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Entrevista | Magdalena Piñeyro

"A las mujeres se nos exige ser objeto de deseo para ser válidas en la sociedad"

"Nosotras no queremos que se pongan de moda las gordas sino que nos dejen vivir en paz con nuestros cuerpos", afirma

"A las mujeres se nos exige ser objeto de deseo para ser válidas en la sociedad"

Cuénteme de qué va el activismo gordofeminista y qué proyectos tiene en concienciación.

Trabajamos desde un colectivo llamado Stop gordofobia aunque hay muchos otros grupos que están haciendo activismo gordo feminista. Nuestro activismo está enfocado a la aceptación corporal y el derecho de las personas a vivir en los cuerpos que tienen. Luchamos contra la opresión que hay sobre nuestros cuerpos, en torno al control, a la disciplina, a la exigencia de la delgadez y abogamos por el derecho a amarnos tal cual somos y cesar la guerra que hemos emprendido contra nuestros propios cuerpos.

Ese activismo transforma el dolor en rabia y la rabia en grito. ¿Cuáles son los gritos más significativos entre los diez de su libro?

Creo que el primero y el último. El primer grito dice: Gorda no es un insulto. Muchas de las activistas gordas coincidimos en que el hecho de que gorda sea un insulto es una parte muy importante de la presión que sufrimos como gordas. En la medida en la que algo que nos define y define nuestro cuerpo se considera un insulto matemáticamente nos excluye, nos menosprecia e inferioriza. El hecho de reivindicar la palabra gorda como nuestra y que deje de ser un insulto me parece muy importante. El último grito resume todos los demás. Reza que tenemos derecho a existir y ser felices. Cualquier persona que vive bajo una opresión como la homofobia, la transfobia o el racismo, no puede estar bien consigo misma ni ser feliz o desarrollarse como persona porque las opresiones nos limitan la vida.

Funcionan con mucha conciencia de género, pero los hombres gordos también tienen su corazoncito...

Sí, totalmente, es más, de ellos también hablo en el libro y en el anterior donde analicé mucho la perspectiva de género y de cómo la gordofobia también afecta a los hombres. Lo que pasa es que el género supone una cuota más de presión sobre los cuerpos, es decir, a las mujeres se nos exige ser objeto de deseo porque si no parece que no tenemos validez en la sociedad, que no vale la pena nuestra existencia prácticamente. En la medida en que las gordas no cumplimos con esa cuota de belleza que se nos exige parece que quedamos fuera de la sociedad. Por eso el género es importante en este caso, aunque no quita que los hombres gordos también tengan que luchar contra ello. Hemos tomado mucho la voz en este activismo las mujeres, pero también hay chicos trabajando y espero que cada vez sean más.

Cuando son adultos pueden despreciar los complejos, pero de escolares también sufren mucho.

Yo misma sufrí discriminación por gorda en el colegio. Hablamos mucho dentro del activismo gordo que cuando una ha sido una niña o un niño gordo sufre muchísimo más que de adulto porque tienes toda una historia detrás de sufrimiento, de machaque psicológico, como todo un legado, una historia gordófoba detrás, que implica una identidad gorda que, a lo mejor la gente que engorda de adulta, no sufre tanto, sobre todo porque cuando eres pequeño careces de las herramientas para defenderte. Nosotras estamos creando herramientas de adultas, pero cuando eres niño necesitas que alguien te defienda y muchas veces ni los propios adultos sabemos intervenir en estos casos. Hay muchos colegios donde padres y madres han denunciado el acoso gordófobo a sus hijos y múltiples veces las directivas de esos centros no saben qué hacer, cómo actuar, e incluso en ocasiones ni les hacen caso. Este tipo de cosas hay que ir cambiándolas desde este activismo.

El movimiento Stop Gordofobia hace ya cinco años que nació en Canarias, pero no parece muy activo. ¿Qué planes tienen?

Nació casi sin querer porque realmente había empezado como una página de encuentro de gente gorda donde poder hablar de nuestras experiencias y ver si a todos nos pasaba lo mismo y luego se fue convirtiendo en una página que hacía un activismo en redes, un cíber activismo. Hay algunas administradoras de la página que hacemos charlas y talleres en contra de la gordofobia. A mí me acaban de publicar este libro y ya me han publicado otro, que para nosotras también es parte del activismo. De momento seguimos trabajando en las redes e intentando salir cada vez más de ellas a la calle. Tendremos que buscar nuevos horizontes.

¿Por qué se ha hecho tan difícil querer el cuerpo como es, diga la pesa lo que quiera?

Creo que hay múltiples factores. Cuando hablamos de opresión estamos refiriéndonos a unas ideas que se reproducen constantemente en todos los espacios de la sociedad, desde la familia, el colegio o los medios de comunicación. Vivimos en una sociedad que, de alguna manera, nos inculca el odio al cuerpo, sobre todo porque hay un sistema económico que se lucra de nuestros complejos. A veces es difícil salirse de esa maquinaria de odio que está tan perfectamente diseñada.

¿Cree que la aceptación del propio físico llegará algún día a enterrar los complejos?

Ojalá. Creo que estamos abriendo pequeñas grietas dentro del sistema del odio corporal e intentando buscar espacios de habitabilidad para nuestros cuerpos, buscando oportunidades para poder empezar a crear y a fomentar poco a poco el amor por nosotras mismas, porque no es fácil, no es tan simple como mirarse al espejo y decir: Me quiero, me quiero, me quiero. Tenemos que luchar contra muchos años en que nos han inculcado odio. Aunque sueñe con un horizonte en que algún día dejemos de odiarnos ahora mismo me conformo con que muchas personas estemos identificando este sistema enemigo y luchando contra él.

¿Cuentan con el consejo facultativo para evitar errores en abolir el complejo de obesidad?

Cada facultativo, según su especialidad, tiene una opinión. Para mí el hecho de que alguien se pare ante un cuerpo gordo y piense en salud es ya de por sí gordófobo. La salud es algo privado de las personas. Yo no voy preguntando a cada mujer que conozco cuándo fue la última vez que se hizo una revisión ginecológica o una mamografía. Es algo personal y complejo donde cada persona tiene su propia historia. Hay muchos motivos por los que alguien puede ser gordo y por los que puede bajar repentinamente de peso o subir. La gordura puede ser un síntoma de enfermedades, a veces, más que causas. Hay toda una complejidad detrás que por culpa de la gordofobia se deja de complejizar y se simplifica: Esta persona esta gorda, tiene que hacer dieta y punto. Desde los activismos gordos llamamos la atención sobre ello, porque por ejemplo, algo que nadie tiene en cuenta es la salud mental, sólo se mira si tienes o no colesterol. A la salud mental van todos los insultos y la discriminación. Hay que complejizar el concepto de salud y del cuerpo y respectar sobre todo, la privacidad de lo que las personas decidimos hacer o no con nuestros cuerpos.

Lo tremendo es que la delgadez no sea más que una moda, si tenemos en cuenta el ideal femenino de otras épocas...

Muchas veces me dicen que antes las gordas estaban bien vistas. A lo mejor unos kilos de más que ahora, sí, pero el problema de las gordas siempre ha existido. Cada vez se exige una delgadez más extrema y parece que los patrones de belleza van cambiando. Considero importante escaparnos de las modas y de los patrones que nos quieren imponer para que cada una sea como quiera. Nosotras no queremos que se pongan de moda las gordas sino que nos dejen vivir tranquilamente con nuestros cuerpos y tengamos el derecho a ser felices.

¿Piensan insistir en la guerra a las minitallas de los fabricantes de ropa y criticar a las modelos esqueléticas?

No tenemos una guerra contra las chicas delgadas, cada una tiene una constitución y que se quiera entrar en un patrón determinado significa que se persigue pertenecer al sistema que nos han impuesto. Contra la industria de la moda que nos marca una talla 36 como norma sí tenemos un enfrentamiento porque imponen desde su pedestal lo que está bien o mal o lo que es o no bello. Las gordas tenemos derecho a sentirnos y a vestirnos bellas también.

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