La Cueva de los Cabezazos: un túnel del tiempo aborigen

Un grupo de arqueólogos de la ULL analiza de nuevo la Cueva de los Cabezazos donde se han hallado nuevas pistas sobre la dieta, la religión y las tradiciones de los guanches 

Excavación arqueológica en la Cueva de los Cabezazos, en Tegueste.

Excavación arqueológica en la Cueva de los Cabezazos, en Tegueste. / Andrés Gutiérrez

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El viento sopla con fuerza. Recorre el barranco Agua de Dios, en el término municipal de Tegueste, con un sonido gutural que mueve con violencia las hojas de las cañas y parece cortar la piedra volcánica. Un estrecho y sinuoso camino, casi vertical a las paredes del barranco, conduce a quien lo transita en un viaje a través del tiempo, pues es la misma tierra que los aborígenes pisaban para llegar hasta una de las viviendas guanches mejor conservadas de Tenerife: la Cueva de los Cabezazos. 

El angosto camino que lleva a la cueva se ha convertido durante la pasada semana en la senda que peregrinan cada día una decena de arqueólogos de la Universidad de La Laguna (ULL). Un grupo variopinto de científicos que trata de descubrir los secretos que aún guarda este yacimiento arqueológico. La razón que les ha llevado hasta allí es estudiar la huella antrópica que dejaron los guanches en ese punto de la isla. "Solemos pensar que las poblaciones antiguas no tuvieron efecto en su entorno natural, pero estamos viendo que no es así", explica Salvador Pardo, codirector de este proyecto e investigador de la ULL. No en vano, han encontrado que donde ahora solo nacen cañas, matas, tuneras y alguna mala hierba, en el pasado se extendía un denso bosque de fayal-brezal.

Para conocer los impactos antrópicos de las poblaciones pasadas, los investigadores estudian las trazas de carbones que se han quedado incrustados en la piedra, pues con su análisis es capaz de desentrañar qué tipo de vegetación utilizaban para avivar sus fuegos. Pero no es lo único. La secuencia paloambiental será obtenida por primera vez en este yacimiento a través de la combinación de distintas disciplinas como "el análisis de polen, de fotolitos, de semillas y frutos junto con el estudio de carbones", explica Paloma Vidal, codirectora del proyecto y también investigadora de la ULL.

Los investigadores estudian la huella antrópica que dejaron los guanches en la zona

Y si bien este ha sido el aliciente principal para reactivar la exploración de la cueva, los investigadores pronto se han dado cuenta de que había mucho más por descubrir dentro de aquella hendidura en la tierra. Este proyecto competitivo del Ministerio de Ciencia en el que también están trabajando científicos de universidades internacionales, como Cambridge, y de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULGPC) también contempla el estudio de los ritos religiosos que predominaban entre los antiguos pobladores de las Islas y qué tipo de animales formaban parte de su dieta. 

Tras un sinuoso recorrido por un camino de escapardas pendientes y abruptas elevaciones del terreno que requieren, para salvarlas, el uso de una gruesa cuerda, la cueva recibe al visitante como si el tiempo no la hubiera siquiera arañado. La apertura en la montaña es pequeña, aunque quizás en el siglo VI –momento en el que se han encontrado los primeros indicios de habitabilidad– la separación entre el techo y el suelo de la cueva fuera lo suficientemente grande como para permitir entrada de los aborígenes sin necesidad de encorvar su espalda casi 90 grados.

La que puede suponer una peligrosa entrada para algún despistado, es quizás la que en los años 70 inspirara al arqueólogo lagunero Luis Diego Cuscoy a la hora de nombrarla. La Cueva de los Cabezazos –descrita a veces por el mismo Cuscoy como cabezazas– es espaciosa, aunque en ocasiones la altura de los techos obligue a bajar la cabeza. Lo más probable es que se haya formado, como muchas otras cuevas en las Islas, gracias a los volcanes.

El tiempo apremia y hay mucha cueva que excavar, por eso dentro del yacimiento nadie deja de trabajar ni un instante. Pero los arqueólogos son minuciosos, pues saben que una ejecución demasiado rápida podría costar la pérdida de años de historia. Los arqueólogos empiezan desde antes del amanecer a picar en la piedra, georeferenciar los puntos claves de la cueva y tomar pequeñas muestras de los tesoros que encuentran en su interior. Con un pincel, uno de los investigadores acaricia la roca y deposita los restos que se desprenden de ella en una pequeña bolsa de plástico. Desde que comenzaron, han llenado cientos de bolsas de plástico con pequeñas muestras en su interior que esperan su turno de ser analizadas en los laboratorios de la ULL.

Gran variedad de piezas

Son muchas las piezas que han conseguido extraer de la piedra en apenas unas semanas de excavación. Han encontrado pequeñas trazas de elaborada cerámica, abalorios, herramientas diversas (como punzones) y hasta restos de animales: desde perros, cochinos y cabras hasta algunas pocas lapas y raspas de pescado. Su gran productividad arqueologica ha sorprendido gratamente a los científicos. "Se decía que esta cueva ya estaba totalmente explorada y lo que nos estamos encontrando es que aún hay mucho por hacer", asegura Pardo. 

La ULL está confiriendo una segunda vida a un yacimiento que se creía totalmente explorado. La última expedición realizada en la zona fue la que hicieron los miembros del Museo de la Naturaleza y la Arqueología (MUNA) en los años 90. Sus hallazgos corroboraron lo que Cuscoy ya había advertido 20 años antes: era una cueva- habitación. La primera encontrada en Tenerife y el lugar donde varias generaciones de guanches habían sobrevivido durante siglos. Hoy se sabe que al menos entre el siglo VI y el IX se refugiaron en ella.

El MUNA encontró una pieza clave para dar aún más verosimilitud a la teoría del arqueólogo lagunero. Halló una estructura de combustión, una cuenca donde los aborígenes prendían sus fuegos para cocinar, mantener el calor en las frías noches teguesteras o para evitar visitas menos amables. "Cuscoy dividió la cueva en varias secciones, entre la que se encontraba una cocina y un dormitorio", explica Pardo. "A mi me cuesta aún asumirlo porque la base es muy irregular", admite el investigador. 

Los científicos regresaron a la cueva esta Semana Santa y lo que encontraron les dejó estupefactos. "Nos percatamos de que había un poco de cerámica en una esquina, así que decidimos ampliar el área de estudio", relata el Pardo. Lo que pasó a continuación, asegura, fue algo del "azar". De ahí salió una vasija en perfecto estado, llena de sedimentos en su interior y de lípidos en el fondo. "La primera en Tenerife que se encuentra boca arriba, en su posición de uso original", explica Pardo, que incide en que, en las cuevas del Parque Nacional del Teide, por ejemplo, todas se han encontrado boca abajo.

Las huellas del pasado habían quedado intactas dentro de aquella cerámica y ahora los investigadores están intentando saber qué es exactamente lo que guarda. "Sabemos que hay grasas, por lo que probablemente sea una vasija para guardar alimentos, pero estamos analizando las muestras para saber con exactitud qué es lo que conservaban", explica. 

Pese a que el objetivo principal de la excavación es científica, los investigadores también creen que puede tener un importante papel social. Con la inminente inauguración del Centro de Interpretación de Arqueología de Tegueste, los científicos creen que es importante conocer a fondo todo lo que esconde la roca sedimentaria. "Es parte de nuestra historia y servirá en un futuro como reclamo turístico", insiste Pardo.

Visitas guiadas para conocer el patrimonio

Durante la jornada de ayer el Ayuntamiento de Tegueste y la Universidad de La Laguna (ULL) realizaron visitas guiadas a la cueva abiertas a quien se atreviera a adentrarse en la historia de su municipio a través de la Cueva de Los Cabezazos. A ojos de la Concejalía de Patrimonio del municipio, es te tipo de actividades ponen en valor nuestro importante patrimonio histórico y cultural, exponiendo la revalorización del Barranco Agua De Dios.

La Cueva de los Cabezazos, junto al conjunto de cuevas naturales de carácter habitacional o funerario, cuentan con numerosos yacimientos arqueológicos, conformando una de las unidades de asentamiento aborigen que mayor volumen de información ha proporcionado para la isla de Tenerife.

"Con esta visita guiada, queremos dar la posibilidad de conocer de primera mano los modos de vida y la cultura creada por nuestros antepasados aborígenes, además de ofrecer a los asistentes una información veraz, rigurosa y documentada", resaltaron desde la corporación municipal.

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