Telde

Un concierto para la eternidad de la mano de Barrios Orquestados

El primer encuentro regional de Barrios Orquestados reunió ayer en el pabellón Juan Carlos Hernández a 800 personas

Iván Torres, de Efecto Pasillo, fue el invitado especial, que ofreció su última canción

Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura se unieron ayer en un mismo espacio para demostrar la importancia de la música en la vida de las personas. Ese fue uno de los objetivos de Barrios Orquestados, que organizó en el barrio de Jinámar, Telde, el primer macroconcierto en el que los alumnos de 80 barrios de las islas mencionadas, se encontraron para poner a la música en lo más alto. 

«Es el mejor concierto al que he ido en mi vida, y eso que aún no ha ni empezado», dice William Gregopio con los nervios de las primeras veces. Su hijo Dylan, de diez años, actúa en unos minutos en el pabellón Juan Carlos Hernández de Jinámar, en Telde, de la mano de Barrios Orquestados. 

Bajo el lema 'mientras haya música hay esperanza’, el proyecto Barrios Orquestados reunió a sus 14 orquestas y nueve coros en un macroconcierto en el que por primera vez, se reunieron todos los alumnos, procedentes de más de 80 barrios de la isla de Gran Canaria, TenerifeLanzarote y Fuerteventura. 

Thairys Tang y William Gregopio están sentados en una de las gradas laterales. En sus movimientos, se nota que los nervios los tienen a flor de piel, y es que la historia que esconden no es para menos. Vienen de la isla de Fuerteventura, aunque no son canarios, sino venezolanos. En el año 2019, llegaron al archipiélago en busca de una mejor vida para su hijo, Dylan, y tras buscar un hueco en ciudades españolas como Madrid o Barcelona, decidieron que Fuerteventura era el mejor lugar para emigrar.

«A nuestro hijo de siempre le ha gustado la música, pero nunca nos pudimos permitir llevarlo a una escuela. Sin embargo, en una visita de Barrios Orquestados al colegio del pequeño, nos explicaron la iniciativa y no lo dudamos», comenta Thairys. El pequeño Dylan toca la viola y aunque apenas lleva unos meses en Barrios Orquestados, no ha dudado en mostrar a sus padres la felicidad que siente por haber podido formar parte de la iniciativa. «Siempre nos dice que es lo mejor que le ha pasado desde que llegamos de Venezuela, que le encanta tocar junto a sus amigos», señala su padre. 

Dividido en cinco bloques, el espectáculo estuvo formado por los profesionales que hicieron una muestra de lo que pueden llegar a ser los alumnos, los programas escolares, los barrios de Gran Canaria, los del resto de las islas y la interpretación de Iván Torres, el cantante de Efecto Pasillo, que junto a una orquesta reducida, también puso su granito de arena en el macroconcierto de bandas, ofreciendo en exclusiva su última canción. 

Jarel Rodríguez y Jerome Suárez se encuentra en una de las esquinas del pabellón buscando un poco de aire. Están vestidos de negro y esperan su turno mientras sus compañeros empiezan el espectáculo. Son de Gran Canaria y mientras es la primera vez para Yarel, Jerome afronta su segundo concierto de la mano de Barrios Orquestados. «El director de nuestra escuela de música nos habló de la iniciativa, nos explicó de qué se trataba y nosotros nos animamos a participar», explican. Ambos tocan la trompeta, y aunque ya son adolescentes, compaginan como pueden los estudios con la música, una experiencia que afrontan con «nervios e ilusión», más aún porque son conscientes que tras cada concierto se exponen a «una etapa nueva en la que la música siempre es la protagonista». 

Viaje exprés

Los 800 participantes procedentes de las diferentes islas llegaron a Gran Canaria por la mañana. Tuvieron un ensayo general, un almuerzo en conjunto a modo de convivencia y finalmente la preparación final, para recibir a las 16.00 horas a los invitados, que disfrutaron de un primer domingo de verano diferente. 

Con la presencia de tantas personas, entre niños y adultos, era necesario contar con la ayuda de voluntarios, que eran procedentes de los mismos familiares o amigos de Barrios Orquestados. «Lo hacemos por echar una mano, porque no nos cuesta nada y nos gusta ayudar», comentan. Están en una de las salas del pabellón rodeadas de bolsas, pues han sido las encargadas de preparar el regreso a casa de todos ellos con una merienda que consiste en una botella de agua, zumo, un sandwich, una chocolatina y galletas. 

El proyecto de Barrios Orquestados no sólo reunió a músicos con futuro, sino que también logró que Jinámar se convirtiera en un encuentro de culturas, dejando claro que Gran Canaria siempre es un buen lugar. Es el caso de Peter Daska y Andrea Garai, que esperan ansiosos por la actuación de su hijo Bence, que con tan sólo ocho años ya apunta maneras con el violín. 

Elisabetta: «Barrios Orquestados me ayuda a no estresarme, cojo mi instrumento y me olvido del mundo»

«Somos de Budapest, pero llevamos unos años viviendo aquí», explican orgullosos. «Gran Canaria es el mejor sitio de Europa para vivir, cada mañana damos las gracias por poder estar aquí», comentan. De una familia de músicos, esta familia húngara explica que fueron desde el propio colegio del niño cuando les dijeron que tenía potencial para ir más allá en la música. «La directiva del colegio, que está en Carrizal, nos dijo que Bence tenía talante con el violín, y nos presentaron la iniciativa de Barrios Orquestados, algo que aceptamos desde el primer momento», argumentan. 

Andrea Garai, que es amante al canto, desvela que en septiembre será una de las nuevas incorporaciones de Barrios Orquestados, y que será un sueño poder ofrecer un concierto junto a su hijo Bence. Él, junto al violín, y ella cantando.

El pabellón Juan Carlos Hernández, normalmente utilizado para actividades de niños, se vistió de gala para acoger este primer encuentro regional, pues en su interior lucían fotos de los alumnos junto a frases motivacionales. Además, una de las salas del polideportivo dejaban entrever que lo de ayer había sido un viaje exprés de muchos, pues las maletas y las pertenencias personales aguardaban con mimo esperando el pronto regreso unas horas más tarde. 

Iván Torres, de Efecto Pasillo, durante su actuación junto a Barrios Orquestados

Iván Torres, de Efecto Pasillo, durante su actuación junto a Barrios Orquestados / Jose Carlos Guerra

Ana Sofía Huertas es veterana en Barrios Orquestados, pues según explica, lleva dos años formando parte de una iniciativa que ella misma califica como enriquecedora. «Desde que era pequeña estoy pegada a la música y encontré esta oportunidad en mi barrio de Fuerteventura», comenta. En una visita a su colegio preguntaron que quién quería participar y ella no lo dudó, eligiendo al violonchelo como compañero de viaje durante su trayectoria musical. «Al principio me costó un poco aprender, pero es como ponerse un nuevo reto» señala convencida. Además, estos dos años que lleva perteneciendo a Barrios Orquestados le ha servido para poder animar a grandes y pequeños a formar parte. «Yo le diría a los amantes de la música que esto es una oportunidad, que adquieres confianza, aprendes a ser empático y otras muchas cosas que nunca aprenderás en el colegio», asegura. Con las ideas bien claras, Ana Sofía tiene en mente su plan de futuro, que no es otro que estudiar magisterio para ser profesora de música y centrarse en el violonchelo. Eso sin descartar la opción de dedicarse a la psicología, un ámbito que hoy en día tiene muchas salidas. 

Entre los invitados al macroconcierto destacó la presencia de Fernando Clavijo y Pablo Rodríguez, que no quisieron perderse este primer encuentro regional de Barrios Orquestados. «Es una iniciativa y un proyecto que fue medalla de oro de Canarias en su momento. Recibió además la visita de su majestad de los Reyes y la verdad es que lo conjuga todo. Solidaridad, compromiso, juventud, talento e innovación y tanto Pablo Rodríguez como yo queríamos estar en este encuentro para manifestar nuestro apoyo a la iniciativa y a quienes la lideran», comentó.

Ilusión y nervios

En una de las zonas exteriores del pabellón, sentados en el suelo y aguardando su turno esperan varios niños. Entre ellos, Naomi Santana, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, parece cantar una canción que sólo ella conoce, pero que le causa buenas sensaciones para dominar sus nervios. Tan sólo tiene siete años, viene de Fuerteventura y toca el violonchelo. «Estoy un poco nerviosa, pero creo que va a salir bien», indica. 

A su lado, varias de sus compañeras que han venido de las otras islas, y cuyas edades no sobrepasan los once años. Attagora Anaís está a punto de afrontar su primera actuación, esta vez alejada de su madre, que por algún motivo no pudo desplazarse hasta Gran Canaria. «Está aquí mi tía, que es la que me ha dicho que seguro que lo hago muy bien. Mi madre también me dijo cosas bonitas, pero por teléfono», comenta feliz. «Cuando esté tocando pensaré en ella, y seguro que para el siguiente concierto me puede acompañar», dice. 

Ana Sofía: «Con esta iniciativa aprendes a ser empático y otras muchas cosas que no enseñan en el colegio»

A sus once años, Elisabetta Amenta no tiene ninguna duda de a qué se dedicará cuando sea mayor, y es que a pesar de que seguirá teniendo presente la música, quiere ser abogada. «Toco la viola desde hace dos años y estar en Barrios Orquestados ha logrado desestresarme», explica. «Cuando estoy nerviosa cojo mi instrumento y me olvido del mundo, es una sensación única que la recomiendo siempre a mis amigos que están en mi misma situación». 

Laura Fernandez, con los nervios a flor de piel por enfrentarse por primera vez a un público tan grande como el que tiene esperando en el pabellón, es amante de la música pero tiene claras sus prioridades a la hora de elegir una profesión que la haga feliz. «Yo quiero ser chef, me encanta cocinar y creo que es un trabajo que lo podría compaginar bien con la música», comenta entre risas. 

Varios músicos se preparan para llevar a cabo una de las actuaciones

Varios músicos se preparan para llevar a cabo una de las actuaciones / Jose Carlos Guerra

Pasadas las cuatro de la tarde, dio comienzo el espectáculo. Música, voces que transmitían sentimientos e ilusión tanto en los protagonistas como en los familiares, que con cierto nerviosismo esperaban la salida de sus seres queridos. En una de las sillas de plástico que estaban en la pista, María del Carmen saca de su bolso un clinex para ofrecérselo a su marido, Juan Alonso, que no puede contener las lágrimas al ver a su nieta Paula prepararse junto a su violín. «Mi nieta es lo más grande que me ha dado la vida, y verla en el escenario y tan pequeña, disfrutando de la música como lo he hecho yo, es algo que me sobrepasa», asegura. 

Naturales de Lanzarote, tanto María del Carmen como Juan Alonso explican que se conocieron hace «muchos años» en una academia de música, y que fue ahí cuando surgió el amor entre ambos. «La música siempre será la esperanza y la paz, y yo lo entendí en el momento en el que me enamoré y formé mi maravillosa familia», comentan estos dos abuelos, que cuando se enteraron de que su pequeña Paula, de diez años, viajaría a Gran Canaria para ofrecer junto a Barrios Orquestados su primer concierto, no dudaron en comprarse el billete de barco. 

De este modo, la isla de Gran Canaria y en concreto el pabellón Juan Carlos Hernández, en el municipio de Telde, fueron testigos del primer macroconcierto de Barrios Orquestados. Un encuentro regional en el que participaron 800 personas y que enseñó a los ahí presentes el valor de la música, y que para algunos significó estar presenciando el mejor concierto de su vida. 

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