El bufadero de La Garita, el agujero que cautiva al mundo
Cientos de personas visitan a diario este fenómeno geológico situado en la costa de Telde y entre ellas está el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, que estuvo allí el lunes
Rodeado de escoltas y ante un gran revuelo, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, se acercó al Bufadero de La Garita, en Telde, para disfrutar de la majestuosidad de este fenómeno geológico, una visita relámpago y casi en secreto -de no ser por las medidas de seguridad que le rodeaban y que atrajo las miradas y la curiosidad de los viandantes- que realizaba aprovechando una parada técnica en el aeropuerto de Gran Canaria del avión que le llevaba a la ya tradicional gira por África, el primer viaje que cada año realiza el responsable de este departamento del gobierno del gigante de Asia.
Sanmao y la costa de Telde
Pero, ¿qué hace que un ministro chino escoja este rincón de la costa de Telde dentro de todas las opciones que ofrece la Isla para una visita fugaz? La clave puede estar en la escritora taiwanesa Sanmao, seudónimo de Chen Ping, una figura que se ha convertido en un referente en China y en gran parte de Asia, y que ha hecho que millones de personas de este continente hayan puesto sus ojos en este rincón del Atlántico y quieran recorrer los paisajes que fueron cotidianos para la autora de libros como El olvido de mis sueños. El flujo de personas procedentes de China por la casa que habitó en Playa del Hombre y el paseo marítimo que tanto le cautivó, con atractivos como el bufadero de La Garita, es constante y el ministro de Relaciones Exteriores no ha quedado inmune a este influjo.
"No es la tierra y no es el mar. Pero, a la vez, es la tierra, la roca modelada, y es el mar, la pleamar renovadora"
Sin embargo, este accidente geográfico no atrae solo la visita de personas procedentes de China, sino que es uno de los espacios naturales de Telde que reciben a diario la visita de cientos de personas de dentro y fuera de la Isla, hasta el punto que el Ayuntamiento de Telde ha habilitado un mirador y acordona el lugar cuando las condiciones del mar o el viento lo requieren para evitar incidencias con quienes se acercan demasiado a su borde.
Chimenea de lava
Un bufadero es una formación geológica de origen volcánico que forma una especie de chimenea natural que al entrar el agua con fuerza la expulsa emitiendo un sonido similar al bufido de un animal. En el caso concreto del de La Garita, hay dos 'vasos' comunicados, uno más grande que el otro, que también lo están con la pequeña oquedad por la que sale el chorro de agua a presión. En el mayor de los agujeros, que adopta popularmente el nombre de todo el fenómeno, el agua forma cascadas al retirarse la ola y, dependiendo de la marea, si baja el nivel del agua lo suficiente, deja al descubierto una suerte de puente que lo separa del mar abierto.
Aunque el baño en esta zona del litoral teldense está prohibido y han sido varios los accidentes mortales ocurridos, cuando la marea lo permite y el bufadero parece una piscina no es extraño ver a jóvenes disfrutando de un baño no exento del vértigo que da sentir cómo baja y sube el nivel del agua.
El profesor, educador ambiental y escritor José Manuel Espiño Meilán, que ha guiado varias rutas por esta zona del litoral, se confiesa un enamorado de "este lugar extraordinario" que está unido al Corral de las Yeguas, en el camino que une La Garita y Playa del Hombre. "Es un espectáculo geológico sin parangón en la costa insular. Columnas basálticas, lavas almohadilladas, disyunción en bolas... El océano como surtidor natural mientras escuchamos su agitada respiración en las mareas vivas, en el mar de fondo", asevera.
Ulises y La Garita Azul
El mirador del Bufadero de La Garita tiene una placa en memoria del escritor, antropólogo y ecologista José Luis González-Ruano, fallecido hace cuatro años. En su primera obra, Ulises y La Garita Azul ponía en valor la costa de esta playa teldense, y escribía en su capítulo sobre este lugar que "no es la tierra y no es el mar. Pero, a la vez, es la tierra, la roca modelada, y es el mar, la pleamar renovadora. Y, cuando las olas impulsivas se retiran, se queda un nuevo charco cada vez. Y los burgados y las lapas, que han resistido el embate, aferrados a la roca, o los pequeños cangrejillos, que se han ocultado bajo alguna piedra del fondo, escrutan temerosos la arribada de nuevo huéspedes temporales. Porque luego otra ola los llevará a otra parte. Pero ellos probablemente continuarán allí, en aquel pequeño oasis de algas, anémonas y erizos. Y seguramente morirán allí también, víctimas de algún depredador mayor. Porque así es la naturaleza, hijo: cruel o amable, pero siempre lógica y permanente.
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