San Bartolomé de Tirajana

Fiesta y rally para camuflar el carnaval

El origen de lo que es hoy el Carnaval Internacional de Maspalomas arranca en 1974 como Fiestas de Invierno, pese a la prohibición gubernativa de don Carnal

Pedro Franco

Con un presupuesto de 4,2 millones de pesetas (unos 25.460 euros) aportados por el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y los empresarios de esta zona del sur de Gran Canaria, hace 50 años se logró sortear la prohibición del gobierno civil y la Iglesia y celebrar una fiesta de disfraces que incluía numerosos eventos, entre ellos la primera edición del Rallye de Maspalomas.

Si bien no se puede proclamar que este año se cumpla el 50 aniversario del Carnaval de Maspalomas, este 2024 se conmemora los cinco decenios del inicio de las Fiestas de Invierno a las que se debía acudir ataviados con un disfraz.

Fue en 1980 cuando comenzó el Carnaval de Maspalomas, configurado tal como se concibe en la actualidad, y que tuvo sus inicios en la calle Málaga de Playa del Inglés, entre los centros comerciales Kasbah y Metro, una fiesta impulsada por el concejal de Turismo de entonces, Juan Quevedo Cazorla, apoyado en dos pilares fundamentales, el empresariado turístico y los múltiples colectivos sociales del municipio.

Sin embargo, este año se conmemora la ‘quijotada’ que emprendieron en 1974 -una hazaña que cumple sus Bodas de Oro- un grupo de empresarios entusiastas y comprometidos con el devenir de una industria turística que contaba tan solo con diez años de vida.

Cuatro jóvenes de la época en el carroaza del Beverly. | | P.F.

Cartel de las primeras Fiestas de Invierno de 1974. / P.F.

Fue en 1980 cuando comenzó el Carnaval de Maspalomas, configurado tal como se concibe en la actualidad, y que tuvo sus inicios en la calle Málaga de Playa del Inglés, entre los centros comerciales Kasbah y Metro, una fiesta impulsada por el concejal de Turismo de entonces, Juan Quevedo Cazorla, apoyado en dos pilares fundamentales, el empresariado turístico y los múltiples colectivos sociales del municipio.

Sin embargo, este año se conmemora la ‘quijotada’ que emprendieron en 1974 -una hazaña que cumple sus Bodas de Oro- un grupo de empresarios entusiastas y comprometidos con el devenir de una industria turística que contaba tan solo con diez años de vida.

La iniciativa surgió dentro del CITE de zona e inmediatamente fue asumida por el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, consciente de la necesidad de realizar una promoción turística de envergadura que permitiera, además, ofrecer unas distracciones muy merecidas a los trabajadores del Sur de Gran Canaria. Para ello, se convocó a un grupo de empresarios a fin de valorar la celebración de un Carnaval en Maspalomas, pese a las prohibiciones, al que debía acudirse disfrazado, pero bajo el epígrafe de Fiestas de Invierno, tal como se venía haciendo desde años atrás en Santa Cruz de Tenerife y el Puerto de la Cruz. De esta manera, se ponía una ‘pica en Flandes’ de la que se cumplen 50 años por estas fechas.

Ilegal

El Carnaval, propiamente dicho, estaba prohibido en Canarias desde 1936, año que comenzó la Guerra Civil, por el régimen político de entonces, y el pueblo, los teatros y sociedades de la Isla trataban de camuflarlo ante la autoridad competente recurriendo al nombre de Fiestas de Invierno, burlando así la férrea persecución que hacía a estos festejos el Gobierno Civil.

Y es que, mientras los chicharreros tuvieron a favor el tener por esa época unos gobernadores civiles que se dejaron ‘engatusar’, contaban también con un obispo, monseñor Pérez Cáceres, que concedía alguna que otra permisividad, en Gran Canaria se sufrían los rigores morales del obispo Antonio Pildain y Zapiain (el que había intentado dividir la Playa de Las Canteras en dos, una parte para hombres y otra para mujeres). Además, el monseñor mostraba su inconformidad con los los bailes en los que la pareja estaba ‘pegada’ y, sobre todo, los de Carnaval.

Aquel intento de hace 50 años, aunque efímero, ya que se hizo sin ambición y con más ilusión que medios, tuvo como principal hándicap el hecho de que surgió sin intervención ni participación popular, algo incuestionable cuando de un Carnaval se trata.

Los actos se realizaron en una carpa de circo a la que se retiraron las gradas y que se equipó con luz y sonido

Lo cierto es que coincidiendo con las fechas oficiales del Carnaval, se celebraban en Maspalomas unas Fiestas de Invierno, para lo que se creó una comisión y se repartieron las tareas para emprender con ilusión, sabedores de que era preciso que este primer paso debía ser fuerte y sólido para continuar celebrándose unas fiestas de mayor trascendencia en el futuro.

Francisco Crusat López, que ejercía de interventor del Ayuntamiento, asumió la responsabilidad de gestionar la financiación de los actos y, curiosamente -hoy impensable-, casi a página completa, el periódico El Eco de Canarias de 23 de febrero de 1974, periódico del régimen, detalló minuciosamente cómo se financiaron las fiestas, cuáles fueron los ingresos, las fórmulas para recaudarlo y cómo se distribuyeron. De esta manera se sabe que el presupuesto ascendió a 4.236.000 pesetas (cerca de 25.460 euros), cantidad en la que no se incluye la valoración de numerosos servicios realizados gratuitamente por los industriales de la zona, como cócteles, hospedaje para visitantes, camiones y operarios, entre otros.

Para obtener esta cantidad se llevó a cabo un pequeño plan financiero cuyos aspectos más importantes fueron la aportación del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, que dio 1.600.000 pesetas que se destinaron íntegramente a la financiación del I Rallye Automovilístico de Maspalomas (del que también se cumplen sus Bodas de Oro estos días), y la aportación voluntaria de los industriales de la zona, que estaba calculada en 800.000 pesetas.

El resto de la financiación se proyectaba recaudarla con la contribución de los establecimientos hoteleros, a razón de 10 pesetas por cama; 3.000 pesetas de cada sala de fiesta, 2.000 de los restaurantes, y 1.000 pesetas de cada comercio. Los establecimientos bancarios debían aportar 10.000.

La aportación de las empresas urbanizadoras se establecía en 200.000 pesetas; de las empresas proveedoras de productos por publicidad y exclusiva de venta se esperaba obtener la cantidad de 400.000 pesetas; de taquillaje por espectáculos 800.000 pesetas; por la explotación de un bar 200.000; y otros pequeños y diferentes ingresos.

Los orígenes del Carnaval Internacional de Maspalomas

Cuatro jóvenes de la época en el carroaza del Beverly / P. F.

Publicidad

Un capítulo importante del presupuesto fue el dedicado a la publicidad y promoción, al que se dedicaron unas 400.000 pesetas (unos 2.400 euros), confeccionando un cartel atractivo y sugerente en el que aparecía una chica mordiendo una manzana, con las Dunas de Maspalomas de fondo, y un programa de actos con el Saluda del alcalde, Enrique Jorge, del que se editaron 21.000 ejemplares. Este programa incluía un prólogo de exquisita y bella prosa de la escritora Josefina Mujica, que consistía en todo un cántico a la canariedad del municipio tirajanero. Fue ella quien ese año ganó con su obra Cuentos de mi Tierra - Homenaje a Pancho Guerra, el I Premio Literario Pancho Guerra que convocó el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Pregón

Estos festejos también tuvieron un pregón que fue retransmitido en las ondas de Radio Atlántico y que estuvo a cargo de Xavier Palín, un guía turístico de nacionalidad sueca que hablaba a la perfección siete idiomas y fue el auténtico pionero de los programas informativos para extranjeros en Gran Canaria a través de varias emisoras en la capital de la Isla y el sur grancanario. Por eso y por sus servicios desinteresados al pueblo tirajanero, en el año 2001, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, le otorgó la distinción de Hijo Adoptivo del municipio.

El programa de actos, cuyas actividades se desarrollaron del 20 al 25 de febrero, aunque nada carnavaleros, contenía actividades tan variadas como un Campeonato de Petanca, una gymkana-exhibición con los vehículos participantes en el I Rallye Maspalomas; un torneo de Tiro al Plato que se celebró en la Playa de Las Burras; una competición de Lucha Canaria; una Pelea de Gallos entre una gallera de Maspalomas y otra de Las Palmas de Gran Canaria; una misa ecuménica y una competición de ajedrez, además de verbenas, competiciones recreativas de camareros, partidos de fútbol entre profesionales de la hostelería y varias galas y espectáculos cedidos por salas de fiestas y establecimientos similares de la zona turística.

Y, como colofón a todos los actos, el lunes 25 de febrero se celebró una cena de gala con un espectacular final de fiestas en el Hotel Beverly Park, en la que se se entregaron los trofeos del I Rallye Turístico de Maspalomas. La entrada al evento costaba 800 pesetas (4,8 euros) y a la que había que asistir en traje de gala.

Al no existir en Maspalomas un local para la celebración de actos que requerían de un espacio cubierto en el que se pudiera cobrar una módica entrada y con aforo de unas 2.000 personas se recurrió a la contratación de una carpa de circo que se instaló frente al lugar que ocupa hoy el Hotel Buenaventura, concretamente en el solar en el que se ubican ahora los Bungalows Parque del Paraíso-II.

Cabalgata

Uno de los actos que captó la atención de residentes y turistas fue la peculiar Cabalgata de Fiestas de Invierno que recorrió las principales calles de Playa del Inglés, en la que participaron bandas de música, grupos de mayorettes, agrupaciones folclóricas y originales carrozas, entre las que destacaban las representativas del empresariado turístico. De esta sencilla y entrañable cabalgata se grabaron imágenes por NO-DO, que se exhibieron en todas las pantallas cinematográficas españolas.

Cabe destacar que si bien el alcalde titular de la época era Enrique Jorge García, al estar enfermo le sustituía Enrique Velando Casteleiro, aunque José Macías del Toro, también alcalde accidental meses antes, fue el encargado de abrir la cabalgata sobre un corcel blanco.

La cabalgata atrajo a residentes y turistas y fue emitida por el NO-DO en todas las salas de cine de España

Primer rallye

La aportación municipal a estas fiestas se destinó en su totalidad a la financiación del I Rallye de Maspalomas, del que se cumple este año también sus Bodas de Oro. En aquella primera edición se catalogaba como de dureza impresionante, con un recorrido donde predominaban la tierra, los baches, piedras, polvo y lagunas, entre otras dificultades, y tuvo como vencedores a Jesús Iglesias y Fernando Ley con un Fiat Abarth 124. En segundo lugar quedaron Medardo Pérez y Miguel A. Toledo y, en tercero, Peter Harper y Carlos Hafner. Esta cita deportiva estuvo organizada por la Escudería Drago, que estaba presidida entonces por Juan José Alonso Prieto.

Miguel A. Domínguez, que ejerció de asistente a los equipos participantes en esta primera edición, fundó en 1985 la Escudería Maspalomas (cuya presidencia ocupa), que rige los destinos del Rallye Maspalomas hasta la actualidad.

Esta fiesta, fruto del esfuerzo de tantas personas, puede considerarse como el pistoletazo de salida, hace medio siglo, de lo que hoy se conoce como Carnaval Internacional de Maspalomas.

Los orígenes del Carnaval Internacional de Maspalomas

Carroza Fonda Franco. / P. F.

El valenciano y fallero Andrés Martínez, de 80 años, fue uno de los protagonistas de esta primera fiesta de Invierno en Maspalomas. Desde muy joven estuvo vinculado al mundo de la noche y el espectáculo en la costa levantina, hasta que el destino le hizo desembarcar en Maspalomas para convertirse, con apenas 30 años, en el director de la primera sala de fiestas de Maspalomas, el Beverly Night Club.

Una semana antes de que el alcalde tirajanero convocara a los distintos empresarios para hablar sobre la celebración de las Fiestas de Invierno, Andrés Martínez conoció a Hernando Cortés, que era propietario de dos carpas de circo y en la reunión propuso alquilar una de ellas, una idea que la comisión aceptó. Posteriormente, haciendo tándem con su amigo y compadre, el empresario Pepe Nieto, director del hotel Sáhara Playa, como si de una productora se tratara, se responsabilizaron de todas las actividades artísticas de los festejos, icnluyendo las contrataciones, las infraestructuras y los escenarios, entre otros. Finalmente, el alquiler de la carpa no le supuso coste alguno al Ayuntamiento, puesto que, según cuenta él mismo, Andrés Martínez lo pagó de su propio peculio. Cortés, además, cedió un camión de luz y sonido, y es así como, quitándole las gradas a la carpa, la convirtieron en una gigantesca sala de fiestas en la que se celebraron todas las actividades y espectáculos.

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