¿Qué puede ser normal en una temporada que ha durado 11 meses? Casi nada. Y casi nada ha transcurrido bajo aquellos parámetros que consideramos pautados de antemano. En parte, por culpa de la pandemia de la Covid-19 que ha puesto patas arriba el mundo. Nada ha sido normal en esta liga.

Lo único normal de la última jornada, si se miran los precedentes más cercanos de las últimas temporadas, es que la UD no ha tenido nada en juego. Ni lo tuvo el año pasado, cuando el proyecto para ascender del tirón se desmoronó antes de la fecha 40; ni lo tuvo en la temporada previa, cuando cayó de Primera casi sin honor.

Tampoco fue normal la contundencia que mostró la UD en su último choque de LaLiga SmartBank ante el Extremadura, descendido ya desde hace algunas semanas. Si hay algo que ha lamentado el conjunto amarillo durante gran parte del año fue su falta de precisión, de facilidad para marcar. Ayer, con cuatro soplidos destrozó al Extremadura en la primera mitad. Entre las cosas menos comunes, el gol de falta directa de Mauricio Lemos Y no porque no se le hubiera visto antes emplearse con esa calidad desde el libre directo, pero sí porque esa virtud parecía haber desaparecido del catálogo de sus botas.

Tan rara ha sido esta campaña que el Extremadura se presentó en Gran Canaria con solo cinco suplentes en el banquillo -uno de ellos el portero-. De los 16 futbolistas del cuadro de Almendralejo, cinco no tenían dorsal del primer equipo. Otra cosa anormal.

En esa normalidad siempre están los goles de Rubén Castro. Lo lleva haciendo una vida. Ayer, otra vez de dos en dos. Dejó un par en Vallecas y, para cerrar el año, otro par como señor del área. Dos goles de definición pura, de remate, de goleador. Lo que ya no es tan normal es que siga con ese don fresco con 39 años. En total, 15 tantos, los mismos que la temporada pasada. Y eso que se pegó tres meses fuera de los terrenos de juego. En las últimas 11 jornadas, el isletero ha marcado diez tantos. Eso tampoco es muy normal.

Como tampoco es común un talento como el de Jonathan Viera en Segunda División. La UD se agarró a él durante el primer tramo de la competición para volar a lomos del futbolista de La Feria, que llegó a la UD para recuperarse de una lesión y salió de ella con un reparto de exhibiciones bárbaro para elevar su nombre dentro de la historia de la entidad. Bajo ese rango en sus actuaciones sí que es más normal perder el rumbo cuando el '21' se marchó.

Por encima de todo, lo más raro de la temporada para la UD Las Palmas es que un adolescente haya salvado gran parte de su escudo. Primero, con una venta millonaria al FC Barcelona cuando ni siquiera había debutado en el fútbol profesional. Al club catalán le bastó con unos cuantos amistosos de verano para pescar al futbolista tinerfeño, que con 16 años colocó su nombre en el mundo profesional. Ahora parece no tener límites.

El de Tegueste firmó su cuarto tanto de amarillo. Si otras tantas veces ha sido él quien se encarga de repartir balones a Rubén Castro, ayer fue el delantero quien le sirvió a Pedri González el tanto. Un gol que le hizo feliz. Los gestos con él eran de una complicidad absoluta. Guiños y cariños que huelen a despedida, desde la celebración en el tanto -el 2-0 de la UD- hasta el abrazo con Pepe Mel cuando salió sustituido. La gratitud hecha un cuadro.

"Estoy muy feliz de toda la gente que me ha rodeado, del equipo, del club, y sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos. Me voy satisfecho de haber pertenecido a Las Palmas, agradecido con la UD, con el técnico, con la Casa Amarilla...", admitió el futbolista cuando acabó el partido en los medios oficiales del club. Era la última frase de una temporada tan extraordinaria que será difícil de olvidar. Como esa sonrisa de jugón.