Esta semana se ha celebrado en Londres la World Travel Market (WTM), una de las más importantes ferias turísticas internacionales. Como cada año, Canarias ha desplegado en ella una amplia acción promocional ya que, además de representar a uno de nuestros más fieles visitantes históricos, el mercado británico vuelve a crecer de forma significativa en las Islas. La fortaleza de la economía de Reino Unido, frente al estancamiento de la zona euro, explica en gran medida este nuevo periodo de expansión del turismo procedente de uno de los países más viajeros del mundo; y donde nació, precisamente, el imparable impulso por descubrir nuevos lugares que mueve a más de 1.100 millones personas al año.

La caída del precio de los carburantes, que ya está teniendo su impacto y aún será mayor en el precio de los billetes aéreos, contribuirá a consolidar este crecimiento sostenido de la actividad turística mundial en los próximos años. Un crecimiento que en España y Canarias se está traduciendo en una sucesión de récords que, en 2015, volverán a repetirse en algunos de los principales indicadores turísticos.

Si a ello añadimos el componente de seguridad que buscan los turistas ante la ola de atentados en algunos destinos árabes, las previsiones para Canarias, favorecidas por la desgracia ajena, no pueden ser más optimistas. Esta misma semana, Londres ha iniciado la evacuación de 20.000 turistas británicos de Sharm El Sheij, el área turística mejor preparada de Egipto para competir en el turismo de sol y playa. El accidente del avión ruso que partió de esta ciudad ubicada en el sur del Sinaí apuntan a un atentado terrorista en pleno vuelo y, junto al grave atentado de Túnez, cierra aún más las expectativas de recuperación turística del conjunto de los destinos árabes.

En este contexto, Canarias roza la plena ocupación de sus alojamientos turísticos, sobre todo hoteleros, y comienza a no tener capacidad para asumir la creciente demanda de turistas que buscan un destino agradable y seguro en el que descansar. Pero no todas las islas tienen la misma capacidad ni la misma fortaleza para afrontar el reto. Unas cuentan con las plazas alojativas necesarias para absorber esta nueva ola de visitantes, mientras otras no han podido dotarse de las infraestructuras necesarias para ello. La cuestión volvió a reabrirse en esta última edición de la WTM, a la que acudieron los nuevos responsables turísticos salidos de las pasadas elecciones autonómicas y locales. La feria de Londres se cerró, así, con una novedad respecto a ediciones anteriores: los sectores público y privado de Gran Canaria han creado un frente de actuación común para defender el reposicionamiento de esta isla y el fin de las restricciones a la construcción de nuevas plazas hoteleras en suelo turístico ya calificado.

Cuando aún aspiraba a dirigir el Gobierno de Canarias que hoy preside, Fernando Clavijo realizó una clara apuesta por poner fin al intervencionismo del anterior Ejecutivo. Esta fue, junto a otras cuestiones, una de las políticas que, según dijo, le iban a distinguir en la nueva etapa. La realidad ha constatado que la polémica ley turística de Paulino Rivero ni ha renovado suficientemente la planta alojativa ni ha permitido renovar el destino y hacerlo más competitivo. Una ley que, además, ha favorecido claramente a unas islas frente a otras, como ha puesto de manifiesto la actitud de sus representantes tanto a favor como en contra.

No dudamos que el nuevo Gobierno de Clavijo aspire a impulsar, tal como se comprometió, la reforma de dicha ley; pero comienza a exasperar la táctica dilatoria en la que parece haber entrado y no acabar definitivamente con un intervencionismo contraproducente que daña a la economía canaria. Ya se sabe que los tiempos administrativos no coinciden con los tiempos reales en los que se mueve la actividad económica, pero lo cierto es que Gran Canaria y otras islas no pueden esperar ya más para renovar su producto turístico. Es el momento en que el Gobierno de Canarias debe tomar la iniciativa y poner fin, de una vez por todas, a las trabas administrativas que impiden al sector turístico despegar y competir en igualdad de condiciones.