinceramente que las mujeres y hombres que me acompañan en el equipo de gobierno poseen trayectorias personales, científicas y académicas que permiten mirar con optimismo el futuro de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Queridos compañeros vicerrectores y vicerrectoras, a partir de mañana conjugaremos este discurso en plural. Muchas gracias por su confianza.

Fernando Savater en El Valor de Educar destaca el papel de la familia en la educación "porque en ella se adquieren los comportamientos y actitudes que le servirán de ayuda en la vida adulta". Permítanme que dedique unos momentos a agradecer al papel de mi familia en mi educación, que proyecto en forma de optimismo, tenacidad, vocación de servicio y compromiso social, ingredientes esenciales para que haya decidido afrontar el reto de ser rector y hoy me encuentre ante ustedes pronunciando este discurso. A todos ellos, los que están hoy aquí y los que no pueden estar, muchas gracias.

En mi propia familia he tenido la gran suerte de compartir estos valores por muchos años con mi esposa, Geli, a la que agradezco particularmente su apoyo a la largo de toda mi trayectoria académica y científica. Sin duda será la que viva más directamente los sinsabores, desvelos y preocupaciones que me traerá el cargo. Serán tragos amargos, pero ni comparados con lo que hemos pasado juntos.

A todos ellos y a todos ustedes por acompañarme en el día de hoy, mi más sincero agradecimiento.

Durante los últimos meses hemos venido repitiendo esta idea a la que hemos dado forma en nuestro programa y que ahora pretendemos que guíe nuestra acción de gobierno; queremos abundar en la misión social de la universidad y que esto redunde de manera inmediata y tangible sobre la sociedad canaria: que ayude a transformarla. Como nos indica el profesor Bergan "una universidad puede legítimamente aspirar a formar bien a sus graduados, destacar en algunas áreas de investigación donde es muy competitiva y (con ello) servir a la comunidad que la aloja". Creo que la ULPGC se ajusta a este modelo, como gran parte de las universidades que participan del Espacio Europeo de Educación Superior y el Espacio Europeo de Investigación.

Educar para transformar es participar en la mejora social que se pueda lograr orientando, diría incluso transformando también, la labor de la comunidad universitaria. Este reto tan ambicioso, al tiempo que extraordinariamente atractivo, es precisamente lo que pretendemos. Llámenle si quieren la universidad de y para la ciudadanía.

Educar para transformar exige interiorizar los cambios que se están produciendo en la sociedad a escala global y a los que, sinceramente, no hemos sido muy reactivos. Las universidades públicas ya no son los únicos agentes que proporcionan formación en el nivel superior. La creciente demanda de determinados perfiles profesionales que aparentemente son los únicos que necesitan las empresas, proyecta la creencia de que las universidades públicas no están capacitadas y cualificadas para competir en este contexto. Este planteamiento es erróneo; por el contrario, las universidades públicas constituyen un referente social inigualable, con un alto nivel de confianza, credibilidad y fiabilidad. La investigación que genera la universidad pública tiene la capacidad suficiente de influir y orientar adecuadamente los procesos sociales y económicos. Pero hay que comunicar con la sociedad.

La plena comunicación con la sociedad es nuestra mejor arma para defender a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; el que esta sociedad comprenda los beneficios que la universidad reporta es la mayor garantía de su sostenibilidad. Por eso, estamos obligados a ser referencia en materias de preocupación social: que la sociedad observe y tome nota de qué se hace y cómo se hace en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Debemos transformar nuestros hábitos. Tenemos que divulgar de manera sistemática la ciencia que se hace en la universidad, pero también las actividades de tipo académico, artístico, cultural o deportivo que se llevan a cabo en la universidad, para que nuestro pueblo nos entienda y entienda también los cambios que se están produciendo en el mundo.

Educar para transformar es entender que la universidad ya no funciona por medio de un catálogo de titulaciones, sino que diseña las suyas propias, bajo un esquema cíclico de mejora continua coordinado por los sistemas de garantía de calidad. La calidad es una cultura que debe ser entendida así y que se debe extender no solo a los títulos, como estamos ya habituados, sino a toda la actividad de la institución, incluida la desarrollada por la administración y servicios. La meta final de este proceso es la acreditación institucional, a la que solo pueden aspirar las universidades públicas, como la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, para dejar claro a los ciudadanos lo que es una universidad y lo que no es una universidad.

Educar para transformar es desempeño investigador y transferencia del conocimiento: es potenciar las áreas competitivas de nuestra universidad y buscar sinergias para el máximo retorno y la transformación social.

Percibimos en nuestros dirigentes nuevas formas de entender la investigación que hacemos en las universidades públicas. El último discurso del candidato a Presidente de España incluía compromisos explícitos de incremento de la inversión en I+D para aproximarse en % PIB a los estándares europeos. Esta tónica también la ha adoptado el Gobierno de Canarias, que ha comenzado a lanzar programas e iniciativas que contemplan la necesidad de financiar la I+D como parte esencial de la consolidación del desarrollo económico. Todo el dinero es poco, podemos discutir lo que promueve o no el desarrollo, pero hay que reconocer que estas iniciativas constituyen un avance. En este mismo sentido, la apuesta decidida del Cabildo de Gran Canaria por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria como su aliado en políticas orientadas al desarrollo de la economía insular nos causa una enorme satisfacción.

Pero no se trata solo de recibir. En la universidad tenemos también que transformarnos para demostrar que podemos hacer el uso más eficiente posible de estos recursos. Tenemos que ser capaces de competir para retener y captar recursos humanos y talento para la investigación y mejorar la organización y la gestión de la investigación, la innovación y la transferencia.

Precisamente es la transferencia de conocimiento la faceta universitaria más transformadora de la sociedad. La Liga Europea de las Universidades de Investigación considera actividades de transferencia: las licencias y patentes, las consultorías, la investigación colaborativa, la creación de start up y spin-off, las actividades de los parques científicos, la formación continua de profesionales y el voluntariado en la difusión. Muchas de estas dimensiones ya están muy desarrolladas en la ULPGC, pero hay que continuar avanzando en otros aspectos como la formación para la transferencia, la integración de los doctores en las empresas o las políticas de formación permanente dirigidas al sector productivo, por poner algunos ejemplos.

Educar para transformar es pensar globalmente, actuando localmente. En un contexto global como el que vivimos, cobra especial importancia la garantía de acceso a una formación reconocida internacionalmente. El desarrollo de proyectos académicos y de investigación del máximo interés con organizaciones y empresas de todo el mundo se ha convertido en una obligación de las universidades. En este sentido, nuestra posición geoestratégica como puente de Europa hacia África Occidental, la Macaronesia y Latinoamérica, y nuestros avances en Asia nos permiten afirmar que la ULPGC "ha interiorizado la necesidad permanente de internacionalizar toda su actividad", haciendo de la internacionalización una de sus fortalezas. En este contexto, no debemos olvidar que existe un mercado de gran demanda como es el latinoamericano, al que debemos atender con un buen modelo de aprendizaje a distancia, de forma que se pueda acceder a nuestros programas en condiciones económicas más acordes con su contexto socioeconómico y las posibilidades reales de movilidad de sus ciudadanos.

Que la sociedad perciba a la ULPGC como una universidad verdaderamente internacionalizada va a depender de las acciones que podamos desarrollar y que proyecten a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria hacia el exterior a través de la movilidad, la cooperación, la investigación o a través del empleo y el emprendimiento. Todo ello, aderezado con nuestra participación activa en foros internacionales universitarios, en especial los europeos. En definitiva, ser mucho más visibles, mucho más europeos.

Educar para transformar necesita a las personas, necesita de la implicación de los miembros de la comunidad universitaria

En nuestro desempeño docente debemos avanzar hasta la definición de un perfil de enseñanza y aprendizaje con el que poder recuperar las condiciones para la mejor docencia posible. Nuestro profesorado es un profesorado comprometido y de calidad que obtiene las mejores calificaciones de sus estudiantes, aún cuando se han visto forzados a una adaptación al EEES poco programada en España, casi improvisada; con grandes restricciones económicas y con la presión añadida del posicionamiento en los rankings.

Como se publicaba recientemente en el periódico El Mundo, el profesorado universitario se ha convertido en un profesorado orquesta, expresando metafóricamente que, al igual que sucede con los músicos, toca al mismo tiempo varios instrumentos. Leo textualmente "Un profesor universitario medio debe preparar e impartir clases, seminarios, prácticas de laboratorio, tutorías con decenas o centenares de alumnos a su cargo en distintos grupos, títulos y niveles. Corrige exámenes, trabajos de clase, participa en reuniones presenciales de coordinación, control y calidad y se pone al día en conocimientos y metodologías. En el aspecto investigador, dirige tesis de doctorado, supervisa los trabajos de investigación de estudiantes de fin de grado y máster, proyecta y desarrolla su propia investigación, dedica tiempo a su estudio, busca financiación, gestiona la parte administrativa y financiera de los proyectos, organiza grupos humanos altamente cualificados, acude a congresos, difunde los resultados mediante publicaciones científicas, manuscritos y presentaciones. También hace transferencias, prototipos, patentes. Explota las innovaciones y fomenta el emprendimiento, contribuye a la gestión y el gobierno interno de la universidad, participa en organizaciones científicas externas, en comités asesores, paneles de evaluación y tribunales académicos o de acceso y promoción de nuevos profesores. Esta agotadora lista de funciones forma parte de la rutina habitual, aunque no diaria, de una parte importante de los docentes (no de todos). Y en todas ellas interviene, además, una complicada burocracia que obliga a gestionar solicitudes, permisos, informes, auditorías o justificaciones. Un aspecto que, si bien contribuye a rendir cuentas, acaba, cuando menos, por ensombrecer la verdadera función docente e investigadora".

Medir toda esa actividad y sus resultados es lo realmente importante en un tiempo en el que se impone la valoración del trabajo por objetivos que ya empieza a aplicar muchas administraciones, incorporando la posibilidad del trabajo desde casa sin presencia física. En este ámbito, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria dispone afortunadamente de un marco reglamentario que mide toda esta actividad del profesorado. Sin embargo, este instrumento ha de ser modificado para mejorar las condiciones en las que nuestro profesorado desarrolla su labor docente.

Por nuestra parte, como docentes, debemos cambiar algunas de esas rutinas. Me decía un viejo profesor que "no es posible que sigan ustedes dando las clases como me las dieron a mí a mediados del sXX, o que la metodología, con los avances en materia tecnológica, siga siendo la misma y aparentemente válida para todas las áreas del conocimiento". Definitivamente, tenemos que avanzar hacia una docencia más integrada en el nuevo contexto social que nos reclama la inclusión de nuevas competencias más acordes con el mercado de trabajo; una docencia para un nuevo tipo de estudiante con diversidad racial y social y con diferencias en su acervo académico; una docencia que facilite la incorporación de estudiantes de FP y atienda a sus necesidades; una enseñanza para un modelo de aprendizaje centrado en el estudiante que nos permita abordar su formación teniendo en cuenta el área de estudio; una enseñanza para un estudiante que reclama claros resultados del aprendizaje y el diseño de nuestro modelo para el e-learning, asumiendo que la tecnología es el instrumento y no el fin.

Por otra parte, la transformación en el ámbito de nuestra administración y servicios nos debe conducir al impulso definitivo de la modernización administrativa, mediante el desarrollo e implementación de la administración electrónica o la protocolización de procedimientos que incidan positivamente en la simplificación administrativa. Tenemos que extender la cultura de la calidad a la administración y los servicios, así como transformar nuestras dinámicas y ajustarlas de acuerdo con las exigencias de los estándares de calidad al uso.

La implicación del personal de administración y servicios será difícil si no tomamos en consideración el factor humano. Todo profesional debe realizar su trabajo en condiciones de estabilidad laboral; debe sentir que su formación es la adecuada, para evitar las frustraciones, y conocer con claridad los pasos que debe seguir para el desarrollo de su carrera profesional. Como dice Vicente Espinel en su obra 'Vida del Escudero Marcos de Obregón', "El que con buen ánimo acomete el trabajo, la mitad tiene hecho".

La razón de ser de una universidad y de su profesorado son los estudiantes. No nos confundamos: la universidad forma más allá de las estrictas necesidades del mercado de trabajo. Para empezar, porque gran parte de los trabajos del futuro no existen en la actualidad: precisamente serán creados por nuestros estudiantes universitarios. Además, aparte de transmitir contenidos, la universidad, como centro de generación de conocimiento y reflexión, imprime valores y hace personas y esas personas son las que a su vez construirán la sociedad del futuro.

No obstante, el destino de nuestros egresados importa. Según estudios recientes, el 89% de los estudiantes de universidades europeas demandan claros resultados de aprendizaje que aumenten sus posibilidades de empleo. Tenemos que contribuir a la formación de un tipo de estudiante activo y emprendedor, a dotarlo de capacidad de autodiagnóstico para el empleo, a formarlo en la construcción de su trayectoria curricular a través de programas específicos que incentiven sus aspectos creativos y activos, su conformación como personas flexibles, competitivas y conscientes de la necesidad de formación permanente. Estudiantes a los que vamos a ayudar en su camino hacia su primer empleo, ya sea propio o por cuenta ajena.

Con nuestro proyecto queremos contribuir al crecimiento y la transformación de la sociedad canaria, participando en el nacimiento de la nueva generación de empresarios de Canarias.

En este propósito, tenemos que incorporar al perfil de egreso de nuestros estudiantes competencias lingüísticas que ya son normales en otros países europeos. Con la mejora de sus competencias lingüísticas, también mejorarán sus capacidades para el empleo en un mundo global y, al mismo tiempo, la Universidad podrá ampliar sus horizontes para la realización en el exterior de prácticas de grado y máster, así como para la realización de doctorados industriales en empresas extranjeras.

Como recogen los Estatutos de la ULPGC, estudiantes de la Universidad son todos aquellos que cursan estudios en ella. Por tanto, no podemos olvidarnos de los programas para mayores que la ULPGC desarrolla y que seguirá desarrollando y, que, en la medida de sus disponibilidades presupuestarias, hará que sigan creciendo. En el año 1999 se creó el programa Peritia et Doctrina, creación de la que fui partícipe como Director de Acceso y de la que me siento muy orgulloso por la relevancia social que ha logrado alcanzar. Sin embargo, este programa ya tiene más de 16 años y desde sus comienzos no se ha vuelto a reflexionar sobre su adecuación a las circunstancias y las necesidades actuales de la sociedad. En este sentido, ha cambiado el perfil de los estudiantes y se han incorporado estudiantes nuevos con un perfil educativo muy distinto, por lo que estamos obligados a dedicarles la atención que merecen.

También son estudiantes de nuestra universidad todos los que cursan nuestra oferta de títulos propios o formación permanente. En este sentido, conviene tener en cuenta que, en el año 2000, el Consejo de Europa estableció una estrategia para el empleo que contempla específicamente la formación permanente. De acuerdo con esta estrategia, se considera imperativo mejorar las cualificaciones e incrementar las posibilidades de educación y formación permanentes de los ciudadanos, otorgando un papel esencial a los interlocutores sociales. Según la Declaración de Berlín de 2003, el aprendizaje a lo largo de toda la vida maximiza el desarrollo personal y las oportunidades de empleo.

Como fórmula de transferencia y contexto que propicie la innovación social, queremos hacer crecer la oferta de títulos hasta la creación del Centro de Formación Permanente de la ULPGC, algo que haremos con la ayuda de las instituciones públicas de cada isla. Parece que esta idea ha llegado en buen momento, a decir de la entera disposición a colaborar que hemos recibido ya de los Cabildos de Gran Canaria y Fuerteventura y que seguramente se hará extensivo al resto, y a otras instituciones, como así ha ocurrido con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Señoras y señores, alguien dijo una vez: "Nada verdaderamente importante se ha conseguido nunca sin entusiasmo". Les aseguro que nos sobra entusiasmo para llevar adelante la tarea de educar y transformar.

Muchas gracias.