En el Ayuntamiento de Telde no hay nadie más honrado que yo. Puede haber gente que sea igual de honrada, pero ¿más honrados que yo? No hay nadie". Lo dijo Guillermo Reyes a este periódico el 16 de noviembre, seis días después de que explotase otro caso más de presunta (siempre presunta) corrupción en la ciudad de los faycanes: el caso Calero.

El concejal más controvertido que ha pisado su salón de plenos en la última década, capaz de generar amores y rencores a partes iguales (o casi), andaba esos días muy molesto por la forma en la que los medios habían enfocado las declaraciones del imputado Francisco Valido, detenido entonces en aquella trama.

La afirmación de Reyes, recogida en la portada de LA PROVINCIA / DLP del día siguiente y en una extensa entrevista, dio pie a un amplio debate en la calle. ¿Héroe o villano? Algunos le acusaron de soberbio y prepotente; otros lo defendieron por hacer "lo que siempre ha hecho: decir la verdad sin tapujos".

Lo que está claro es que, al menos seis meses después (y tal vez antes), la Policía Nacional no comparte necesariamente estas opiniones: ni las del edil ni las de sus seguidores. El ex concejal de Urbanismo ha sido detenido cuatro años después de que corriesen los rumores por San Juan sobre un inminente arresto que nunca se llegó a producir a la sombra de Faycán o de Doramas. Cayó Torres, cayó Valido, cayó el PP en peso, cayeron decenas de funcionarios, empresarios, familiares, el jefe de servicio de Urbanismo... pero Reyes nunca tuvo que dejar sus huellas dactilares en comisaría ni elegir un colchón para tumbarse un rato sobre baldosas oscuras.

Todo lo más fue citado a declarar por una cédula de habitabilidad -la del ático de la casa del ex asesor Francisco Gordillo- y en su comparecencia voluntaria y sin esposas ante el juez García-Sotoca se vio arropado por decenas de seguidores a las puertas del juzgado. Allí acusó a la policía de "montar un circo", lo que le valió la apertura de diligencias por parte de la Fiscalía, que, por cierto, fueron archivadas. Y allí también denunció la existencia de una oscura mano negra, movida de forma tenebrosa por partidos en vísperas de las elecciones.

Este jueves pululaba con su traje claro por la calle adoquinada de San Juan. Estaba en lo suyo, fiscalizando el trabajo desde la oposición, revisando expedientes, citándose con los vecinos de Jinámar. Pero le tocó. Fue su día. El día de Reyes. Ni la prensa ni el pueblo: ahora será un juez quien dé su opinión sobre el inicio de este texto...