Azul atlántico

Un ministro putañero

Franco nombró a Sainz Rodríguez que acudía a los lupanares en coche oficial, hoy otros fichan a los porteros de los clubes

Koldo García.

Koldo García. / Efe

Fernando Canellada

Fernando Canellada

A estas alturas no parece necesario mucho esfuerzo para justificar la gravedad y la extensión de la corrupción en nuestro país.Otra vez. Es un fenómeno, un síntoma, del tipo de sociedad que hemos montado. Es evidente que suele ser más bien la regla que la excepción. Avergüenza y descorazona contemplar como ‘koldolandia’ se extiende, incluso, y es lo más vomitivo, aprovechando una pandemia, con métodos que creíamos apartados de los ‘viejos’ partidos. Ingenuos, cuantos Koldos nos quedarán por descubrir.

Franco también nombró a un ministro putañero. No solo Pedro Sánchez ha tropezado en esa piedra, aunque no nos consuele el mal de muchos. Pedro Sainz Rodríguez, autor del bachillerato que estuvo en vigor en el arranque del franquismo hasta la década de los cincuenta, fue nombrado ministro en enero de 1938, en plena guerra, aunque rápidamente lo dejó. Era monárquico y epicúreo. Se le reconocía tanto por su cultura académica como por su promiscuidad sexual y su glotonería. Franco, que sospechaba de sus maniobras para restaurar la monarquía, lo apartó molesto por su vida y lujuria. Era un catedrático acreditado en restaurantes, casinos y lupanares, que visitaba los clubes de alterne en su coche oficial. Sainz Rodríguez acabó exiliado en Portugal hasta la muerte de Franco.

A la ruina

Lo de Ábalos es diferente. Del club de alterne fichó a un vigilante como asesor. Gracias a su exesposa Carolina Perles descubrieron en Moncloa el mal camino del entonces ministro. «Koldo lo lleva a la ruina», avisó esta policía local de Valencia, que sabía de lo que hablaba. Valientes y sacrificadas mujeres como Carolina Perles; la exesposa de Luis Roldán; la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola; y a las ‘ex’ de Francisco Álvarez-Cascos, por citar tres casos, han hecho tanto por la lucha contra la corrupción en España como la propia Fiscalía. Ante el cercano 8-M, con tantos ejemplos femeninos de mérito, hay que reconocer a quienes desde el silencio y la vergüenza ajena han contribuido a destapar tanta mentira política y a avanzar hacia una mejor democracia. Falta nos hace.

Suscríbete para seguir leyendo