El imaginario popular de la música isleña revisitado a través de instrumentaciones diversas y sonoridades barrocas, latinas, africanas o jazzísticas contemporáneas, con trazos de improvisación, constituye la columna vertebral del proyecto inédito Islazz: una fusión de pequeños continentes, que pone en pie una formación de cámara conformada por diez de los músicos más destacados del Archipiélago, el próximo 2 de noviembre, en la Sala Insular de Teatro (SIT).

El músico y compositor Yul Ballesteros capitanea este viaje sonoro y experimental por las siete islas, traducido en siete composiciones originales homónimas, en el que también ha embarcado al timplista Germán López, el guitarrista Carlos Oramas, el trompetista Sebastián Gil, el baterista Jesús Vega, el pianista José Alberto Medina, el bajista Tanausú Santana, el percusionista José Carlos Cubas, el trombonista Juan Bosco Arencibia y el saxofonista y flautista José Vera.

Esta multiplicidad de miradas se entrecruza en el mosaico de estilos que emana de Islazz, cuyos temas se inspiran en los paisajes, sonidos y singularidades de cada una de las islas, bajo el prisma de Ballesteros, alma mater del proyecto, pero donde cada músico vuelca su propio universo sonoro a partir de la improvisación. Así lo concibió el propio autor, quien construyó este proyecto expresamente para esta formación que, según revela, pudo reclutar gracias a una milagrosa alineación de astros que conjugó las diez agendas. "Todos los músicos que forman parte de Islazz fueron primeras opciones, que me contestaron que sí a la primera", declara Ballesteros, quien reconoce que, durante el proceso creativo, "me inspiré mucho en la gente para la que escribía, lo cual te da más soltura a la hora de plasmar una idea y que el músico la desarrolle".

Esta propuesta original nace con vocación de romper fronteras dentro del repertorio tradicional isleño y ensanchar el horizonte de la música hecha en Canarias, bajo la convicción de que su progresión no debe restringirse en compartimentos estancos en razón de su lenguaje, estilo o marco temporal.

En este sentido, Islazz se inspira en los palos más bellos y antiguos del folclore canario para enriquecer su espectro de influencias, reventar etiquetas y reivindicar que una propuesta musical contemporánea, concebida en el Archipiélago, escribe una página nueva en la historia de la música canaria.

"En este proyecto hemos querido hacer música canaria, a secas, porque entendemos que el concepto de 'música canaria' debe extrapolarse a cualquier música hecha en Canarias por músicos canarios", suscribe Ballesteros. "A menudo identificamos la música canaria con el folclore, que es maravilloso, pero también la música clásica, el jazz o el rap que se está haciendo hoy en las islas es música canaria. Y quizás dentro de 100 años ese sea el folclore canario, porque la música está evolucionando mucho y cada vez se hacen proyectos más sólidos y mejores".

En esta línea, Islazz se erigió con ánimo de incardinarse en este "repertorio cultural isleño" bajo los principios de la originalidad y la fusión. Ambos vértices confluyen en el proyecto a través de la multiinstrumentación, pues cada pieza entrevera distintos instrumentos, como el timple, la tiorba, la guitarra barroca o romántica, el fliscorno o los vientos, entre otros. "El concepto de introducir muchos instrumentos diferentes es imprimir una sonoridad singular a cada tema", señala Ballesteros. "En algunos temas, por ejemplo, me interesaba el sonido de la música clásica antigua o barroca, porque algunas imágenes de la orografía de las islas me evoca los sonidos del barroco, así que Carlos Oramas expresa estas sensaciones a través de un bajo continuo de tiorba", apunta.

En este sentido, a la hora de componer una canción para cada isla, Ballesteros rehuyó las obviedades, como el tango herreño o el tajinaste, para despertar esta memoria musical a través de la fusión experimental de ritmos e instrumentos. "La idea es escuchar una melodía de jazz a través del timple, que te brinda la sonoridad de la música canaria, pero que a través del jazz te puede llevar a otro sitio", explica el músico. "Por lo general, hemos usado muchos recursos de la música tradicional, sin llegar exactamente a hacer una isa, una folía o una malagueña, pero incorporando algún detalle o armonía reamornizada de una isa, de modo que, mezclando todos estos palos, que son muy ricos, creamos algo completamente nuevo".

El resultado suma siete canciones, ante lo cual Ballesteros puntualiza que pronto acometerá la composición de una octava pieza dedicada a La Graciosa, después de su aprobación en el Estatuto de Autonomía de Canarias a mediados de esta semana. "Lo tengo pendiente", sonríe el músico. Por lo pronto, el sueño de Islazz ahueca las alas el próximo viernes bajo el paraguas del ciclo Jazz Otoño, que celebra su novena edición, con la esperanza de continuar el vuelo pronto en el resto de las islas, "si la cosa funciona y las instituciones la apoyan", anuncia Ballesteros. Además, el compositor ha planteado a los músicos apuntalar el proyecto con la grabación de un disco a medio plazo y así contar con un testimonio tangible del viaje.