S ólo hay que ver la crisis que le ha estallado a Macron nada más empezar, con la dimisión de dos ministros, para tener claro que necesitamos el verano para reflexionar, en plan vegano, sobre qué ocurre en España. El nuevo presidente francés ha puesto el listón muy alto en cuanto a lo moral y lo inmoral en política: el nepotismo y el pago irregular a una asistenta doméstica han sido motivos más que razonables para Ferrand y Goulard se vayan por donde vinieron. Es significativo que Francia no se extienda en lo que es corrupción o no, o si el político debe abandonar o no cuando está siendo investigado por un supuesto delito. No, más bien se trata de lo que es moral o no, en definitiva lo que le parece bochornoso al ciudadano. Y a la vista de la racha de Macron no sólo es difícil lograr un ganado impoluto, sino que además es necesario asumir responsabilidades y estar a las buenas y las maduras cumpliendo con lo prometido de cara a lo honesto y lo deshonesto. Sin dudar de la rectitud de los gobernantes que nos tocan, estaría bien indagar en lo que en este país se considera calderilla: por ejemplo, las dietas a los diputados en Madrid que tienen ya vivienda propia, a veces compradas con dichas ayudas, o el pago por Moncloa de los gastos derivados del cuidado del padre de Rajoy. Nimiedades que se pasan por alto, y que como hemos visto cotizan en lo que se refiere al plan de moralización de la vida pública francesa puesto en marcha por Macron. El problema gordo o campanudo es que la escopeta nacional se encuentra en otro nivel: todavía la UCO, con unos guardias civiles asediados por la derecha, quién lo iba a decir, trata de esclarecer a los corleone de la trama de financiación ilegal del PP. Aun no hemos llegado al estadio de preguntar por chanchullos de perfil bajo pero que molestan una barbaridad. ¿Superarían el listón de Macron? Tengo mis dudas al respecto.
