Las primas millonarias que recibirán los pobres jugadores de la roja si ganan el mundial son inaceptables; van en sentido contrario a la realidad que viven muchos ciudadanos de un país como España donde hay seis millones de parados, seis; personas que viven en la miseria, en una encrucijada y que tienen a la selección de fútbol como balón de escape de sus frustraciones, a los que admiran, defienden, adoran. Así se las gastan los niños bonitos que cuando se deprimen o son vencidos conmocionan a un país entero, el suyo. Inaceptable, inmorales, insultante e insolidarios. Estos son solo algunos adjetivos que una parte de los futboleros, los que tienen dos dedos de frente, les han dedicado a la campeonísima roja tras hacerse hecho pública la prima que cobrarán los jugadores por ganar el Mundial de Brasil. Nada menos que 720.000 euros por futbolista, un 20% más que en Sudáfrica 2010. Ya está bien.

Recuerden que hablamos de un colectivo de privilegiados que obtienen ganancias desorbitadas y que aun así serán vitoreados por la misma sociedad que hoy se indigna, estos artistas cuya vida, al margen de los 720.000 euros, ya está más que resuelta y que, por lo que se ve, no llegan a final de mes. Pobres míos. Desconozco si quienes pagan esa cantidad son la FIFA o su hermana la chica, pero sólo digo que en un país con las dificultades del nuestro es inmoral su pretensión y la de quienes lo consienten. Tampoco sé si las autoridades deportivas españolas pueden obligar a los niños bien a que un porcentaje alto de ese dinero se destine a mejorar la sanidad, la educación, la investigación, el paro, la pobreza. Pero no quieren; no hay más que ver los palcos para observar cómo los gobernantes se dan de codazos y babean por una mirada de esos 'pobres' chicos, por no entrar -eso merecía diez páginas- en el insulto que supone la exhibición económica de los privilegiados obreros del fútbol para el Brasil de hoy, azotado por la pobreza, y cuyos habitantes ven desde la míseras favelas como las estrellas millonarias suben las laderas para convertirlas en escenarios de anuncios publicitarios usando a niños pobres, madres que mendigan, tráfico de droga y tiroteos para humanizar el reclamo publicitario. Una foto con pibes pobres como ratas es una portada para esos de la roja. Mucha estética y poca ética. Pero mi alegato sirve de poco. Seguirán vitoreándoles. Ustedes sabrán.