Opinión | CRÓNICA

El espejo roto

Los avatares que ha sufrido la obra mural de Felo Monzón demuestran la desprotección a la que está expuesto nuestro patrimonio cultural

'Composición de tres figuras', de Felo Monzón.

'Composición de tres figuras', de Felo Monzón. / La Provincia.

Hace unos días, mientras entraba en el Teatro Cuyás, me encontré con una chica que contemplaba el mural expuesto en su vestíbulo. Al acercarme comprobé con satisfacción que aquella joven se hallaba tan extasiada que no tuve más remedio que comentarle:

-Sorprendente, ¿verdad? Se trata de Composición de tres figuras, obra de Rafael Monzón Grau-Bassas más conocido como Felo Monzón, ¿lo conoce?

-La verdad es que no –respondió con un acento claramente peninsular.

-Pues fue, es y seguirá siendo un referente del indigenismo canario, aunque en concreto este mural esté realizado en un estilo a caballo entre ese movimiento por el que es mayoritariamente recordado y su mucho menos célebre fase constructivista.

-¿Entonces es una obra de transición?

-Sin lugar a dudas, se halla a medio camino entre una etapa de su trayectoria artística ya superada y la siguiente. Fíjese que presenta una armonía perfecta entre abstracción y figurativismo, al estar formado por unas líneas geométricas que representando figuras vegetales lo dividen en varios planos al mismo tiempo que se armonizan con su trío protagonista, trasunto local de las tres Marías, las tres Parcas, las tres Gracias, las tres Horas y las tres Furias, que se repite en los árboles de la izquierda.

-¿Pero es una escena canaria?

-¡Cómo no, en esos endemismos!, además, sus vestiduras demuestran que se trata de campesinas, mujeres sencillas, pobres y con casi toda seguridad analfabetas, pero advierta un detalle que pasa desapercibido a la mayoría: a pesar de su cansancio y su condición humilde no bajan la vista ante los sofisticados urbanitas que, como nosotros, las observan, sino que devuelven la mirada desafiantes, con la cabeza bien alta como si quisieran reivindicar el orgullo que esa burguesía les negaba continuamente. Por eso el gran cardón de la derecha simula una mano alzada realizando el saludo falangista, mientras los árboles de la izquierda hacen la uve de victoria.

-¿Está diciendo que este mural quiere transmitir un mensaje político?

-Y algo más, porque el cardón que está sobre la mujer del centro forma dos letras: VU, mientras que el tallo floral del agave situado a su izquierda forma, en su extremo superior, las letras LV bajo las cuales aparece una A gigante rodeando su roseta.

-¿Entonces el mural oculta la palabra vulva?

-Que a su vez está representada en el agave.

-¿Cómo es posible?

-Felo Monzón fue un hombre de izquierdas que durante la Dictadura pagó caro sus convicciones pasando siete años recluido en diferentes campos de concentración y cárceles, así que se trató de un firme defensor de los derechos de los trabajadores en general y los de la mujer trabajadora en particular, en una época en la que la pobreza, como estos tres personajes, tenía rostro femenino, pues no sólo ganaban menos que los hombres, sino que la mayoría eran analfabetas y todas estaban sometidas a los varones.

-¿Todas?

-Sin excepción, pues primero eran esclavas de sus padres, luego de sus maridos y si trabajaban acababan siéndolo también de sus patronos, en una sociedad que al mismo tiempo que restringía al mínimo sus expectativas laborales potenciaba su papel como esposas sumisas y sobre todo como madres resignadas prohibiendo el divorcio, la anticoncepción y el aborto en nombre de una férrea moral católica que sin embargo toleraba la forma de explotación femenina más inmoral y deleznable…

-¿La prostitución?

-Lo ha adivinado a la primera.​

-Es que tengo la ligera impresión de haber visto algo parecido en otra parte…

-Es posible, porque esta obra presenta claras influencias del muralismo mejicano, más concretamente de sus tres grandes exponentes, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera.

-¿Qué Rivera? ¿El marido de Salma Hayek en esa película tan rara?

-Creo que se refiere a Frida Kahlo.

-Sí, la vi hace muchos años.

-El influyente muralismo mejicano dio origen al indigenismo canario, que nació en el seno de la Escuela de Arte Lujan Pérez en la cual Felo Monzón primero fue alumno y con el tiempo llegaría a ser profesor y director. Por eso, esta corriente también se denomina estilo ‘Escuela Lujan Pérez’, lo cual convierte a dicha institución en la única de este país que ha forjado un movimiento artístico.

-¿Cómo surgió?

-Cuando sus miembros trataron de construir una nueva identidad mediante una forma totalmente innovadora de entender nuestra idiosincrasia.

-¿Pero de qué modo?

-A través de una visión realista de lo isleño, de los agricultores que, como estas mujeres, se deslomaban de sol a sol en campo y acababan con sus pieles curtidas y resecas. La pintura debía ser un espejo que reflejase fielmente a los canarios, lo cual suponía una concepción del arte en las antípodas de la idealización predominante. Y es ese deseo de realismo, que cuestiona el mito de las Islas Afortunadas, el que las presenta en medio de paisajes desnudos, agrestes, en los que en vez de lujuriosos vergeles apenas descuellan ejemplares de una flora desértica como las que aquí observa.

-¿Qué pretendían con eso?

-Reivindicar una realidad: la pobreza y explotación de una población que si acaso aparecía en un cuadro era de forma idealizada, dentro de esa imagen idílica que presentaba a Canarias como un paraíso.

-¿Cómo hace ahora la publicidad turística?

-Justamente.

-¡Es increíble!

-Pues la historia de este mural es aún más sorprendente que lo que representa, ya que se pintó cuando este edificio, que comenzó siendo un circo, se había transformado en cine.

-¿De cuándo data?

-De mediados del siglo pasado y se creía perdido hasta que en los noventa se reformó para transformarlo en teatro.

-¿Dónde estaba?

-Bajo dos capas de papel pin- tado.

-¡Habían empapelado encima!

-Si supiese todos los atentados que se han cometido y se comenten contra el patrimonio cultural isleño más bien se sorprendería de que no lo hubiesen destruido.

-¿Y cómo lo recuperaron?

-Con mucho tiempo, esfuerzo y dinero, pues con extremo cuidado lograron levantar las capas de papel que lo cubrían y tras extraerlo de la pared fue sometido a un proceso de restauración que duró tantos años que ascendió a diez millones de pesetas.

-Eso contradice lo que acaba de afirmar acerca del poco respeto que se muestra hacia el patrimonio.

-Cómo se nota que no es usted canaria, pues de lo contrario sabría que lamentablemente no todas las obras han tenido la misma suerte. Sin ir más lejos, la de Felo Monzón es un buen ejemplo de ello. En 1929, Cuando la Escuela Lujan Pérez estaba ubicada en el número tres de la calle San Marcos, pintó en una de sus habitaciones unos murales que fueron fundamentales para la historia de nuestro arte contemporáneo al marcar el pistoletazo de salida del indigenismo canario.

-¿Por qué habla en pasado?, ¿es qué ya no lo son?

-Lamentablemente no. Cuando la escuela se trasladó a otro emplazamiento sus posteriores ocupantes emprendieron una reforma que acabó arrojándolos a la basura.

-¿Está de broma?

-Ya me gustaría, pues no acaba ahí la cosa. En el Pabellón Fataga, que en la actualidad es un bodegón, había otro mural suyo que también fue destruido y se rumorea que en el bar restaurante El Bote, que se encuentra cerca de aquí, pintó otro que por exigencias del negocio acabó tapado por el menú del establecimiento, el cual, ironías del destino, ha terminado a su vez bajo otro mural de una artista canaria.

-¿A qué se debe tanta dejadez?

-A que la desidia ha permitido que continuamente se atente contra ese espejo identitario que supone nuestro patrimonio para que luego cueste una fortuna recomponerlo.

-Si es que aún quedan añicos.