Opinión | Punto de vista

Víctor Morales Lezcano

Agustín de Betancourt (1758-1824): bosquejo de una exposición

Agustín de Betancourt (1758-1824): bosquejo de una exposición

Agustín de Betancourt (1758-1824): bosquejo de una exposición / La Provincia

Ha sido un acierto más de la proyección visual en la que abunda la madrileña Biblioteca Nacional de España (BNE), sita en el paseo de Recoletos, una exposición consagrada a Agustín de Betancourt. Figura relevante de la ingeniería y arquitectura civiles en la España de la Ilustración; en particular, la correspondiente a los reinados de Carlos III y Carlos IV.

Agustín de Betancourt vino al mundo en el tinerfeño Puerto de la Cruz; puerto marítimo y una de las más sobresalientes puertas de entrada y salida en Canarias durante los decenios dorados del Siglo de las Luces.

Como venía sucediendo desde tiempo atrás, algunas destacadas figuras creativas de la España de entonces eran naturales del archipiélago constituido por las llamadas Islas Afortunadas, tal como sucedió con el polígrafo e historiador José de Viera y Clavijo (1731-1813) y ocurrió más tarde con Benito Pérez Galdós (1843−1920), dos personalidades insulares de marca mayor, estrechamente ligadas al orbe cultural hispano y europeo.

La exposición que aquí se comenta está centrada en un maestro forjador de la ingeniería civil en general, además de ser impulsor de las escuelas, los museos y de proyectos de gran modernidad en el inicio de la era industrial que se estaba gestando precoz y premonitoriamente en la Inglaterra de las máquinas de vapor. Sin embargo, las ciudades del país imperial europeo donde Agustín de Betancourt encontró asiento profesional consolidado fueron San Petersburgo y Moscú durante el reinado de Catalina II (1762-1796). Princesa de procedencia germana que hizo de Rusia una gran potencia del sistema político e internacional europeo, denominado pentarquía, en torno a los años del Congreso de Viena (1814-1815).

Se impone, pues, una visita a las siempre atractivas y metódicas exposiciones de la BNE, aunque la que aquí se comenta se concentra en la obra de una personalidad “constructiva” fuera de serie, como fue la de Agustín de Betancourt. Véase en el muestrario de esta exposición títulos expresivos del progreso mecánico de entonces, documentados, por ejemplo, en la Memoria de la fuerza expansiva del vapor de agua (Académie Royale des Sciences, Paris, 1790) y la Noticia del estado actual de los caminos y canales de España, causas de sus atrasos y defectos y medios de remediarlos (1803). Todos ellos fueron elaborados por Agustín de Betancourt en su fecunda trayectoria canario-madrileña y europea.