Opinión | Cartas a Gregorio

Blanco y en botella

La desafortunada confusión de Ibán Padrón en Conecta Canarias con Emma Colao

La desafortunada confusión de Ibán Padrón en Conecta Canarias con Emma Colao / TVC

Querido amigo. Me pregunto cómo se puede pretender que te tomen por una mujer cuando tienes cara, voz y aspecto de hombre y, además, te vistes como un hombre.

Hay un miedo generalizado a manifestar la opinión sobre la sexualidad que cada uno tiene, y más concretamente sobre la apariencia de los transexuales, como en el caso de Emma Colao, la actual directora del Observatorio Canario de Derechos Sociales y conocida activista LGTBIQ+, que en un programa de la Televisión pública Canaria armó una tremenda trifulca que colapsó las redes sociales cuando el presentador la confundió por su aspecto con un hombre, algo que en ese medio público, por la información que se le supone, no debería suceder, pero que, en cualquier otro caso, sería lo normal. Aunque, seguramente, era lo que pretendía alguien que se ha cambiado de sexo con respecto al que nació, pero no de la apariencia física que le correspondería.

En mi opinión, Gregorio, creo que cuando las cuestiones de sensibilidad social se convierten en materia de debate público, pasan a ser una discusión que los políticos intentan rentabilizar, y que pierde automáticamente la posibilidad de ser útil.

No hace mucho que una activista de Tenerife me envió la foto de una pancarta que había escrito que decía «Jediondos». Se trata de la postura crítica de un colectivo contra la masificación turística.

Le contesté que estaba totalmente de acuerdo, pero me atreví a sugerirle que más del 70% de los turistas que nos visitan son mujeres, y que, por lo tanto, en la pancarta debería poner «Jediondos y Jediondas». Pero, desde entonces, no me ha vuelto a escribir.

Otro asunto que está siendo distorsionado es la apreciación de una supuesta actitud racista por parte de los espectadores de los campos de futbol contra el jugador del Real Madrid Vinicius Júnior, aunque resulta evidente que no lo insultan por ser negro, porque igual podría ser blanco o amarillo que también lo insultarían, porque no se trata de una conducta racista por parte del público, sino que lo que pretenden es incordiar a un jugador tan desestabilizador para el equipo contrario al que intentan cohibir. Mal hace el jugador en tomárselo como un agravio racista, así como los medios que alimentan esas críticas a sabiendas de que los tiros no van por ahí.

No se puede reprobar a alguien que esté influenciado por la pasión que se deriva de una contienda deportiva, porque eso forma parte del espectáculo establecido.

De la misma manera, tampoco se puede pretender que lo que se ve objetivamente no corresponda, precisamente, con lo que es, como la apariencia que Emma Colao ha decidido mostrar.

Si es un futbolista brasileño negro que hace virguerías con el balón, seguro que se trata de Vinicius Júnior, lo mismo que si es blanco y en botella será leche, lo único que hay que hacer es apelar a la lógica.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.