A juicio por hacer creer a su hija que era víctima de santería para violarla en Las Palmas de Gran Canaria

Fiscalía también aprecia un delito de maltrato habitual sobre su esposa durante toda la relación

Solicita penas que suman once años y medio de prisión

Un hombre se sentará en el banquillo de los acusados este miércoles por haber hecho creer a su hija mayor de edad que era víctima de santería para, presuntamente, abusar sexualmente de ella en su vivienda de Las Palmas de Gran Canaria. También se le imputan cargos de maltrato habitual sobre su esposa desde, prácticamente, el inicio de su relación, hace ya más de cuarenta años. Se enfrenta a penas que suman once años y seis meses de prisión, tal y como interesa la Fiscalía en su escrito de acusación. También a indemnizaciones de 6.000 euros para la que fuera su mujer y de 20.000 euros para su vástago.

El Ministerio Público describe una serie de episodios de abusos sexuales sobre la hija del acusado desde que tenía 15 años, esto es en torno al año 2003. Sin embargo, los hechos no fueron denunciados hasta octubre de 2018, por lo que esas primeras violaciones, presuntamente cometidas por su padre, han quedado ya prescritas, por lo que no se enjuiciarán en la vista. Será el tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas el que tenga que dilucidar a este respecto.

Tocamientos desde los 15 años

Según el relato de la hija, que en la actualidad tiene 36 años, su progenitor le sometió a tocamientos en sus partes íntimas en torno a los años 2003 y 2004. Le palpó los pechos por encima de la ropa y fue bajando hacia su zona genital, pero en ese momento ella le rechazó y le dijo que no siguiera haciéndolo, por lo que cesó en su actitud. 

Sin llegar a estos extremos, la víctima sí que contó que, desde que tenía seis o siete años, su padre le manoseaba los pechos y le daba besos en la boca. También refirió que llegaba a hacer comentarios, delante de su familia del tipo: «Mira cómo tienes los pechos, a ver si te han crecido». Todo ello generó ansiedad en la joven, que continúa arrastrando desde entonces. Sin embargo, debido a que estos presuntos hechos se cometieron hace ya mucho tiempo, han quedado prescritos, por lo que Fiscalía no interesa ninguna condena. 

Una pancarta en una protesta contra  los delitos sexuales.

Una pancarta en una protesta contra los delitos sexuales.

Pero los abusos sexuales hacia su hija no cesaron. Con 21 años, la joven se marchó del domicilio familiar para vivir con la que era en ese momento su pareja. Esto fue en 2011. Desde ese momento y hasta que en 2013 el supuesto agresor sufrió un accidente cerebrovascular, fue violada en múltiples ocasiones. Según detalla el Ministerio Fiscal, el hombre le hizo creer que era víctima de santería y que, con el objetivo de purificarla, tenía que mantener relaciones sexuales con él. 

Rituales con velas y collares

Los encuentros para este «tratamiento» eran una vez al mes en la vivienda de la propia perjudicada, con penetraciones tanto vaginales como anales. Todo ello «en un contexto en el que, con carácter previo, ponía en práctica una serie de rituales con velas, collares y rezos, que influyeron en la ofendida, anulando la capacidad para oponerse a estos encuentros, por la ascendencia ejercida por su progenitor». Además, le decía que tenía que hacerlo para mantener unida a la familia. 

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Concentración contra la violencia machista

En cuanto al maltrato habitual hacia su esposa, la Fiscalía recoge que durante toda la relación, el acusado trató «con completo desprecio hacia ese vínculo» a su mujer, a la que insultaba de manera reiterada. «Puta, hija de puta, zorra, guarra, te has acostado con Pepe, ignorante...» son solo algunos de los insultos que tenía que sufrir. «Ejerció un control absoluto sobre la economía familiar, (...) como forma de despreciar a su mujer le negaba a esta última caudal para que pudiera servirse para la compra, si bien, obsequiaba con regalos a otras mujeres con las que le era infiel», enumera el Ministerio Público. También la golpeaba y amenazaba de muerte.

Por todo ello, solicita penas de tres años de cárcel por el delito de maltrato habitual, y de ocho años y seis meses de prisión por el de abusos sexuales continuados.