Azul atlántico

El teniente general

Merece ser destacada y conocida la carrera de un general del Ejército del Aire, jefe del Mando Aéreo de Canarias, que acaba de ascender como Juan Pablo Sánchez de Lara

Juan Pablo Sánchez de Lara.

Juan Pablo Sánchez de Lara. / LP

Fernando Canellada

Fernando Canellada

Corruptio optimi pessima. La expresión latina ya advertía que la corrupción de los mejores es la peor de todas. Desmoraliza a los ciudadanos ver a un diputado del Congreso como el exsocialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo en un burdel con prácticas indeseables y a un teniente general de la Guardia Civil haciendo negocios con presuntos delincuentes, corruptos o corruptores. ¿Cómo van a pedir honradez y fidelidad a la ley, a los miembros de la Benemérita que se enfrentan a diario a lo más duro de su servicio, si los que disfrutan de las mayores ventajas actúan como forajidos contra los que confían en ellos y les respetan?, se preguntaba Fernando Savater en un artículo en el que analizaba la corrupción como «cáncer de la democracia».

El teniente general de la Guardia Civil Pedro Vázquez Jarava ha sido procesado en varias causas del caso cuarteles y el general Francisco Espinosa Navas está encausado y encarcelado por el caso mediador. Ambos han enfangado el nombre de la Guardia Civil por la supuesta corrupción en su empleo al servicio de la Patria. El que la hace la paga, repiten todos. Y aunque los generales supuestamente corruptos ocupan hoy titulares, informativos de televisiones y debates políticos, hay muchos más que cumplen con ejemplaridad su labor.

Aquí se trae a un notable ejemplo. Estas líneas pretenden destacar la laureada ejecutoria de un militar que nada tiene que ver con estas historias de corrupción. Todo lo contrario. Su figura dignifica la profesión militar y enaltece el servicio al Estado de una institución como las Fuerzas Armadas que gozan de la más alta valoración de los españoles.

Merece ser destacada y conocida la carrera de un general del Ejército del Aire, jefe del Mando Aéreo de Canarias, que acaba de ascender al empleo de Teniente General como Juan Pablo Sánchez de Lara. Murciano, nacido en 1963, casado con una extremeña de nombre Asunción, con la que ha tenido dos hijos y una hija, sigue la tradición partera en el ejercito del Aire y es, a su vez, hijo y hermano de generales. Piloto de caza y ataque, profesor de vuelo, experimentado en cursos de la OTAN con su expresión en inglés y francés, Sánchez de Lara fue seleccionado para formar parte del cuarto curso de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, especialidad que ejerció en la Casa del Rey. Fue director de la Escuela de San Javier, al igual que su progenitor, y de la Academia General del Aire. Han conocido sus habilidades aerotácticas en Bosnia Herzegovina y en Yibuti, dentro de la Operación Atalanta. Ascendido a general de brigada en 2017, ya como general de división asumió el mando aéreo de Canarias el 16 de junio de 2020 en plena pandemia de coronavirus con un país confinado con 2.000 efectivos a sus órdenes. Desde el último día del pasado febrero es Teniente General.

Aire fresco

Sánchez de Lara, que acaba de ofrecer una conferencia sobre los primeros hidroaviones en Gran Canaria, es un soplo de aire fresco en medio de esta campaña de desprestigio de la profesión militar. Sobrio en sus modos y ponderado en su expresión, se ha acreditado como persona de inteligencia y energía, cabal y representativo de lo mejor de los aviadores. La llegada en medio del azote del covid no le ha impedido adaptarse a la vida de Las Palmas de Gran Canaria con naturalidad y sencillez.

Figura atrayente, con aspecto de actor de cine del más clásico Hollywood, sabe escuchar con respeto, se ha ganado méritos y gran prestigio. Su serenidad y seriedad le sirven de credenciales en la profesión y en la sociedad canaria. Y a diferencia de algunos indignos mandos, Juan Pablo Sánchez de Lara tiene claro que «mandar es servir».

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