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Música | Adiós a una leyenda del folclore canario

Totoyo Millares y Teror

El artista luchó por mantener la integridad del repertorio musical | Millares admiraba los rincones del pueblo y los colores de las ofrendas que bebían de la tradición canaria

Totoyo junto al actor Gregoy Peck, durante el rodaje de ‘Moby Dick’ . La Provincia

Luis Millares Sall era, antes que otra cosa en todo esto de nuestra cultura y nuestro folclore, un maestro.

Sabedor de mucho de esa cultura, por la familia a la que pertenecía y por propio talento; cuando en 1968 marcaba las líneas sobre las que iniciaba su camino el grupo que se crearía a partir de entonces -Los Gofiones- proponía que además de las canciones, la revalorización de lo canario fuera también por ejemplo de la vestimenta porque querían tal como he dicho recientemente «vestir como el primer campesino canario, idéntico al que vemos todos los días en nuestros campos cogiendo frutas, arando la tierra o haciendo queso».

El 29 de agosto de 1968 se anunciaba desde los distintos medios de comunicación la pronta formación de un grupo folclórico con el fin de «actualizar y revalorizar las canciones típicas de nuestra tierra».

Totoyo Millares, que aparecía como promotor de la idea, hacía una llamada para que el 21 de septiembre de aquel mismo año se reunieran en El Monte músicos e intelectuales interesados en ello. Conjuntamente a la crítica de la excesiva mercantilización, la degeneración de nuestro folclore, el olvido de las tradiciones, la amalgama de ritmos que no se sabía si eran mejicanos, paraguayos, argentinos o peninsulares, la presencia de raíces verdaderas de las que nutrirse como los viejos de Gáldar, el que ni las casas grabadoras, ni la radio, ni la televisión hicieran nada para sacar provecho en bien de las futuras generaciones aparecían como trasfondo de aquel malestar en folcloristas e intelectuales preocupados por recuperar la esencia pura que según la opinión de muchos se había desvirtuado a lo largo del siglo XX.

Y en aquel fuerte movimiento de resurgimiento cultural que hizo nacer a Los Gofiones y en los años siguientes a decenas de grupos que tomaron su ejemplo -Roneros, Cebolleros, Cochineros, Berreros, Campurrios- o al programa Tenderete, que en septiembre del pasado año cumplió su medio siglo, aparecía una queja permanente: que el hecho de que fuera de las islas no se pudiera conocer nuestro folclore era debido a que ni siquiera en el Archipiélago se conocía ni se fomentaba y a que gran parte del triunfo de esas composiciones se debía, tal como decía el mismo Totoyo, a esa alegría que las interpretaciones tuviera más de sudamericana que de canaria.

Desde entonces y durante el último medio siglo la figura, obra y magisterio de Totoyo Millares lo ha llevado por mil lugares difundiendo, enseñando y sembrando lo que los maestros de raíz y esencia hacen: cambiar el mundo para mejorar el futuro de la tierra donde han nacido.

Cansado del encorsetamiento oficial que creaban y propiciaban los políticos en la difusión de nuestra cultura; llegó a afirmar que si en el Pueblo Canario -creado para dar a conocer nuestras raíces, nuestro ser como pueblo- los turistas se volvían locos con canciones como Tartanero o Somos Costeros y, en cambio, aplaudían fríamente una isa, una folía o una malagueña se debía a que eran canciones vivas, chillonas, pegadizas, alegres, pero que nada tenían que ver con lo que realmente era la savia de nuestra cultura musical. Enfrente, otros como Tomás Maso, integrante del grupo Los Bandama y esposo de Mary Sánchez, afirmaba que cuando a todos aquellos nuevos grupos que proliferarona a partir de los 70 y que echaban pestes contra estos turísticos repertorios «se les acabaran los tajarastes y tanganillos, vendrían a beber del repertorio de Mary Sánchez».

El tiempo ha dado razón a unos y otros. La cultura debe hacerse desde el pueblo y por gente de la cultura. Cuando se politiza, se echa a perder.

Eso lo entendió perfectamente Luis Totoyo Millares y, por eso, en un determinado momento decidió dedicarse simplemente a engrandecer el pequeño instrumento que tocaba como los ángeles lo tocarían si a ello se dedicaran y a crear una escuela que lo perpetuara hasta el máximo en el futuro en su presencia cultural y folclórica.

Consiguió ambas cosas. Y si el recordado José Antonio Ramos o Germán López y otros tantos nos enardecen el alma y el orgullo de ser canarios con un simple movimiento de sus manos sobre el timple, se debe en gran medida a lo que Totoyo sembró y defendió.

Elfidio Alonso afirmó hace tiempo que el despegue de Los Sabandeños tuvo mucho que ver en el nacimiento de Los Gofiones. «Dijo que había presentado a Los Gofiones en el Pérez Galdós fruto de la amistad con Totoyo Millares y con Agustín Millares, que leyó un poema -Mano a mano con el pueblo-, y los presenté junto a Lothar Siemens… Lleno de orgullo, ya que fueron de los primeros grupos que surgieron de corte nuestro». Un movimiento que se reproducía en todas las islas, como «una explosión de cantar en parrandas, de parrandas estaban hechas pero no organizadas».

Totoyo estuvo presente en Teror y sus fiestas antes incluso que Néstor Álamo creara la romería que este año cumple sus siete décadas de existencia. Antonio Jorge, que sería suegro de su hermana Jane, fue la primera persona con la que acudió a las mismas y que, según Totoyo, «le enseñó la fiesta como él hacía con las cosas típicas de nuestra tierra».

Decía que su primera impresión de niño fue extraordinaria, pero que aquella hermosura limpia y auténtica se fue perdiendo con el paso de los años.

Reconocía que le atraían el color de la ofrenda, los rincones del pueblo que se convertían en sede de parrandas durante la noche de la víspera y que volvería a ser una gran fiesta si se lograra cortar las falsificaciones y motivos que no fueran los tradicionales.

Temas como la incomodidad en el transporte, la falta de aparcamientos y lugares donde estar y descansar eran temas aparentemente triviales, pero que en un mundo como el que se ha ido configurando en los últimos años, debían tener una eficaz solución para que el pueblo canario -verdadero protagonista de la fiesta- llevara al máximo su ser, su esencia más profunda como comunidad cultural.

Totoyo Millares fue en todo esto un verdadero maestro. Sensible y enfervorizado, según le cogieran las circunstancias, pero su obra ahí queda.

Y por ello, el sonido de un timple ya no volverá a ser igual después de su paso por estas tierras; y, por eso mismo, cuando Los Gofiones y otros tantos grupos que se alimentaron de sus enseñanzas cantan la Isa a Candidito o Caminito de Teror, la tradición revienta por todos lados y por encima de la música se produce un hecho fundamental: se crea conciencia de pueblo.

Algo que solo los grandes como Totoyo Millares saben crear y sustentar en los pueblos, con su magisterio y con su ilusión.

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