Araceli Ruiz Toribios y Carmen Domenech son historia viva de la intrahistoria de los llamados niños de la guerra. Araceli dejó España en 1937 con destino a Rusia a los 13 años, y Dolores nació en 1946 en el país que les dió cobijo. Las dos mujeres se encontraron anoche en la Casa de Colón en la mesa redonda De la Historia a la Memoria: los Niños de Rusia, actividad de la exposición Entre Rusia y España. Recuperando la historia de los niños de la guerra.

La historia de ambas conduce a Rusia, aunque los avatares, primero por su condición de opositores a Franco, y luego por los condicionantes de pertenencia al partido comunista en Rusia, tuvieron distintos desenlaces. Araceli Ruiz Toribios nació en 1924 en Baños de Cerrato, en Castilla y León, pero se considera asturiana, de Gijón para ser exactos. Fue una de los 3.000 menores que fueron evacuados por mar gracias a la sensibilidad de las autoridades rusas. Ayer y tras reconocerse en varias de las fotografías de la exposición, recordaba que "la situación que había en Gijón era terrible. Las tropas de Franco bombardeaban la ciudad , y cuando Rusia se prestó a recoger a los niños, nos empezaron a reunir a los padres que estaban de acuerdo, y nos tenían concentrados hasta que llegara el barco francés que nos sacaría de allí".

El operativo no fue fácil, puesto que el crucero Almirante Cervera tenía la orden de "no dejar salir al barco con niños de gente republicana". Pero y según su testimonio, "los rusos se enteraron, y algo hicieron porque a eso de las 22.00 horas, ya estaba oscuro, mandaron a donde estábamos concentrados un autobús para que recorrieran a oscuras la ciudad y muy despacio, para llevar a los niños al puerto."

Unos 1.100 niños entre los 5 y los 13 años y algunos educadores entraron en un carguero de carbón de bandera francesa. Araceli iba con cuatro hermanas, la mayor de 22 años como educadora. "Salimos el 23 de septiembre de 1937 y llegamos a Saint Nazare, tardamos tres días, y allí nos estaba esperando un trasatlántico soviético precioso, un palacio comparado con lo que dejamos. Nos hicieron un reconocimiento médico, y nos dieron de comer caviar, no sabíamos que era aquello", señala Araceli Ruiz.

En Londres les esperaba otro barco y los dividieron en dos grupos. "Quedamos unos 500 y pico y llegamos al cabo de cinco días a San Petersburgo, y la gente nos esperaba como 'los hijos de la heróica España', una atención exagerada". Su destino era una de las casas de niños. "Encontramos lo que nos había faltado aquí y Rusia dio una educación fantástica al que quiso y pudo".

Araceli Ruiz terminó un curso técnico de cuatro años de construcción de puentes y carreteras, Y tres años estuvo trabajando en la ampliación de la autovía Moscú-Minsk". Cuatro años después terminó la carrera de ingeniera economista del transporte hasta que el estallido de la revolución cubana reclamó sus servicios. "Necesitaban gente que hablase los dos idiomas. Conocí a mi marido en Rusia, era de la cuenca minera y había terminado la carrera de abogado".

Ella y su familia junto a otros profesionales formados en Rusia se quedaron en la Isla. Ayer decía que gracias a que conoció a Ernesto Che Guevara en Pinar del Río fue posible organizar el traslado sus padres a Cuba donde se encontraron tras más de dos décadas separados. En dos semanas se produjo el encuentro con ellos. Araceli embarazada de su segunda hija. La primera había nacido en Rusia. A los cuatro meses de estancia en La Habana, "ellos volvieron a España y nosotros nos vinimos a Rusia". Araceli se puso a trabajar en el el comité estatal de radio y televisión durante doce años "donde me gané la pensión". La vuelta a España no se produjo hasta 1980. Quedó viuda al morir su marido un mes antes que Franco, y según cuenta "lo pasé muy mal porque me presenté a unas oposiciones de economista, me dijeron que era una economista soviética, ¡las ciencias no tienen nacionalidad!, y me metí donde pude como interna de unos españoles que habían emigrado a Colombia y regresaron con dinero a Gijón".

Del exilio a Siberia

El relato de Carmen Domenech, hija de Carmen Villaverde de la Roza es bien distinto. "Mis padres lo agradecerán, mi madre está muerta y mi padre vive en Argentina. Me dijo que gracias a todos por acordarse de todos nosotros", subrayaba ayer en la Casa de Colón respecto a la necesidad de una exposición de esta naturaleza.

El padre de Carmen salio de Valencia y la madre de Gijón. "Venía de Argentina y les pilló la guerra, su padre se metió en la CNT, él tenía once años y su hemano ocho". La madre de Carmen era huérfana cuando emprendió el viaje, y "cuando llegaron a Rusia los trataron muy bien; mi madre vino por el Báltico y mi padre desde Valencia".

En 1941 con la guerra de por medio, cada uno hizo lo que pudo. "Mi madre estuvo en Leningrado y fue de las últimas que salió hacia los Urales, y se conocieron en Moscú en el verano del 45, al poco quedó embarazada, y desde el partido la obligaron a casarse". Nació Carmen Domenech y al tiempo su hermana Josefina. Lo pasaron mal con episodios clínicos graves que derivaron en la muerte de su hermana, a los nueve meses.

Como quiera que el padre de Domenech quería irse a Argentina., "lo metieron preso por ir contra la Unión Soviética, con una condena de diez años en Siberia. Salió en libertad al morir Stalin", señala. Todo cambió. "Mi padre al salir de prisión se encontró que mi madre estaba con otro, porque ella se vio en el dilema de juntarse con alguién mayor que ella, que no quería, o uno de los más jóvenes". Cuando su padre salió de la cárcel Carmen tenía 8 años, y a su madre "la tiraron del trabajo por razones políticas". En 1956 "mi madre volvió a España y odiaba al Partido Comunista", sentencia.