Entrevista | Begoña Rodríguez Rueda Profesora de arte en Edirne, Turquía, y activista medioambiental

Begoña Rodríguez Rueda: "A los agricultores les choca cuando les digo que se puede cultivar sin arar la tierra"

La teldense Begoña Rodríguez lleva ya diez años viviendo en el noroeste de Turquía, concretamente en Edirne, donde imparte clases de arte y se ha convertido en una conocida activista medioambiental. Uno de sus proyectos, un documental sobre la agricultura más respetuosa, es finalista ahora de un festival internacional de cine hecho en turco.

La teldense Begoña Rodríguez Rueda, en la entrada de su casa de Edirne

La teldense Begoña Rodríguez Rueda, en la entrada de su casa de Edirne / T. M. R.

¿Qué hace una teldense en Turquía?

Soy teldense, aunque los primeros años los pasé en Arguineguín. No vine directamente, vine en zigzag, como el personaje de la película Amanece que no es poco. Voy en zigzag porque así me pienso mejor a donde quiero ir. Y así he vivido en Arguineguín, Telde, Tenerife, Bélgica, Osaka (Japón), Tennessee, Georgia y Nueva York. Estoy en Edirne casi por accidente; me ofrecieron un trabajo dando clases de ilustración digital y pensé que estaría bien venir y pasar un año, ahorrar y viajar. Me hacía ilusión recorrer Turquía e ir a Georgia (la de Osetia), pero diez años más tarde aún no he llegado a Georgia y me queda mucho que ver de este país. De hecho, casi no salgo del barrio.

¿Cuándo empezó su interés por la agricultura y el medioambiente?

El interés por el medioambiente viene de familia. Siempre hemos ido al campo y disfrutado de la naturaleza respetándola y cuidándola. Cuando tenía 12 años leía las revistas de Greenpeace y aprendí la relación entre la ganadería y la pérdida de bosque en el Amazonas, y desde entonces solo he comido fast food en casos muy extremos.

Siempre he estado preocupada por lo que comemos y más aún desde que vi como se producía; de ahí mi interés por la agricultura, que aumentó cuando viví en Japón. Allí la fruta y la verdura es tan cara que no lo llevé bien, así que cuando fui a trabajar a Estados Unidos escogí Tennessee porque aparecía en el mapa como zona de cultivos, pero lo único que plantaban era algodón y soja, y lo que había era escaso y con poco sabor. En Georgia, igual; tenía que ir a un barrio de ricos para conseguir verduras de cierta calidad, que no tienen comparación con la que tenemos (o recuerdo que tenemos) en España. En Nueva York, sin embargo, era más fácil de encontrar y ahí conocí la cooperativa de Park Slope y las huertas urbanas, aunque no me metí muy a fondo. 

Begoña Rodríguez, en Edirne

Begoña Rodríguez, en Edirne / T. M. R.

Entonces llegó a Turquía y...

La escuela en donde doy clases en Edirne está apartada del centro, en una zona agrícola, y cuando llegué descubrí lo sabrosas que son sus frutas y verduras. De hecho, mis primeras palabras en turco fueron, primero Atatürk (apellido honorífico del fundador de la Turquía moderna), y luego sandía, melón, tomates, pimientos..., todas nombres de alimentos. Un amigo me invitaba a su finca para recoger ciruelas, cerezas, uvas, almendras y nueces, y me explicó que -tal como le llaman aquí- hacía 'buena agricultura', que no es orgánica, pero no usan pesticidas ni fertilizantes artificiales, lo que me alegró porque se me encogía el corazón cuando veía la cantidad de químicos y agua que usaban mis vecinos para cultivar, y los árboles que cortaban porque daban sombra a la huerta. 

undefined

"Como soy ilustradora médica y mi trabajo, además de dar clases, es traducir ideas que son complicadas en historias con imágenes que todo el mundo pueda entender, me fue fácil hacer el documental escogiendo la audiencia y el mensaje que quería trasladar"

Begoña Rodríguez

— Profesora de Arte en Edirne y activista medioambiental

Sin embargo, no se quedó ahí

Me fijé que pasaba el arado allá por mayo para eliminar eso que denominan malas hierbas, que a mí me parecían preciosas. Entonces le pregunté que por qué lo hacía. Me dijo que era necesario, pero su explicación no me convenció y empecé a indagar e interesarme por la agricultura sin laboreo, lo que aquí llaman pulluksuz tarim, y la agricultura regenerativa. Me hice 'soild advocate' (abogada del suelo) con los miembros del Kiss the ground y empecé a dar charlas acerca del tema, aunque muchos pensaban que eran excentricidades.

undefined

o puedo decir que lo haya visto millones de personas, pero lo han visto muchas personas y está empezando a tener efectos positivos.  Entonces, ¿están aplicando cambios en la forma de cultivar?  Los agricultores están empecinados en hacer lo que se lleva haciendo desde hace mucho tiempo y no están abiertos a hacer cosas distintas, aunque ahora, con el cambio climático, se están dando cuenta de que tienen que introducir cambios, y quienes lo hacen están teniendo buenos resultados.

Begoña Rodríguez y un grupo de alumnos durante una campaña de recogida de plásticos. / T. M. R.

¿Cómo han reaccionado sus vecinos?

No hacen mucho caso, pero después del documental les ha picado algo la curiosidad. Yo no soy granjera, solo estoy aprendiendo, así que sé que estoy cometiendo muchos errores, sobre todo en lo relacionado con saber qué plantar y cuando. El clima no es como en Canarias y tampoco tengo mucho tiempo porque lo compagino con las clases. 

Sin embargo, está sabiendo llegar a la gente con el documental y otras acciones.

Como soy ilustradora médica y mi trabajo, además de dar clases, es traducir ideas que son complicadas en historias con imágenes que todo el mundo pueda entender, me fue fácil hacer el documental escogiendo la audiencia y el mensaje que quería trasladar.

Finalista

¿En qué consiste este documental que ha creado y es finalista del Film festival del mundo turco?

Toprağın uyanışı, o lo que es lo mismo, El despertar de la tierra, es un proyecto para dar a conocer las alternativas a la agricultura tradicional, principalmente la que se hace sin laboreo, la regenerativa o la de carbón (que almacena el carbón en debajo del suelo). Cuando comentaba aquí que se podía cultivar sin arar la tierra a los agricultores les chocaba. Mi pareja, Barbarós, es granjero y me dijo que qué sabría yo que era una mujer extranjera profesora de arte, a lo que le contesté que tampoco era ingeniera aeronáutica y sabía se han mandado cohetes a la luna. A raíz de su desconfianza surgió la idea de este documental y busqué agricultores que utilizan esta técnica e hice que él fuera precisamente el que les entrevistara y les preguntara sobre los aspectos que le generara dudas.

No puedo decir que lo haya visto millones de personas, pero lo han visto muchas y está empezando a tener efectos positivos.  Cada vez hay más granjeros interesados y estoy orgullosa de haber sido partícipe y parte importante de la creación de este documental.

Begoña Rodríguez (en el centro) junto a otros activistas medioambientales

Begoña Rodríguez (en el centro) junto a otros activistas medioambientales / T. M. R.

Entonces, ¿están aplicando cambios en la forma de cultivar?

Los agricultores están empecinados en hacer lo que se lleva haciendo desde hace mucho tiempo y no están abiertos a hacer cosas distintas, aunque ahora, con el cambio climático, se están dando cuenta de que tienen que introducir cambios, y quienes lo hacen están teniendo buenos resultados.

La prensa turca se ha hecho eco varias veces de una de sus campañas, concretamente la de la limpieza de los ríos. ¿En qué consiste?

La campaña comenzó en 2015 como un trabajo de clase con los estudiantes y se sobredimensionó al crear una página de Facebook para explicar a los alumnos por qué el plástico no es fantástico y en poco tiempo se unieron 6.000 personas. Luego la página dejó fuera a una parte, pero lo importante fue que se unió mucha gente a las limpiezas.

Luego conseguimos el apoyo financiero de la Fundación Tara del Principado de Mónaco y compramos bolsas y cantimploras que repartimos, hicimos flash move para animar a la participación, más limpiezas e instalamos 12 surtidores de agua con filtro en las facultades. En la última de las limpiezas del río éramos más de 100, pero la prensa -que siempre se hacía eco- no publicó nada porque coincidió con el paso de migrantes hacia la frontera de Grecia. Estábamos recogiendo los plásticos y pasaban por el puente, seguidos por coches de la policía, bomberos, periodistas, militares, helicópteros... Hubo hasta tiros y los estudiantes se asustaron, pero no nos pasó nada.

Justo después empezó la pandemia y las clases fueron online durante dos años y venía poca gente. Cuando se retomaron presencialmente y volvimos a coger fuerza, fue el terremoto y otra vez las clases fueron online. Ya todo se ha normalizado y la recogida de la contaminación de plástico de los ríos es habitual y sale en las noticias de todo el país para crear conciencia.

"Mi pareja, Barbarós, es granjero y me dijo que qué sabría yo que era una mujer extranjera profesora de arte, a lo que le contesté que tampoco era ingeniera aeronáutica y sabía se han mandado cohetes a la luna"

Begoña Rodríguez Rueda

¿Sigue en marcha?

Yo sigo en marcha. Hicimos el documental durante la pandemia. Filmamos todo lo pudimos en siete días entre septiembre y octubre, y en enero de 2021 ya estaba publicado en Youtube. Quiero hacer más documentales y vídeos cortos para ayudar a hacer la transición de la agricultura convencional a la regenerativa, pero tengo que buscar fondos. Hay que pagar al personal que graba y mezcla la historia. Yo voy haciendo lo que puedo. Si miro lo que está pasando, es deprimente: guerras, problemas ecológicos devastadores, polarización de la población, escasez de recursos… Me centro en lo que tengo alrededor y trato de mejorar lo que puedo. Mientras esté sin fondos, seguiré con la lucha contra la contaminación del plástico, que es gratis; solo hay que echarle ganas.  

¿Cuáles son las principales dificultades?

La cabezonería de algunos y la falta de cooperación, lo mismo que en cualquier otro sitio del planeta.

Cambio climático

¿Se notan los efectos del cambio climático en Turquía?

Sí, y mucho. Aquí siempre nevaba a partir del 10 noviembre y las calles estaban cubiertas de nieve, y hoy en día ya no hay. El año que llegué nevó y hacía frío, y el segundo menos, con solo -15 grados. A partir de ahí empezó a escasear la nieve y solo cae, a veces, en febrero y marzo. Sigue haciendo frío y se congela el agua de los animales, pero no tanto, ni por tanto tiempo. Lo que más asusta es la falta de agua.  

Antes Edirne tenía cuatro estaciones bien marcadas y definidas, y hoy en día no. Hoy (por el viernes), por ejemplo, estamos a 26º y a punto de terminar octubre. Los granjeros empiezan a notar los efectos y a preguntarse qué hacer. Cada vez hay más gente consciente de que debemos de cuidar del suelo, de la vida, si queremos hacer frente a las dificultades que se están multiplicando. Yo pongo mi granito de arena tratando de pensar como contar esas historias para el cambio. 

¿Entra en sus planes volver a Canarias y promover una agricultura más sostenible?

La idea de volver siempre ha estado ahí. De hecho, pensaba hacerlo hace diez años. Si volviera me iría a vivir a un sitio donde poder poner en práctica todo lo que he aprendido sobre agricultura y si puedo promoverla, lo haré, aunque tengo amigos en Gran Canaria que lo están haciendo y muy bien, mejor que yo. Mi deseo es que cuiden la isla, que cada vez me la encuentro con más carreteras.

Suscríbete para seguir leyendo