Llueve desde el cielo. Y desde lo alto cae fina lluvia, gotas de cristal, que al impactar en ti, lastiman tu dulce corazón.

Ahora quiero ser tejado. Firme, impermeable y compacto. Que cubra tu tierno, dolorido y sensible corazón.

Que no llegue a ti más latigazos de la vida. Que no seas nunca más recipiente de desengaños, de disgustos ni desaires de otros.

Sabes que interpongo mi cuerpo, mi corazón, y mi vida ante ello.

Nada más puede satisfacerme tanto, como ser el salvador de tu alma. Proteger tus heridas, y consolar tus lágrimas. Para, y por ello, me entrego. Sabes que aquí me tienes.

Mi vida no es nada, pero si sirve para protegerte, lo vale todo.