Reflexión

Cenas sin política, religión o fútbol

Para celebrar una Nochebuena o una Navidad familiar pacíficas, con la abuela, los «cuñaos», los hijos y los nietos debemos guardar ciertas normas, no escritas pero esencialmente cumplibles

Cena de Navidad.

Cena de Navidad. / Archivo

Fernando Granda

Fernando Granda

Llegan las cenas y reuniones familiares. La Navidad se entiende como unos días de paz. No la habrá en el mundo con tantas guerras (según varias ONG que se encuentran paliando sus efectos, una treintena de conflictos armados siembran nuestro planeta), pero al menos en la familia hemos de procurar la paz por un día.

Para celebrar una Nochebuena o una Navidad familiar pacíficas, con la abuela, los «cuñaos», los hijos y los nietos debemos guardar ciertas normas, no escritas pero esencialmente cumplibles. Lo que nos lleva a algunas restricciones pero unos días son unos días y respetar esas normas es primordial. La regla esencial será cuidar nuestra conversación.

Hablar de política, de religión o de fútbol queda totalmente prohibido.

De política porque ya sabemos que tu cuñado piensa totalmente lo contrario que tú. Te replicará en cuanto abras la boca. Si es que ya lo sabes. Estás callado, saboreas el consomé, te entusiasmas con alguno de los aperitivos y cuando te pones a elogiar la idea de poner unas gambas rojas a tu «cuñao» le gustan más las gambas blancas. De las gambas pasamos a la ocurrencia de presentar una ley que permita aumentar los días de maternidad y cobrar el sueldo completo durante cuatro meses, tanto a la madre como al padre. ¡Claro– dice el «cuñao» que montó un pequeño negocio el verano pasado–, el caso es no dar golpe. Así va la economía! La economía va como el AVE... Eso es, de retraso en retraso. Y de Sanchís pasamos a Filloa y terminamos discutiendo si Trampa es mejor que Bidé.

De religión tampoco. La abuela dice que ya nadie va a los oficios y que la misa de gallo que antes se celebraba a las doce de la noche ahora la han pasado a las doce de la mañana. Ya ni es del gallo ni de nada. ¡Abuela, si la han cambiado para que puedas ir, que a esas horas no era muy conveniente para la gente mayor! Pamplinas, es que los curas cada vez son más cómodos. Y anda que el Papa, un día lo vamos a ver con pantalón corto y con pajarita. Al paso que vamos…

De fútbol ni mencionarlo. Porque el VAR es una porquería y no sirve para nada. Se equivocan siempre y no sé para qué tiran la raya si luego por una nariz, que en la tele no se aprecia, le pitan un fuera de juego a Djuka que no lo era y además le dejan jugar hasta que el pobre remata y canta gol… Pues anda que lo que le pitaron a Borja, que le rompieron la camiseta de un tirón, le plantaron los tacos en los morros y al final dijeron que era una falta en ataque cuando la jugada seguía tres minutos más tarde y en el campo contrario, cuando el balón rebotó y casi termina en córner. Calla, calla que los «culomoyau» parecéis de manteca y no se os puede tocar. Pues los carbayones estáis para hablar, sois los reyes del empate porque no metéis un gol ni en los dibujos de Oliver y Benji.

Claro que los niños no quieren el consomé, solo hablan de cuando tomamos el turrón y se tiran los guisantes que vienen con el cordero. A la cuñada le sienta mal el cordero y prefería el besugo. Y Melu y Vani, que son veganos, rechiflan a la mesa porque no hay nada que comer. Consomé de pavo, gambas al ajillo, jamón serrano, cordero a la espalda, lubina al horno, flan de queso, turrón de yema… ni soja, ni quinoa, ni tofu, ni krunchy de turrón de avena con chocolate sin trazas de miel…

Mientras tanto los villancicos de paz, campanas y angelitos, a todo trapo en «Spotify» porque en la radio y en la tele no hablan más que de política, de fútbol y de los mercadillos alemanes… que la mayoría ¡son protestantes!

Tengamos la cena en paz: Hablar de política, de religión o de fútbol queda totalmente prohibido.

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