Uno de los acontecimientos musicales más completos que recuerdo fue la audición integral del oratorio de Händel El Mesías el domingo último en el Auditorio patrocinado por la Caixa y que llenó el aforo, al menos al principio, pues hubo muchas bajas en los dos descansos? e incluso durante la audición. Pero es otra triste historia, debido quizás a lo heterogéneo del público asistente.

Todo estuvo bien, empezando por la concepción historicista optada por ese gran especialista haendeliano que es el director Fabio Biondi que unas veces haciendo de primer violín y otras con batuta llevó magníficamente toda la obra con tempi rápidos, pero sin perder nunca el carácter sacro de la obra; una orquesta reducida pero que nunca fue tapada por el nutrido Coro, con la cuerda sin vibrato y perfecta afinación, como la del trompeta solista durante el aria del bajo The trumpet shall sound, magnífico en su difícil parte, y unos Coros auténticamente sorpresivos con el profesional Coro Accentus, dirigido por Laurence Equilbey, que en solitario actuó en los Corales meditativos con sus veinte miembros, pero que en los demás estuvo reforzado por cinco Coros de nuestra isla situados en los extremos laterales de las primeras filas de butaca y que fueron una auténtica sorpresa por su cohesión, afinación y musicalidad.

No sé las horas de ensayo que costó su perfecta identificación con el Coro francés, pero bien empleadas estuvieron por el resultado ya que parecía un solo Coro y sin tapar nunca a la pequeña Orquesta. Mencionaré sus nombres: Coral Chelys Odalys y Coro Haderech, ambos dirigidos por Héctor de Armas, Coral Vega de San Mateo, dirigida por Hugo Armando Escobar, Coro Juvenil de la OFGC, dirigido por Marcela Garrón y Coro Schola Cantorum de la ULPGC, dirigido por Stefano Degano, todos ellos merecedores del mayor reconocimiento del público.

Todos los solistas cantaron sus papeles dentro del estilo que imprimió el director, impresionándome el bajo Johannes Weisser con su gran extensión y que lució en sus muchas intervenciones sobre todo en la ya mencionada Aria con trompeta obligada; el canto seguro de la soprano Roberta Invernizzi, que cantó magistralmente su aria I know that my redeemer liveth, y en el relato del Nacimiento de Jesús que culminó con su aria Rejoice greatly, todo con una voz que pareció infantil para adecuarse al texto; el tenor Ferdinand von Bothmer, muy bien en sus intervenciones de la segunda parte, y hemos dejado para el final al contratenor Xavier Sabata, sustituto a última hora de la contralto programada, que con una voz no muy grande, pero muy afinada y con gran emisión recreó todas sus partes, especialmente esa especie de Ecce Homo a juicio de Harnoncourt que es el aria He shall feed. Todo ello ocasionó una de las mejores veladas musicales del año.

Vista la gran cantidad de Coros que hay en la Isla sería cuestión de que el Cabildo organizara un Certamen anual similar al que en Valencia celebran con las Bandas de Música: creo que ello sólo reportaría beneficios.