Análisis

El vínculo entre Fernando Clavijo y la barriada de Escaleritas

La familia del presidente del Gobierno de Canarias puede ser considerada una de las fundadoras de la popular urbanización de la capital grancanaria

El vínculo entre Fernando Clavijo y la barriada de Escaleritas

El vínculo entre Fernando Clavijo y la barriada de Escaleritas / Miguel Rodríguez Díaz de Quintana

Miguel Rodríguez Díaz de Quintana

Cuando Fernando Clavijo Batlle recorría la calle Mayor de Triana en los últimos días de la campaña electoral, entre los curiosos que se iban acercando para saludarlo uno de ellos le llegó a preguntar que de dónde era. Y él, con la mayor naturalidad del mundo, le respondió que su familia procedía de la barriada de Escaleritas.

Ante tan sorpresiva declaración del candidato, el grupo que lo escuchó llegó a pensar que se trataba de una estratagema política para facilitar al electorado su voto. Pero no, no sólo dijo la verdad, sino que su familia puede ser considerada una de las fundadoras de la popular urbanización de ciudad alta: Escaleritas.

No vamos a desempolvar la larga historia de esta singular zona residencial desde aquel inicio de 1510, cuando la montaña de tierra donde se ubica la barriada fue donada por la Corona al hospital de San Lázaro. Tras los siglos, fue pasando de mano en mano, hasta que llegada la centuria del XIX gran parte de la extensa hacienda engrosó el patrimonio de Simón de Paz Ascanio, teniente coronel de los reales ejércitos y gobernador militar de Gran Canaria. Heredada posteriormente aquella montaña por sus nietos, entre los que figuraba Alejandra Azofra, ésta llevó el predio al matrimonio que realizó con el irlandés Federico Manly, comerciante establecido en la calle Travieso. Los negocios y las cargas familiares debieron de hacer estragos en la economía familiar y los Manly se arruinaron. Los hijos emigraron a México y el irlándes murió en París en 1869.

A subasta

Para liquidar las grandes deudas que había dejado el comerciante, la Auditoría de Guerra de la provincia incautó la propiedad y ordenó la subasta de aquella extensa heredad de dos millones ciento veinticinco mil metros cuadrados, que abarcaba desde el cuartel de Mata hasta los límites de Guanarteme. La oferta la remató en 1873 el italiano Juan Bautista Carló Guersi, adjudicado todo aquel conjunto de fincas rústicas «de erial y pastos» por la cantidad de 15.000 pesetas.

Aprovechando las magníficas vistas de aquella inmejorable atalaya ciudadana, con los años se trazó un ambicioso proyecto para levantar en sus lomas una barriada turística de lujo, con hoteles, casinos, piscinas y canchas de golf y tenis. Los Carló ya se habían asociado con el ferretero tinerfeño de origen suizo Alfredo Schamann Hernández y con los comerciantes Narciso Cabrera Iglesias y Emilio Romero Corbacho para la gran aventura. Pero comenzaron a llegar las expropiaciones por parte del Estado, porque en 1893 amplios sectores de aquella heredad se consideraron necesarios por el Ejército para la instalación de cuarteles y un almacén de pólvora (De ahí quedó bautizado para siempre el actual barrio del Polvorín).

Tras el gran disgustó que se llevó el italiano, acudió de visita al despacho del comandante militar para informarle de lo ocurrido y en el mismo estrado le dio un infarto coronario y murió. Los descendientes venden lo que habían podido conservar. Una serie de fincas hacia el lado de las Rehoyas las adquiere Tomás Miller Wilson para establecer los secaderos de tabaco en las cuevas que pasarán a la historia como las del Provecho.

Es necesario resaltar, al tratarse de parte de la historia que venimos contando, también se pudo realizar una gran venta a la compañía inglesa Blandy Brothers. La transacción realizada con mister Carlos Mauricio Blandy, representante de la firma británica, tenía una cabida de 600.000 metros cuadrados y se liquidó por 13.750 pesetas. Los linderos iban desde la trasera del hotel Santa Catalina y el actual Colegio de los Salesianos (llamado entonces del Sagrado Corazón) hasta el Llano de las Brujas, o Lomos del Polvo, que poseía un gran estanque. Se puntualiza en el documento que quedaba franco «para el uso del estanque» el paso de serventía por el barranquillo que a él conducía, y que habían comprado los hermanos Leoncio y Zoilo Padrón de la Torre (Hoy barranquillo de don Zoilo).

Cultivos para exportación

Hubo otra liquidación importante de 194.000 metros cuadrados que adquirió el cosechero exportador de San Lorenzo, Diego Betancor Hernández, uno de los mayores contribuyentes y próspero industrial, que sacará buen provecho cultivando en aquellos eriales los productos agrícolas de tanto auge en la isla y que luego exportaba al Reino Unido.

El Ejército continuó expropiando heredades que consideraba útiles para el desarrollo de sus actividades castrenses. El 8 de noviembre de 1923 la Intendencia del Ramo de Guerra publica la expropiación forzosa de 311.981 metros cuadrados a todos los poseedores en aquel momento de la extensa finca. El señor Schamann pierde la zona donde luego se construyeron las viviendas llamadas Cuatro Cañones. Los herederos de don Diego Betancor experimentaron un recorte de 36.545,50 metros cuadrados, más doscientos metros lineales del camino del Norte.

Y es aquí cuando la extensa zona, en manos de los ingleses, va a quedar bautizada para la posteridad como la barriada de Escaleritas. Muy aficionados a los juegos, los británicos aprovechan aquellos espacios para instalar un campo de golf, que va a ser el primero de la isla y el decano de España. Debido a las condiciones orográficas de la ladera se tienen que realizar los hoyos en lomas escalonadas y se hace necesario realizar unas escalinatas de tierra para facilitar el acceso a las pistas, por lo que la identidad del lugar comienza a señalarse entre los deportistas como el campo de golf de las escaleritas. Existe, sin embargo, otra teoría que sostiene que el nombre lo disfrutaba ya la zona desde antiguo como cortijo de Escaleritas, en donde había un poblado caserío con árboles frutales. Y en efecto, el nombre sí existió, pero era de otros propietarios, de la familia Rocha Casabuena, y estaba ubicado en el sector del poniente de la gran finca conocida como Hoya Paterna y emplazado hacía el pueblo de San Lorenzo a cuya municipalidad pertenecían entonces todas aquellas fincas.

La instalación deportiva de los ingleses atrajo a varias familias de la sociedad grancanaria que también compraron terrenos por el sector de la montaña con la idea de invertir y fabricar con el tiempo futuras residencias. Pero llegaron los difíciles y complicados años de la década de 1930 y se produjeron nuevos acontecimientos. En 1936 las primeras autoridades fueron destituidas y el naciente régimen las sustituyó por otras nuevas. Ocupa entonces la alcaldía de Las Palmas Antonio García López. De inmediato, el mandatario se preocupa por la gran escasez de viviendas y centros escolares a lo largo y ancho del municipio y solicita a la patriótica población que se adhiera al movimiento y donen solares para «mejorar las condiciones de vida de los conciudadanos y poder resolver el angustioso problema». Y en efecto, fueron muchísimos los vecinos que se desprendieron generosamente de sus pertenencias a favor de la causa.

Previamente, el arquitecto del Catastro, Fernando de la Escosura, había informado al alcalde de las inmejorables condiciones que existían en la zona alta de aquella heredad para construir una barriada. Con tan buena noticia, de inmediato el edil fue a visitar personalmente a los propietarios de aquellos solares para solicitarles la donación, y así lo hicieron desprendidamente Manuel Ley Gracia y su cuñado Emilio Suarez Fiol; el exalcalde Jacinto Artiles Fabelo y su hermano Juan; Agustín y Guillermo Martinón; Luis Valle Gracia y los ingleses Ernesto Wooton, gerente de la compañía carbonera, y la viuda de mister Alfred Gardner, que eran los dueños de aquel contorno. La espléndida donación se protocoliza ante el notario Cayetano Ochoa.

La urbanización, inaugurada en 1948, tuvo entre sus primeros residentes a los abuelos paternos del presidente antes de su mudanza a Tenerife en 1960

Una vez acabada la guerra, a principios de la década de 1940 se organiza la construcción de la tan deseada urbanización de casas de una y dos plantas ajardinadas, «nuevos hogares que reúnan condiciones más modernas» -dice el decreto-. El consistorio aprueba en el pleno de noviembre de 1942 la propuesta del Instituto Nacional de la Vivienda de construir 422 unidades protegidas en una superficie de 166.356 metros cuadrados y por un importe de 14 millones de pesetas. El Mando Económico del general García Escamez también se va a implicar. Los arquitectos del proyecto son Antonio Cardona Aragón y Fernando Delgado de León, y el fabricante de aquella inicial barriada es la empresa de construcción Diego Betancor, S.A.

Empezada a construir a fines de 1945, la urbanización con iglesia, mercado y grupo escolar fue inaugurada solemnemente el 29 de abril de 1948, Junto con el alcalde Franito Hernández González, y las primeras autoridades, el obispo Antonio Pildain, revestido de capa pluvial y báculo, bendijo la que empieza a ser denominada «la Ciudad del Porvenir». El inaugurado templo va a ser bautizado con la advocación de Santa Isabel de Hungría por deseos del alcalde, que quería con este gesto rendir un homenaje de admiración y cariño a su madre, doña Isabel González Díaz.

Al final el complejo costó la suma de 20.635,646 pesetas. Las casas iban a quedar en régimen de alquiler por la cantidad de 160 pesetas mensuales y estaban exentas de contribución.

Desde hacía varios años el Ayuntamiento había solicitado a los vecinos de la capital la presentación de licitaciones para adjudicar las viviendas con arreglo a un concurso abierto. Fue entonces cuando una serie de familias de diversos y amplios sectores del municipio optaron a ello al reunir las condiciones exigidas. Y una de ellas fue la de Clavijo. A don Fernando Clavijo Ponce de León, un joven nacido en el barrio de Triana de 30 años, casado con Sira Redondo Lauredo y con tres hijos, entre ellos otro Fernando, entonces un niño de cuatro años de edad, que será el padre del presidente, se le adjudica la vivienda emplazada en la calle Obispo Tavira, número 14. En aquel domicilio residió la familia y vinieron cuatro hijos más y, por desgracia, sufrieron el gran desconsuelo de perder al poco de llegar a Escaleritas a una de sus hijas, la niña María de la Consolación, que falleció a los cuatro años de edad en junio de 1950 a consecuencia de una inflamación aguda de hígado.

De Escaleritas a Tenerife

El abuelo del presidente, siendo un joven e inquieto muchacho de 25 años de edad había ido a la Península a estudiar ingeniería, Sin acabar la carrera, se enamoró perdidamente de Sira, una atractiva joven valenciana de diecisiete años, y contrajeron matrimonio en la parroquia de San Nicolás de Bari de la capital del Turia en junio de 1942. Sin título, pero con admirada esposa y con tres retoños nacidos en esa misma ciudad, arribaron a nuestra isla, precisando casa para formar el nuevo hogar. Su llegada coincide con la publicación de las licitaciones para adquirir una residencia en la nueva urbanización, y a don Fernando se le adjudica la vivienda ya descrita.

La Refinería de Petróleo de Santa Cruz de Tenerife, la industria de ese tipo más antigua de España, necesitaba incrementar su plantilla de más de 400 personas fijas. El título recientemente adquirido de perito químico permite que sea contratado el canarión. El nuevo destino hará que el matrimonio se traslade a la vecina isla con sus hijos en junio de 1960. Formarán también parte de los primeros vecinos de la inaugurada barriada Tío Pino que fabrica la refinería para sus empleados al lado mismo de la empresa. Y ya en el municipio santacrucero, los hijos irán encauzando sus vidas en el nuevo territorio. El primogénito, Fernando Clavijo Redondo, activista inquieto como su padre y funcionario de Protección Civil, contrajo un primer enlace con la joven Natividad Batlle Juan, gran nadadora en su juventud y al paso de los años excelente maestra gastronómica, y el matrimonio será el progenitor del niño que nace en San Cristobal de La Laguna el 19 de agosto de 1971. Aquel niño más adelante se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales y se convirtió con los años y por dos veces en el presidente del Gobierno de la Comunidad Autónoma de las Islas Canarias. Esta es la historia.

Suscríbete para seguir leyendo