En el otoño de 1868, un pequeño grupo de españoles se juntaron en el modesto local del 151 Bowery Street en Manhattan para crear la Sociedad Española de Socorros Mutuos (Spanish Benevolent Society). Muchos inmigrantes españoles desembarcaron en los muelles de Nueva York durante los siglos XIX y XX; la sede del Centro se convirtió en un punto de encuentro para facilitar alojamiento, empleo y asistencia médica. Hoy, a pesar de la disminución de la inmigración española, el Centro sigue manteniendo el legado de sus fundadores con exposiciones de arte, conciertos de música, conferencias y otros eventos que conservan la cultura e historia de España y sus expatriados en Nueva York.

Ubicada en la calle 14, entre la séptima y octava avenidas, acogió este pasado viernes, con lleno absoluto en su sala de conciertos, la impresionante voz y la presencia escénica de la cantante isleña Olga Cerpa y Mestisay, su grupo. Nos había convocado el centro Cultural Cubano de Nueva York, que hace una labor muy meritoria en el ambiente cultural neoyorquino en todo lo que tiene que ver con las culturas del Caribe, y la Hunter University. El concierto, titulado Canarias y Cuba: una canción, fue un derroche de poderío y de musicalidad extraordinario; sólo habíamos podido disfrutar de Olga Cerpa a través de sus videos en la Red, pero su directo y su fuerza interpretativa es de una calidad extraordinaria.

Verla versionando boleros y canciones románticas de toda la vida y otras con un sabor a la música de sus islas Canarias es un lujo para los oídos. Saltó de estilo en estilo sin inmutarse; y los hizo suyos, hilando complicidades y sentimientos con el público del Nacional. Clase, poderío vocal, y sutilidad en una forma de cantar lo popular que no es común.

Conquistó a la numerosa ?audiencia de origen cubano cantando a Ignacio Villa Bola de Nieve con una arrebatadora versión de su Si me pudieras querer. Hizo saltar lágrimas con boleros de Manzanero y con el Luz de Luna del mexicano Álvaro Carrillo. Y acrecentó la nostalgia emigrante de algunos de sus compatriotas canarios y españoles con coplas y décimas de su tierra natal.

El célebre Lágrimas negras, de Matamoros cerró su segundo concierto en la ciudad d Nueva York; el día anterior lo había hecho en el auditorio del Instituto Cervantes. La acompañaron cuatro excelentes músicos, en una mixtura de sonido atlántico lleno de elegancia y sabor a isla, con el timple canario y la guitarra portuguesa en un elegante maridaje.

A todos los que tuvimos la suerte de disfrutarla nos quedó un indeleble recuerdo y nos ha hecho adorarla. Felicidades y gratitud a los organizadores del evento: volver a verla pronto en la Gran Manzana ya se ha convertido en más que un deseo.