Masas de personas lanzando las más variadas y peregrinas reivindicaciones se congregan en el lugar hasta el punto de que las arengas de unos llegan a solapar las de sus vecinos en un babel ininteligible de demandas.

La protesta estrella de hoy la protagonizan unos "dalits" (personas de la casta "impura" de los intocables) convertidos al cristianismo que exigen igualdad de derechos con respecto a los intocables de otras creencias.

"Esto está cerca del Parlamento y no estamos autorizados a manifestarnos allí. Por eso venimos aquí, porque tenemos la esperanza de que nuestras voces serán oídas", explica a Efe el reverendo Cosmonanakkaraj, uno de los organizadores del evento.

El padre Cosmonanakkaraj lidera a un ahora vociferante grupo social y religioso que por lo normal, afirma, es discriminado tanto en la Iglesia como en la sociedad.

Junto al marasmo de los intocables cristianos y en medio de un tráfico incesante, se alinean además en el lugar diferentes sindicatos, asociaciones y particulares, cada uno con sus respectivas quejas.

"Sólo podemos protestar aquí, frente a los hospitales o en cualquier otro sitio no podemos. El Gobierno tiene asignada esta zona para que todo el mundo proteste", comenta resignada la portavoz de la Unión de Enfermeras de Delhi, G. K. Khurana.

Estas enfermeras llevan ocho días de huelga de hambre y se declaran dispuestas a prolongarla "indefinidamente" a pesar de que sus reclamaciones avanzan "positivamente", a juicio de la propio Khurana.

Frente a ellas permanecen también en huelga indefinida de hambre los miembros del Sindicato de Empleados de Supermercados del Ministerio de Defensa, que perciben un salario mensual de 3.050 rupias (unos 48 euros) y reclaman que debería por ley ascender a 7.780 rupias.

"Únicamente pedimos que se implemente la orden del Ministerio de Defensa del 28 de abril de 2003, que nos da derecho a la paga mínima", suplica Trilok Singh Chauhan, secretario general del sindicato.

La sucesión de gente salmodiando quejas de toda índole no termina aquí, ya que más allá de los sindicalistas permanecen apilados en una pacífica sentada los miembros de la Asociación Progresista de Profesores de Madrasas del estado septentrional de Uttar Pradesh, exigiendo mayor formación financiada para los docentes musulmanes.

Tampoco faltan los veteranos del Ejército, que llevan semanas apostados para pedir cambios en el sistema de pensiones según los rango.

A la espera de que sus súplicas y reclamaciones sean atendidas, los heterogéneos huelguistas pueden pasar semanas e incluso meses en el "manifestódromo" de Jantar Mantar donde sobran las voces pero resulta palmario que permanecen ausentes los oídos de la clase política.

Las muescas de los instrumentos astronómicos del marajá dibujan los recorridos del sol, la luna y los planetas mientras a su lado los manifestantes, día tras día y noche tras noche, esperan sumisos, en sucesivas oleadas, una respuesta a sus demandas que, parece, nunca llegará.