Cerca de 200 murgueritos y murgueritas tomaron ayer el gran escenario del parque Santa Catalina, tras siete años sin subirse a las tablas. Bajo el lema 'Sin cantera no hay futuro', las siete murgas infantiles reclamaron a viva voz que los niños de la ciudad también se merecen su Carnaval y por supuesto, sus murguitas. El espectáculo, que comenzó a las 17.30 horas y se alargó hasta pasado el atardecer, dejó claro que las murgas chicas vienen pisando fuerte y con ganas de seguir caminando muchos años más.

Tras casi una década sin poder participar, los chiquillos se pusieron su mejor disfraz y afinaron bien sus voces para brindar una actuación digna de repetirse. Y eso es lo que demandaron ayer tanto los pequeños artistas como sus padres: que las murgas infantiles tengan su sitio en las fiestas de Don Carnal.

"Ojalá que haya más murguitas y algún día se pueda hacer un concurso", comentaba en el backestage el joven Abimael León, un Trapasito de 13 años con sangre carnavalera. Su padre está en los Trapasones y él tenía muchas ganas de formar parte de la jarana del Carnaval. "Lo mejor es que haces muchas amistades y cuando te subes al escenario a cantar es lo más emocionante. Aunque te pongas un poco nervioso", añade. Pero los nervios se van dominando con la experiencia y este Trapasito y todos sus compañeros ofrecieron ayer la que esperan sea la primera de muchas actuaciones.

Casi más emocionados que los muchachos estaban sus padres, quienes acudieron en masa a apoyar a sus pequeños. "Me siento súper orgullosa de mi hija. Con lo sacrificado que son los ensayos y los encuentros, ver como va cogiendo responsabilidades es un orgullo. Se preocupa de cuidar su material, de no olvidarse la trompeta... Ves como va madurando", cuenta Begoña, una Crazytrota que está encantada con que el espíritu murguero traspase generaciones. Su hija Rocío está en Los Chachitos, la murga de Ciudad Alta que abrió anoche el primer concurso de murgas infantiles de los últimos siete años en la ciudad.

Carolina, por su parte, es más contundente y reclama que el concurso infantil se televise como se hace con el resto de galas. Y es que el Carnaval es la época de los disfraces y la diversión, pero también de la crítica y la ironía. La joven cantera aprende rápido de sus mayores y anoche no dejó sin su ración de sarcasmo ni a la concejala Inmaculada Medina. Quien observaba la actuación con una sonrisa difícil de contener.

"Los niños lo hacen incluso mejor que los adultos. Ellos lo viven sin rivalidad y con muchísima ilusión". En opinión de Toni Brito, uno de los directivos de la murga infantil Los Baby Chancletas, los chiquillos practican una competición sana. Se esfuerzan por hacerlo bien y dar lo mejor de sí mismos sin enfrentamientos ni piques. Como dejó ayer claro la joven legión de murgueritos: lo mejor de todo es la cantidad de amigos que haces.

Meryem, Ciara, Andrea y Aroa son cuatro Legañositas que llegaron desde Carrizal a dar lo mejor de sí mismas sobre la tarima. "En nuestra murga hay niños de todas las edades. Desde los cuatro años hasta los 16", explicaban las adolescentes de 12 años. Para ellas, lo mejor de participar es hacer amigos, cantar y la sensación de "ser como una familia". Una familia que crece año a año y lucha a lucha. Y la batalla que ahora libran va por las generaciones venideras.

Un público entregado

Un público entregado

Decenas de globos de todos los colores, bocinas, pancartas, confetis y también los tradicionales gritos y aplausos llenaron de colores y cariño las butacas del parque Santa Catalina. Además de los obligados familiares de los jóvenes artistas, cientos de personas acudieron a disfrutar de esta actividad infantil bajo un apacible sol que no picaba demasiado. Los pequeños Estela y Jesús, de 8 y 5 años de edad, no tenían muy claro lo que es exactamente una murga. Lo que sabían a ciencia cierta era que habían salido de casa para divertirse y a seguir dando uso a sus brillantes disfraces de As de picas y de corazones, respectivamente. Después de un fin de semana sin poder salir apenas de casa, muchos niños y niñas aprovecharon para lucir sus atuendos carnavaleros y disfrutar de las vacaciones de don Carnal.

Orden de actuación

La suerte en forma de sorteo quiso que los primeros en salir a escena fueran Los Chachitos. Murguita que se fundó en 2019 en la zona de Ciudad Alta, en Las Palmas de Gran Canaria. Su directora musical, Suleima Martín, estuvo anteriormente en Las Traviesas y Las Crazytrotas y ahora ha venido a descubrir que lo suyo también son las infantiles.

Con sus grandes tocados repletos de plumas naranjas, los 20 Chachitos, dirigidos por la joven Evelyn León, dejaron claro que "todas [las murguitas] juntas somos uno, todas somos el futuro". Y recordaron a otras infantiles que ya no están, como los Sarandajaditos, los Revoltosos y los Papa Fritas.

Les siguieron Los Biznietos de Sarymánchez, dirigidos por el gran Alejandro Alvarado Yánez, de seis años de edad. Viéndolo saltar y dirigir a sus compañeros, cualquiera diría que esta es su primera vez orquestando una función. Los 18 biznietos llegaron desde Telde para celebrar "una murga nueva" y repartir "un poquito de crítica", como reza el título de los temas que interpretaron. Antes de irse se quitaron el tocado, haciendo un guiño a la polémica que empañó la final de murgas adultas. Y el público respondió: ¡Cuidado! ¡Que les descalifican!

Tras poner en pie a los asistentes, los de Sarymánchez dieron paso a Los Lechonsitos, la cantera de Ingenio fundada en 2013. Con un vestuario que evocaba a ciertos duendes irlandeses, los 24 componentes se colocaron frente a su joven director Hugo Melián y se arrancaron a cantar. En sus composiciones recordaron el incendio que asoló la isla y animaron al personal a "disfrutar y cuidar de la tierra que nos dieron". Cabe destacar que el lechonsito más canijo de toda la gala tiene tan sólo 15 meses, se llama Fabio y aguantó como un campeón sobre la tarima hasta mitad de la actuación.

Y tomaron el relevo Los Biznietos de Kika, en las mejores galas desde 1976. Los 27 miembros del elenco, dirigidos por José Suárez Navarro, llegaron cual mosqueteros desde Arucas a "rescatar nuestro Carnaval" y contar "las batallas de mi abuelo". También ellos quisieron recordar a las murgas ausentes, especialmente a Los Lagartitos, que este año no pudieron participar.

Los quintos en actuar fueron los Babys Chancletas, quienes se estrenaron en 1996 también por Ciudad Alta. Sus 32 componentes, casi todos de ascendencia chancleta, se presentaron vestidos como auténticos Scouts de pelaje violeta y gorra de excursionista. Los Babys, dirigidos por Eidan Pulido, de 13 años, ofrecieron un repertorio plagado de valores e ilusión por el regreso de los infantiles al gran escenario de don Carnal.

Pasadas las siete de la tarde, el aire se iba enfriando y las gafas de sol dieron paso a las rebequitas. Con la caída del sol salieron llenos de energía Los Legañositos. Quienes a pesar de su nombre estaban bien despiertos y atentos a su directora, Meryem González Rodríguez. El grupo de Carrizal apareció enfundado en ramas, hojas, frutas y un montón de detalles que recordaban a la naturaleza. El título del vestuario lo dice todo: "Durante estos carnavales yo seré tu guardián para proteger y vigilar nuestra tierra de todo aquel que le quiera hacer el mal". Se dijo.

Los últimos en salir a deslumbrar fueron Los Trapasitos, fundados en 2019 en el Polígono de Cruz Piedra. Los 35 artistas de la murguita estuvieron capitaneados por la joven directora Ariadne Hernández Romero. Aunque llegaron con unos embrollados tocados llenos de color, a poco de entrar se los quitaron y en el suelo se quedaron el resto de la actuación. Y la misma suerte corrieron sus purpurinosas chaquetas. "Veo el carril bici pintado de rojo, pero todo el mundo lo usa a su antojo", fue sólo una de las joyitas que estos jóvenes regalaron a la audiencia. "Con tantos impuestos que mis padres pagan, y ponen todas las zonas privatizadas". Poco más hay que añadir a Los Trapasitos.

Al finalizar cada actuación, la concejala del Carnaval, Inmaculada Medina, y Pepe Talavera, de la murga los Twittys, entregaron un obsequio de participación cada uno a las respectivas murguitas. Que se marcharon con la promesa que regresar, para nunca volver a marcharse.