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Adiós a Felipe Pérez Moreno, consejero del primer Gobierno canario

Fue titular de Agricultura y pasó a Cultura tras el Pacto de Progreso de 1985 | Propició el desembarco de la modernidad en el Archipiélago

Pérez Moreno posa para un reportaje sobre el primer Gobierno de Canarias.

En tan solo una semana han fallecidos dos integrantes del primer Gobierno de Canarias. A la desaparición la pasada semana del vicepresidente de aquel primer Ejecutivo autonómico, Juan Alberto Martín, le ha seguido la del que fuera titular de Agricultura y Pesca, Felipe Pérez Moreno; que se mantuvo en el Consejo de Gobierno tras el Pacto de Progreso, cambiando la cartera por la de Cultura y Deportes. Quienes trabajaron a su lado destacan, ante todo, su predisposición a colaborar con cuantos proyectos se pusieron en marcha en esos años y lo señalan como uno de los impulsores de la vanguardia cultural en Canarias durante los años 80.

Dos cuestiones caracterizaron de manera principal su trayectoria política: la ausencia en la batalla por los cargos orgánicos de su partido (PSOE) y la entrega a las disciplinas que conocía, ya fuera por la adquisición académica de conocimientos –ingeniero agrónomo– o por la pasión que le provocaban disciplinas para el alma como la música o las artes plásticas.

Felo Monzón, con Jerónimo Saavedra y Felipe Pérez.

Quizá esa ausencia en la pelea interna respondiera a un notable gusto por ver florecer proyectos, era más ejecutivo que teórico; lo que no significa que haya que imaginarlo sentado siempre en el despacho enfrascado en el adelgazamiento de una montaña de papeles. También sabía arreglar las cosas de modo más heterodoxo y de ello pueden dar buena cuenta las paredes del restaurante Las Nasas, por ejemplo, cuando Agaete se convirtió casi en el epicentro de la vida política de las Islas.

Además, no ciñó su trabajo a las lindes que marcaba la norma. Consejero del Gobierno de Canarias, sí, pero sin perder de vista a las administraciones que estaban por debajo. Su compañero de filas Francisco Ramos Camejo, en aquellos años 80 al cargo de la Cultura en el Cabildo de Gran Canaria, recuerda que los “recursos eran muy limitados”. Estaba todo por dibujarse en el mapa de las transferencias, por lo que, continúa, “era absolutamente necesario para una isla contar con el apoyo del Gobierno canario”.

Carmelo Artiles, Francisco Ramos Camejo, Sáenz de Oiza, Felipe Pérez Moreno y Martin Chirino en el CAAM.

¿Y qué jardín florecía cuando se alineaban los esfuerzos? Por ejemplo, el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), inaugurado en diciembre de 1989, o el Centro Insular de Cultura (CIC). En ellos estuvo la mano de Pérez Moreno apoyando decidida y decisivamente, pero Ramos Camejo apunta otro hito igual de importante aunque menos aprehensible: las veladas del Utopía. En el pregón del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria del año 2011, el escritor y periodista Juan Cruz se refirió de este modo a la mítica sala capitalina y lo que allí ocurrió en los años 80: “Utopía es, en mi memoria, el sitio por donde entró a la vez Europa y América en la ciudad de Las Palmas al borde de su modernidad”. Y en no pocas de esas veladas estuvo Pérez Moreno junto a artistas de la talla del poeta y pintor Manuel Padorno.

Ahora bien, ¿cómo acaba un ingeniero agrónomo dirigiendo la Cultura de Canarias? En el primer Gobierno de Jerónimo Saavedra tuvo a su cargo el sector primario. “No era un técnico de a pie, sino también una persona capaz de mirar con faros largos”, señala su compañero en aquel Ejecutivo Rafael Molina Petit.

El mismo Molina Petit explica que poseía esas aptitudes por haber dedicado parte de su tiempo a la “investigación” y especializarse en “economía agrícola”. Pero por delante de todo ello, “y no es un decir”, aclara, asegura que solo pueden decirse “cosas positivas” al abordar la elaboración de su semblanza. “Era un hombre entrañable, cariñoso y muy preocupado por el Archipiélago”, remarca.

Toma de posesión del primer Gobierno de Canarias.

Desde los albores de la Transición, con la legalización de los partidos políticos, decidió afiliarse al PSOE. Jerónimo Saavedra y él se conocieron en los años 70 en el entorno académico y de pensamiento que generaba la Universidad de La Laguna. En esos intercambios de opiniones participaban, por ejemplo, el arqueólogo e historiador Celso Martín de Guzmán o el sociólogo Pepe Martínez. “Hemos compartido la amistad además de la política”, relata el primer presidente canario.

Y también la pasión por la música y la artes plásticas, que ambos pudieron conocer más a fondo durante sus respectivas estancias en Italia: en Florencia, Saavedra; en Nápoles, Pérez Moreno. De ahí que el presidente se negara a prescindir de los servicios de su amigo cuando, en virtud del Pacto de Progreso, sus socios de Asamblea Majorera e Izquierda Canaria reclamaron la gestión de la agricultura, la ganadería y la pesca.

El conocimiento personal forjado durante años, despejó cualquier asomo de duda que pudiera asaltar a Saavedra sobre el éxito de la maniobra. Como nunca hizo nada que le llevara a pensar en la brida corta, el expresidente optó por darle “mucha independencia”. De ese espacio para crear surgió en aquel tiempo “el Festival de Música de Canarias, con Rafael Nebot y aquella sociedad que creamos, Socaem, con Dania Dévora al frente”, detalla el también exministro.

Felipe Pérez, durante la toma de posesión como consejero de Agricultura y Pesca del primer Gobierno de Canarias

Y si se preocupó de traer a casa la vanguardia, no dedicó un esfuerzo menor a la exportación del talento canario, ya que, y es otra máxima que compartía con Jerónimo Saavedra, estaba convencido de que el “ombliguismo” no conducía a meta alguna. El expresidente recuerda que en 1985, con motivo de la muestra cultural que llevó por nombre Europalia, llevaron hasta “Amberes un barco cargado de pinturas”. Mostraron así en el continente la capacidad creativa que atesoraban las Islas esos años y en décadas anteriores.

Precisamente fue el arte pictórico el que deparó a Felipe Pérez un sinsabor. En 1984, ni siquiera era aún consejero de Cultura, el Gobierno de Canarias adquirió un supuesto cuadro de Manuel Millares. Un año después, la viuda del artista, Elvireta Escobio, dio la voz de alarma: su marido jamás gestó esa obra, era una falsificación. A Pérez Moreno le tocó entrar en la solución de un asunto que le salpicó de lleno. Eso sí, lo hizo como se conducía cada día, sin grandes ruidos ni alharacas, dejando que la vía legal arreglara el caso.

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