Sucesos
El policía que salvó a una anciana de un incendio: «Tiré la puerta sin dudar»
Marco A. C., agente local fuera de servicio, rescató a una mujer, de 93 años, de su casa cuando empezaba a arder
La víctima puso aceite al fuego y se cayó en la cocina
Eran las 14.15 horas del sábado, 2 de marzo, cuando Marco A. C. dio por finalizada su jornada de trabajo en el Centro Municipal de Seguridad y Emergencias de Las Palmas de Gran Canaria (Cemelpa) y cogió su vehículo para ir a comer a la casa de un amigo, en la calle Pérez del Toro. Un trayecto de no más de diez minutos separaba al agente de la Unidad de Transmisiones de la Policía Local de su destino. Llegó, aparcó en la vía pública y se bajó del turismo, aunque solo pudo andar un par de metros. «Fuego, fuego», escuchó.
Los gritos procedían de un portal de Pérez del Toro, donde, aproximadamente, una treintena de moradores del edificio se habían concentrado al ver, por el patio interior, que de una de las viviendas salía humo. Marco, con 21 años de experiencia en el Cuerpo, se detuvo y, entre el barullo y los gritos, preguntó qué pasaba. Fue el momento en el que descubrió que una mujer, de 93 años, estaba atrapada en la vivienda afectada. Sin dudarlo, el agente fuera de servicio accedió al edificio y tiró la puerta abajo para rescatar a la víctima, que yacía en el suelo de la cocina.
«Al pasar por el portal oí el barullo de la gente, alterada, me dijeron que había fuego y una persona mayor pidiendo socorro desde el patio interior», relata Marco, unos días después del suceso, desde su puesto de trabajo en Cemelpa. «Me dijeron que se trataba de una persona mayor que vive sola. Hablé con los vecinos y les pedí una radiografía para abrir la puerta de la vivienda, pero nadie tenía», añade el policía. El reloj marcaba, en ese momento, las 14.26 horas cuando llamó al 092 y habló con la compañera que, solo once minutos antes, le había dado el relevo. Pidió un coche de Bomberos y una ambulancia para que atendiese a la herida.
Humo en la olla
Al colgar, el agente ordenó a los vecinos salir al exterior del bloque y, sin perder más tiempo, entró. «Le di una patada a la puerta, rompí una parte y metí la mano para abrirla», cuenta: «No lo dudé». En riesgo estaba la vida de una de las vecinas.
Ya en el interior del piso afectado, el policía local miró que no hubiese nadie más en el pasillo ni en las habitaciones. Pero al llegar a la cocina, se encontró con el humo. En la placa, una olla con aceite al fuego que la vecina estaba calentando. Ella, tirada en el suelo. «La agarré y la arrastré. Había puesto el aceite a calentar y se cayó. Luego le preguntamos, pero no recordaba qué le había pasado», añade el agente.
Marco, como pudo, consiguió sacar al rellano a la moradora. La puso a salvo y volvió a la vivienda. «En ese momento, no sé cuánto tiempo pudo pasar, pero fue todo muy rápido, ya había fuego en la olla y empezaba a afectar a un mueble de la cocina». Rápido, quitó el caldero de la placa, lo tiró al fregadero y con una toalla mojada tapó las llamas.
En el exterior, ya estaban los equipos de emergencias, que no tardaron en llegar, atendiendo a la nonagenaria, y un camión de los bomberos, que entraron a comprobar la vivienda y realizar las tareas de ventilación.
«Agarré a la mujer y la arrastré hasta ponerla a salvo. No recordaba qué le había pasado»
El agente tuvo que ser atendido en el lugar por inhalación leve de humo y la mujer, trasladada al Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria. «Me dieron el teléfono de uno de los hijos, al que llamé, me presenté y le dije lo que había pasado, incluso que había tirado la puerta abajo», relata el agente, orgulloso de la actuación.
Mi ángel de la guarda
Ya bien entrada la noche, el hijo de la víctima se volvió a poner en contacto con Marco para darle buenas noticias: su madre había recibido el alta y volvía a casa. «Quiero volver a agradecerte de parte de toda la familia lo que has hecho por mi madre. Vamos para casa, a valorar la situación. Muchas gracias otra vez. Muchas gracias, muchísimas gracias», le repetía en un mensaje de voz.
El agente regresó a los tres días a la vivienda para llevarle un ramo de flores a la mujer. «Eres mi ángel de la guarda, me has salvado la vida». Las palabras que ella pronunció nunca se le olvidarán a este policía que, subraya, la mejor recompensa a su actuación fue ver a la mujer, ya recuperada, sentada de nuevo en su vivienda.
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