La danza de los cangrejos de Neptuno en Telde

El muelle de Melenara y las rocas cercanas se llenan cada día con cientos de estos crustáceos que son propios de la costa atlántica, ofreciendo un espectáculo para los vecinos y las personas que se acercan a este lugar de la costa de Telde

Aunque aquí es más fácil encontrarlos en grandes grupos, pueden observarse también en el resto de la zona intermareal del litoral del municipio

Presencia masiva de cangrejos rojos en la costa de Telde

LP/DLP

Como si andaran de puntillas para pasar desapercibidos, pero sin éxito, cientos de cangrejos invaden cada día el muelle de Melenara y las rocas cercanas, y danzan al ritmo de las olas y de las personas que se acercan a observarlos. En cuanto perciben la presencia humana cerca, se deslizan ágilmente hacia el borde de la pasarela que separa el mar de la tierra y cuando se sienten seguros, vuelven a ocupar esta rampa. Hay quienes tienen en su rutina diaria ir a observar a estos crustáceos que forman ya parte indispensable del paisaje de la costa teldense. 

El oceanógrafo Gregorio Louzara explica que pese a la espectacularidad de estos animales en Melenara, es un tipo de cangrejo presente en toda la costa teldense y canaria, además del resto de la Macaronesia, si bien este lugar es accesible y permite observar sus hábitos fácilmente. 

Cangrejos rojos o moros en una roca junto al muelle de Taliarte

Cangrejos rojos o moros en una roca junto al muelle de Taliarte / Juan Castro

El cangrejo rojo, también conocido como cangrejo moro o negro, tiene un color que varía dependiendo de la edad del ejemplar, pasando del gris con manchas blancas de los más jóvenes a los rojos o anaranjados, con motas amarillas y azules, de los más adultos. Esta especie habita en las zonas rocosas intermareales, es decir, aquellos lugares que quedan al descubierto en pleamar y bajo el agua en bajamar. Además, es un animal marino al que le gusta pasar mucho tiempo sobre la superficie. Durante el día se muestra muy activo y por la noche descansa, por lo que es el mejor momento para su captura.

Pese a que Grapsus adscensionis es comestible, este no es el cangrejo más codiciado por los amantes del marisco, sino el blanco, que es más difícil de localizar en zonas tan accesibles y visibles. 

Juan Jiménez asegura que son muy sabrosos, aunque reconoce que el olor que desprende al cocinarlos es muy fuerte y no le gusta.

Gregorio Louzara, oceanógrafo teldense

Gregorio Louzara, oceanógrafo teldense / Juan Castro

Pesca del sargo y la vieja

Para lo que sí se usa mucho, es como carnada para la pesca. Antonio L., un pescador aficionado, lo utiliza a veces para atraer sargos, viejas y otros peces. Explica que lo mejor es cogerlo por la noche «con un foco porque así se quedan quietos». Él congela las patas «para que luego sea más fácil sacar la carne» y colocarla en el anzuelo. En alguna ocasión, incluso, lo ha cocinado para consumo propio, en algún arroz o solo guisado.

Gregorio Louzara apunta a que se trata de un omnívoro que no tiene ningún depredador especial, lo que explica su masiva presencia en algunas zonas. 

Cangrejos en el muelle de Melenara

Cangrejos en el muelle de Melenara / Juan Castro

En la costa de Telde es fácil verlo también, por ejemplo, en las rocas de La Garita, sobre todo en los alrededores de la cueva de la Reina Mora, aunque también en Taliarte y en las zonas intermareales del paseo marítimo. A lo largo de su vida muda de caparazón, lo que explica que aparezcan sus exoesqueletos vacíos en las piedras y charcos de las calas. 

Espectáculo

Más allá de sus características científicas, el cangrejo rojo se ha convertido en un verdadero espectáculo para vecinos y visitantes que encuentran en el movimiento de la ‘marea’ de cangrejos algo hipnótico

Ana Delia Artero, una vecina de Melenara, asegura que es habitual ver a mucha gente en el muelle disfrutando de la visión. «Los clientes de los restaurantes de la zona aprovechan y se entretienen viéndolos». A ella también le gusta ir. «Me encantan los colores, pero lo que más me llama la atención es el tamaño que alcanzan». 

A sus amigos les gusta bajar a las rocas para cogerlos. «Se los comen y dicen que están muy buenos, pero yo no los he probado porque no me gusta el marisco», asevera. 

Un cangrejo rojo o moro en una de las rocas de Melenara

Un cangrejo rojo o moro en una de las rocas de Melenara / Juan Castro

María José Sanz, que vivió varios años en la zona confiesa que asomarse al muelle para observar a estos animales se convirtió en casi una rutina «y en un juego», a veces en solitario y otras con amigos. «Me gusta ver cómo compiten por el mejor lugar en la roca y cómo, a veces, uno de menor tamaño consigue echar a uno mayor y cuando este se iba, llegaban varios pequeños que se quedan a su lado. Seguro que son madres con sus crías». A pesar de que ahora vive en el sureste de la isla, todavía se acerca de vez en cuando a Melenara e, inevitablemente, dedica parte de su paseo a observar a estas criaturas. 

«Me encantan los colores, pero lo que más me llama la atención es el tamaño que alcanzan».

Ana Delia Artero

Punto de vista de un malagueño

La primera vez que Rafa López visitó Telde, sus amigas le llevaron a conocer la costa, empezando por Melenara. Allí, la majestuosidad del Neptuno de Luis Arencibia compitió con la colonia de cangrejos rojos o moros. 

«Lo primero que me sorprendió fue el color y luego la cantidad». Y es que este malagueño que ha caído rendido por los encantos de la ciudad y se ha trasladado a vivir a ella «solo los había visto verdosos y aquí los hay negros y rojos». Tampoco había observado tanta cantidad de cangrejos juntos, una peculiaridad que es ocasional en esta especie de crustáceos. 

Una de sus amigas pasa con su perro cada día por ahí y la parada es obligada. Bromea diciendo que menos mal que lleva atada a su perra, que apenas pesa unos kilos, porque «podría convertirse en el principal depredador» de estos animales. Ella, al igual que el resto, confían en que prime la razón para que esta especie no desaparezca y el espectáculo continúe.