"La mujer del siglo XXI ha nacido, el hombre del siglo XXI, no". Enrique Hernández Reina, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Insular, habló ayer de las nuevas relaciones amorosas dentro de las Jornadas de Salud Mental y Psicoanálisis Amor y Sexo en el siglo XXI, celebradas en este centro hospitalario. Para el especialista la identificación clásica del varón ha caído y la nueva masculinidad no ha surgido. "Ahora mismo el varón es un varón asustado", explicó el psiquiatra, que vincula este miedo a la denominada violencia machista. "La violencia es la salida de algunos hombres cuando ven cuestionada su virilidad. El machismo del siglo XXI es el del miedo del hombre a la mujer. El maltrato masculino es el miedo a la mujer sin miedo".

Este miedo también se esconde detrás de las nuevas relaciones interpersonales nacidas y vividas en Internet. Este tipo de relaciones afectivas "mantienen a la persona a distancia del compromiso, procuran una satisfacción muchas veces anónima y permiten la conexión y desconexión a voluntad", lo que significa "el colmo de la sociedad individualista".

De manera semejante a lo que ocurre con la prostitución, cuya "ventaja es que mantiene al otro a distancia", el cibersexo, en opinión del experto, es una forma de mantener al otro a distancia, "de no darse y de no ser cuestionado".

Minutos antes de su intervención de ayer, titulada el Zapping amoroso, el especialista explicó que "la posmodernidad se ha vuelto líquida y con ello también los amores", ya que se trata de una época individualista en la que la tendencia es "disfrutar ya de todos los objetos y las personas".

Según Hernández Reina hoy en día hay una decadencia del compromiso porque "estamos en el goce y el disfrute de lo instantáneo", una época en que se trata de consumir objetos listos para usar y tirar que "van cayendo en cascada a la vez que son consumidos y consumados".

El psiquiatra alertó de las consecuencias de la denominada hipercomunicación que se muestra en el uso excesivo del teléfono móvil. "Vemos en una mesa grupos de cuatro o seis personas cenando juntos y sin embargo están todos tecleando para comunicarse con personas que no están allí, personas que, cuando las ves, en realidad no tienen nada que decir. Me pregunto si la sociedad de la comunicación realmente aumenta la comunicación, el compromiso, el encuentro con el otro, o nos ha llevado a una posición más autista, de goce individual en la cual podemos prescindir del otro porque estamos conectados con la red".

Esta situación se produce por la proliferación de los sistemas de comunicación instantánea, como el WhatsApp, que cambia radicalmente la manera de comunicarse. "Ahora los adolescentes no se comunican entre ellos, cogen el WhatsApp de la Blackberry y la usan incluso cuando están juntos. Es típico ver a los adolescentes todos con el WhatsApp, pero ninguno habla con ninguno".

Esta comunicación produce un estrés porque antes cuando una pareja discutía había un tiempo de espera, ya que no se podía contactar fácilmente con la otra persona y no se podía seguir la conversación. "Ahora con el WhatsApp cualquier cosa que le digas a tu pareja queda escrito y no se puede borrar. Esta inmediatez produce nuevos estragos por la hipercomunicación, propia de mundo hipermoderno. No hay pausa", sostuvo el psiquiatra.