Cartas a Gregorio

El catorce de febrero y el amor en tiempos virtuales

El catorce de febrero y el amor en tiempos virtuales

El catorce de febrero y el amor en tiempos virtuales

Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

Paloma era una joven de 25 años que acababa de terminar sus estudios de periodismo y, como asidua a los medios digitales, se pasaba el día entre el ordenador, la tablet o el teléfono móvil. Apenas salía de casa y había creado su perfil en Linkedin con el que se relacionaba con amigas y amigos entre los que se encontraba un tipo muy agradable con el que se comunicaba a cualquier hora del día o de la noche. Ella había publicado su foto en la red, pero él solo tenía como referencia el icono de Anonymous.

Los mensajes que se enviaban formaban parte de ese tipo de intimidades que solo somos capaces de contar tras la relativa protección que nos dan las redes, así que le confesaba cómo sentía el calor de sus dedos al teclear, o que, entre las palabras que escribía, podía escuchar su respiración…

Nunca se habían visto hasta que Paloma un día de San Valentín, decidió que se encontrarían en una cafetería a media tarde.

Pero una cosa es expresar los sentimientos escribiendo en un ordenador y otra muy distinta hablar cara a cara.

Cuando llegó ese momento, el citado Anonymous que tenía 45 años, sabía que podría reconocer a Paloma por la fotografía de Linkedin, así que resolvió que pasaría un poco antes por la cafetería. Pero se encontró entonces que, además de joven, era una chica preciosa.

Tanto fue el impacto que le produjo, que fue incapaz de acercarse a ella, optando por desaparecer por entre las calles de los alrededores.

Estaba desolado y sin saber qué hacer, hasta que se le ocurrió enviarle un mensaje de móvil unas horas más tarde para decirle que era un amigo de su interlocutor en la red y que sabía lo de la cita de ese día, pero que, lamentablemente, su amigo había sufrido un accidente esa misma mañana en el que había fallecido.

Paloma, sorprendida por aquella trágica noticia, se quedó sin aliento, rogándole después que se encontraran para saber más de su amigo desaparecido.

Un par de semanas después se citaron los dos en aquella misma cafetería. Fue un encuentro breve en el que Paloma se mostró triste y él, incómodo por aquella complicada situación, apenas comentó alguna que otra cosa con la excusa de que se le había complicado el día, y sugirió que se volvieran a ver con más tiempo después de unas fechas. Pero Paloma, intrigada por su actitud esquiva, lo volvió a llamar al día siguiente…

Tuvieron que pasar tres meses para que Anonymous se atreviera a contarle toda la verdad, a lo que ella dijo que, atando los cabos, ya lo sospechaba, así que aquella relación se consolidó sin más incidentes.

Es lo que tienen esos amoríos, Gregorio, que hace que, en estos tiempos virtuales, tengamos que acostumbrarnos a cerrar los ojos para poder abrir el corazón.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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