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Las víctimas de violencia machista en Canarias tardan casi 12 años en denunciar

La Sala de Atención a Víctimas de Violencia de Género del 112 Canarias lleva 23 años en activo

Elena Suárez, coordinadora de la Sala de Atención a Víctimas de Violencia de Género del 112 Canarias, en su sede de la capital grancanaria.

Las víctimas de violencia machista en Canarias tardan casi 12 años en denunciar. «Un estudio reciente de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género  apunta que las mujeres de esta comunidad autónoma somos las terceras del país que más tardamos en ir a presentar una denuncia por violencia machista o en contactar con un recurso. En concreto 11 años y nueve meses. Es sangrante. Durante todo este periodo esa mujer sigue sufriendo violencia de género. A veces lo que destacan son los feminicidios, el asesinato de la mujer, pero realmente eso es la cúspide de una problema muchísimo más amplio», explica Elena Suárez, coordinadora de la Sala de Atención a Víctimas de Violencia de Género del 112 Canarias.

La sala que coordina Suárez nació en mayo de 1999 convirtiéndose en pionera nacional en la lucha contra la violencia machista cuando ni siquiera se contabilizaban los asesinatos machistas. Una acción de vanguardia en la protección de las víctimas que surgió gracias al tesón de las mujeres que estuvieron al frente del por entonces Instituto Canario de la Mujer, actual Instituto Canario de Igualdad (ICI). 

Desempeñan su labor las 24 horas del día, todos los días y en tres turnos desde la sala de coordinación del Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes). Son la puerta de entrada a un sistema que busca, por encima de todo, proteger a las víctimas. Al frente están ocho mujeres profesionales formadas en violencia de género que trabajan mañana, tarde y noche.  Trabajan de forma coordinada con otros servicios como Atenpro, el 016 o con el centro de control Cometa. Además, son el punto de coordinación de las órdenes de alejamiento.

Los meses vacacionales, como los que están en curso, son periodos de repunte de llamadas y de casos de violencia machista. «Se pasa más tiempo juntos en el mismo espacio, como durante el confinamiento. No hay un patrón definido pero sí es verdad que por las tardes se nos disparan las llamadas, los lunes por la mañana se disparan los acompañamientos a los juzgados o los días después de un festivo o las noches de los fines de semana», comenta.

Asesoramiento

El dato de la tardanza a la hora de denunciar o pedir ayuda pone de relieve la necesidad de contar con una red de apoyo y asesoramiento que acompañe a las víctimas de la violencia de género y evite que la situación termine con su asesinato a manos de su pareja o expareja.

«La clave pasa por entenderlas, por eso es importante que los y las profesionales sepan qué es la violencia de género porque a veces tendemos a decirles que denuncien cuando realmente hay que respetar los tiempos de cada mujer. Evidentemente es una herramienta básica para que se pueda parar la violencia de género pero hay que respetar sus tiempos. Entrar en un proceso judicial no es algo fácil y menos cuando lo haces por primera vez. Se trata de que reciban un apoyo integral y completo tanto a nivel social, como jurídico y psicológico», añade.

Las llamadas que reciben varían desde las peticiones de auxilio inminente por situaciones de riesgo vital para la mujer y sus hijos, en el caso de que los tenga, o solicitudes de información y asesoramiento o de acompañamiento a los juzgados. «Damos información porque hay mujeres que llaman para asesorarse porque saben que algo está sucediendo pero quieren hablarlo con calma. Nosotras aquí, a través de la red canaria que hay para la violencia de género, las derivamos a los recursos necesarios en función de su municipio», explica. 

El servicio cubre toda Canarias y son ellas las que activan, en función de cada situación concreta, el Dispositivo de Emergencia para Mujeres Agredidas (DEMA), disponibles en todas las Islas, todo el año y las 24 horas del día.

«Hay que destacar que no hace falta denunciar para poder acceder al DEMA, si están en riesgo y quieren salir se les va a acoger igualmente si no presentan la denuncia», subraya.

Desconocimiento

Aún hoy en día muchas víctimas de violencia machista no llaman al servicio o solicitan ayuda al creer que es necesario denunciar para poder acogerse a los múltiples recursos destinados para ellas. Por eso es fundamental el trabajo que desarrolla el equipo de este servicio específico de asesorar, acompañar y dar apoyo a las víctimas que dan los primeros pasos de un largo camino. «En muchos casos la mujer decide dar el paso y denunciar cuando la violencia empieza a extenderse a sus hijos. Es uno de los detonantes para cambiar su situación. Es un hecho que está constatado», comenta.

Ese asesoramiento y acompañamiento es a veces más importante que el propio hecho de denunciar su situación jurídicamente. Un paso que terminan dando pero que debe estar exento de presiones y tras conocer todas las herramientas con las que pueden contar durante el proceso que comienzan. «Es complicado cuando estás informando a una mujer dársela todo de golpe. Encauzamos la llamada, le indicamos lo que debe hacer y ya la compañera del DEMA, con más calma, le indica los pasos a dar y las herramientas existentes. Nosotras tenemos que informarla de que tiene que denunciar, de la solicitud de una orden de protección o de que si está herida debe ir primero al centro de salud a hacerse un parte de lesiones para que la denuncia tenga más consistencia, porque a veces si no hay un informe de lesiones el caso se termina archivando en el juzgado, y eso supone un retroceso para ellas», afirma.

Cuando ocurre un asesinato machista la sala, junto con los DEMA, actúan conjuntamente para dar respuesta a las familias ante un trauma vital como es la pérdida de un familiar.

Ciclo de violencia

Cada caso y cada mujer es distinto. Por eso es necesario apoyarlas y respetar sus tiempos. En algunas situaciones las víctimas vuelven con sus agresores y se reinicia el ciclo de violencia. Tras una agresión él le pide perdón, vuelven y hay un periodo que se llama luna de miel. «Cada vez que ese ciclo se va repitiendo va aumentando la gravedad de la violencia. Lo que antes era un insulto o una amenaza se convierte en violencia física y ese círculo va en aumento en la medida en que ella no sale de esa relación», detalla.

Lo más duro para ellas es sostener una llamada cuando ya se han movilizado todos los recursos y están en camino. Esos minutos de espera, en la que se dan medidas de seguridad para la víctima, son vitales para que haya un buen desenlace. «Está en una situación de estrés muy alto en el que casi no te escucha porque lo que quiere es que lleguen ya los recursos. Siempre retomamos después la llamada, una vez ha hablado con la Policía, para explicarle todo con calma. En una llamada de emergencia te escucha lo justo. Sí está con los niños su prioridad son ellos más que ella misma», explica. Acabar un turno tras vivir experiencias profesionales como estas no es fácil. «Nosotras nos autocuidamos, intentamos buscar otras herramientas porque salir de aquí a veces no es fácil. Cuando sales de un turno muchas veces te cuesta conciliar el sueño. Trabajamos con bastante peso, emoción y dificultades. Todo eso hay que gestionarlo, no es fácil cerrar la puerta y desconectar de todo. Es muy duro, esa es la realidad», relata.

Agresión sexual

Otro de los casos de violencia machista que atienden en la sala son los relacionados con las agresiones sexuales. Solo el mes pasado se duplicaron las peticiones de ayuda en este sentido. Para estos casos cuentan, desde hace años, con un protocolo específico coordinado con el Servicio Canario de Salud (SCS).

 «El fin de la sumisión química es poder agredir sexualmente a la mujer. Ahora hay situaciones complicadas porque se está pinchando pero no inoculando y lo que se está creando es una sensación de miedo a la hora de salir de noche. Al final esto hace que las mujeres terminen replegándose. Hay que tener cuidado con la alarma social», explica. En estos casos, al no inocularse ninguna sustancia el caso puede ir directamente a la Policía y no pasar por la sala específica del 112, pese a que se trata también de un caso de violencia machista.

En este sentido, recuerda la importancia de que las víctimas denuncien y sigan los pasos previstos en el protocolo para que se pueda investigar y detener al autor de la agresión sexual.

 «Cuando una mujer es violada lo primero que quiere hacer es lavarse pero debe ser lo último que debe hacer. Todo eso van a ser pruebas que la van a ayudar en la denuncia, pero es complicado a veces hacérselo ver», explica.

Las redes sociales, sobre todo entre los más jóvenes, están jugando un papel fundamental en el acoso y la vigilancia de las mujeres. Una situación que hace que la violencia machista mute su forma y se adapte a los nuevos tiempos. «A veces es más sibilina, en el sentido de controlar el Whatsapp o Instagram, al final hay un seguimiento por parte de los agresores a través de estos medios», apunta.

Implicación social

Uno de los cambios positivos que están viviendo en el servicio en los últimos años es el aumento de alertantes accidentales, un síntoma de que la sociedad se está implicando cada vez más en la lucha contra la violencia machista.

«Se está llegando a las mujeres que sufren violencia de género. Tenemos un volumen altísimo de alertantes accidentales, como vecinos que presencian y escuchan y que cada vez llaman más y se implican. Habla de una sociedad que cada vez más le está dando la importancia que se merece esta lacra social que es la violencia machista. Pero hay que seguir luchando contra el negacionismo», sentencia.

El 016 es el teléfono del servicio de atención o asesoramiento sobre violencia contra las mujeres. Es gratuito y confidencial. Para casos de emergencia llame al 112.

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