Oriente Próximo

Un mallorquín regresa de Israel por la guerra: "Volvemos por miedo a la escalada de violencia"

El joven, que hace nueve años que vive en Jerusalén y aterrizó ayer con su familia en Palma, asegura que no han vivido peligro real pero señala que el ambiente general es de horror y pesar: "Todos estamos afectados, indirecta o directamente"

Guillermo Rodríguez-Navas y su hija, Lina, ayer en el parque del Retiro de Madrid haciendo tiempo antes de su vuelo a Palma.

Guillermo Rodríguez-Navas y su hija, Lina, ayer en el parque del Retiro de Madrid haciendo tiempo antes de su vuelo a Palma. / G.R.N.

Mar Ferragut

No han estado expuestos al peligro directo, pero vivir en Israel ahora es vivir rodeado de tensión, dolor y con el miedo a que el conflicto vaya a más (posibilidad que estos días resuena con más fuerza que en anteriores momentos de violencia). El mallorquín Guillermo Rodríguez-Navas, su mujer y su hija viven en Jerusalén desde hace casi nueve años y ayer por la noche aterrizaron en Son Sant Joan: “Hemos dejado Israel por miedo a la escalada y para evitarle a mi hija todo este dolor colectivo”, indicaba ayer desde Madrid, antes de coger su vuelo hacia Palma.

Ya han vivido episodios de conflicto antes, pero esta vez sentían un elemento nuevo, que es lo que les ha empujado a dejar su casa (ubicada en Jerusalén justo entre la zona judía y la palestina) sin tener muy claro cuándo podrán volver: esta vez hay un miedo más certero “a la escalada de violencia, a que intervengan otros países, a posibles revueltas, a que los colonos reaccionen…".

Ingeniero en Telecomunicaciones y doctor en Informática por la UIB, Guillemo se fue a Israel “por amor”. Su mujer es israelí. Se casaron en 2014 y en 2015 se fue a vivir a Jerusalén con ella. Al poco tiempo nació su hija Lina y ahora mismo trabaja en I+D sobre tecnología 5G en una gran compañía internacional.

“No hemos sentido que corríamos peligro, pero el ambiente está enrarecido, solo oyes historias horribles”, explica, “la matanza ha sido espantosa”. Ahora mismo el dolor vive en Israel y es difícil que no te roce. Un compañero de clase de su hija tiene cinco miembros de su familia secuestrados en Gaza. En el mismo piso de abajo de su casa, otra muestra del horror: las mujeres de los nietos de su vecina fueron violadas y asesinadas en un kibutz. Y así, más historias: “Es un no parar”. Mientras, sus amigos palestinos permanecen encerrados en sus casas, aterrados.

“Hay un reguero de noticias sobre la masacre del sur que nos tiene a todos sobrecogidos”, narra, “estamos todos afectados de manera directa o indirecta y hay una sensación de horror.” Varios amigos psicólogos han ido a la zona para ayudar con el trauma.

Y ese es el otro motivo que ha llevado a Guillermo y a su mujer a dejar su hogar y venir a Mallorca: proteger a su hija de ese ambiente. Todos sus conocidos con hijos intentan “mantener a los niños al margen”. No es fácil. Circulan relatos e imágenes terroríficas: “Ni yo mismo puedo soportar los vídeos”.

Desde el ataque de Hamás, sus cuatro hermanos y su madre han vivido con inquietud todo lo que allá sucede, “como siempre, pero confiando en nuestro buen criterio”, señala: “Lo hemos vivido otras veces, la clave es dar noticias lo antes posible”.

En este caso el ataque fue muy lejos de su casa, pero se dio la circunstancia de que él estaba en Viena mientras que su hija y esposa estaban en Jerusalén. Así que el pasado lunes tuvo que regresar con urgencia desde Austria. “Por suerte mi billete era con Israel Airlines y seguían volando”, relata. Aquel vuelo, lleno de israelíes, “era peor que un funeral”.

En los grupos de Whatsapp circulaba un correo electrónico de la unidad de crisis que tiene la embajada española en Israel, que preparaba un vuelo de repatriación para turistas y trabajadores españoles no residentes. Como quedaban plazas, les aceptaron en el vuelo, que salió el pasado miércoles: "Fue todo muy fácil y rápido y mi mujer también pudo venir", señala

Dejaron el hogar sin saber cuándo podrán volver

La pregunta difícil de responer es cuándo creen que podrán volver. Les gustaría regresar "lo antes posible", allí tienen su vida: "Esperamos que sea cuestión de días, a medio y largo plazo no tenemos nada decidido". Si la cosa se alarga, la principal preocupación es su hija , que pueda seguir sus clases (quizás en un colegio aquí, si la cosa se alarga) y también conseguirle un violonchelo (de tamaño 1/4), para que pueda seguir tocando: "Son cosas un poco nimias, pero que ayudan a no pensar todo el tiempo en la tragedia".

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