“Canarias es el territorio más singular del Estado”. Paulino Rivero ha intervenido en la jornada electoral catalana con ese claro mensaje. Nadie de buena fe puede negar la evidencia. Es una afirmación compartida por todos los grupos en el parlamento canario pero sin más aditamentos, sin un liderazgo político, resulta indolora, nada inquietante. La intervención de Rivero cobra sentido, más si cabe, una vez que se han abierto las urnas en Cataluña y han puesto de manifiesto la necesidad de diálogo y negociación entre el Estado y las Autonomías. Hay que sentarse a hablar, insisten desde la cúpula socialista, que respira con tranquilidad, pese a un ligero retroceso en escaños. La posibilidad de Cataluña de separarse del resto de la Nación española está un poco más al alcance de los independentistas que logran una mayoría, en escaños pero no en votos, pero mayoría al fin y al cabo. Su hoja de ruta hacia la independencia choca desde hoy con los mismos obstáculos de siempre. Por ejemplo, con Ciudadanos, que quieren ser españoles. Las elecciones que se consideraban como las más importantes desde 1977 arrojan un resultado similar al de citas anteriores, si se suman los bloques de uno y otro lado. El "si" en el plebiscito que alentaban desde la Generalitat ha sido derrotado pero el firme "no" sin alternativa también. Artur Más y Mariano Rajoy han salido tocados en esta convocatoria electoral y, por flancos diferentes, han recibido un contundente mensaje. Es cierto que no menos tocado deja el proceso al podemita Pablo Iglesias. Si el presidente catalán, sin partido, tapado en el cuarto puesto de la candidatura vencedora, oculta en su euforia el vértigo del resultado al comprobar la fractura catalana, en el PP nada se puede disimular. No solo nadie relevante ha dado la cara sino que se han escondido. Mariano Rajoy se implicó con el cambio de candidato y con su participación directa en la campaña con todo su equipo. Ha recibido una respuesta de los catalanes clara y dura. Tan dura que ha dejado tanta preocupación en Génova como en la calle Albareda de la capital grancanaria.