Fin al banco de pruebas con un trámite doloroso ante el emperador de seda. Se acabaron los experimentos con un aviso a navegantes. Relajarse te cuesta la vida. Llega la hora de la verdad con un bofetón de Setién.

La derrota ante el Real Betis del extécnico amarillo (4-0), en la final del Ramón de Carranza, echa el cierre a una fase de probaturas de 34 días, marcada por la enorme metamorfosis que ha sufrido el plantel amarillo -12 fichajes, faltan cuatro y lo que deja un total de 35 movimientos de activos entre salidas y llegadas-. Demasiado por hacer cuando aguarda el Reus, dentro de una semana, en el Gran Canaria (21.00).

Con Fabio González, Rivera y Galarreta, la UD entregó el verso y la poesía a Setién. La consigna era morder y salir como aviones. En ese panorama de vértigo, destacó el torpedo Sacko. El francés, cedido por el Leeds United, completó una meritoria primera parte. Funcionó el plan a la perfección, y se vio a una versión camaleónica de Jiménez.

Ese registro explosivo evoca a la figura de Thievy, que en Segunda y con Lobera asestó el terror en la categoría. El costalero Jiménez reservó al teórico once titular que doblegó al Cádiz en los lanzamientos de penaltis. Cabe recordar que rostros como Rubén Castro, Mir, Araujo (lesionado), Fidel o Cala se quedaron en el banquillo. Hay que metabolizar este revés como la mejor lección de cara al estreno liguero.

Sin aire y estallido de vértigo

Y en ese equipo 'B', del 72' al 75', padeció una desconexión total en la Tacita de Plata. Se esfumó la lucha en el verde y el Betis sacó la ametralladora: Canales (2) y Brasanac estiraron la sangría en el primer gran patinazo de la 'era Jiménez'.

Loren (41'), tras tocar el balón en Deivid, abrió la cuenta en una acción marcada por el infortunio. No lo merecía el zaguero amarillo, que en líneas generales abortó el peligro con autoridad durante la primera parte. Pero si la UD se mostró blanda en ese tramo fatídico del segundo acto, cabe reseñar la falta de contundencia ante el meta Pau López.

Resultó cómica ese carrusel de errores desde el área pequeña: Expósito, Espiau, Mantovani y Deivid pudieron lograr el tanto amarillo que aportase algo más de emoción a un final sangrante. Se estrellaron en el cuerpo del meta rival y la nada.

Pero esto es agosto, y el verano lleva a engaños. Con Manolo Márquez, en 2017, el cuadro amarillo abrazó el triplete y terminó perdiendo la categoría sin honor bajo el Apocalipsis de Paco Jémez. Ayer, la luz se apagó en el 70'. Se gestó una descomposición grotesca, pero que no acarrea daño colaterales.

Este fin del verano, la UD tuteó al Leeds y ha sabido promocionar su rigor defensivo. Salvo en la final del Carranza, donde regresó el vuelo diabólico del cuadro del esperpento de la pasada campaña. Rivera pasó de puntillas y Galarreta sí se ofreció de forma constante. La actuación de Fabio González lo coloca en la pole position, en una fase inicial donde Parras y Benito pasaron más desapercibidos. El aldeano, ayer de extremo, pisó en una ocasión el área y luce su arista polifacética.

Solo repitió el extremo aldeano en relación al once de las semifinales ante el Cádiz. Dos versiones de la UD, dos sensaciones antagónicas y cierta dosis de vértigo. El rigor del costalero, por primera ocasión en esta fase experimental, se mostró vulnerable. Pero faltan dos fichajes y la adrenalina de la competición. Una noche de pesadilla en el Carranza. La venganza de Setién.